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COLUMNA
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Tejado caído

Dicen que lloró como un niño al ser detenido. Igual nunca dejó de serlo, y la vida le vino grande cuando se acabó el chollo de los ‘realities’

Antonio Tejado
Antonio Tejado, en 2019, en un debate del 'reality' 'Gran Hermano Vip', en Telecinco.Antonio Quilez (Cordon Press)
Luz Sánchez-Mellado

Hay una bomba de relojería con la cuenta atrás activada en muchas casas, y sus moradores lo saben sin poder o querer desactivarla. Puede que sea en la de tus vecinos de rellano, o de adosado, o de casoplón en la urbanización más pija de tu zona. Puede, incluso, que sea en la tuya propia, aunque el sinvivir de ese tic tac inverso martilleando en tus sienes y tu estómago no llegue a salir nunca de tus labios ni de tu puerta de la calle porque el explosivo lo lleva dentro alguien a quien quieres. Un hijo, un padre, un sobrino, un tío, un amigo del alma. Alguien con un cable pelado que puede provocar una descarga en cualquier momento, no se sabe por qué, ni cómo ni cuándo, y dejar quién sabe cuántas víctimas, además de él mismo. Adicciones, trastornos mentales, altibajos, vaivenes emocionales, maldad pura y dura. Las pilas de la bomba pueden ser variadas. Lo que no cambia es la angustia y la impotencia de los allegados al sentirla y no poder descargarlas.

Además de los anónimos, hay toda una estirpe de juguetes con el mecanismo averiado en nuestro imaginario colectivo. Hijos de, hermanos de, yernos de, sobrinos de. Adultos sin más oficio ni beneficio que el parentesco con una celebridad de cuyo prestigio viven y a los que les cuesta labrarse la existencia a la sombra de esa torre. No todos son iguales, claro. Los hay simpáticos, macarras, con luces y sin ellas, trabajadores y vagos redomados, pero no son pocas las balas perdidas. Antonio Tejado, sobrino de la cantante María del Monte, ha sido enviado a prisión por, presuntamente, proporcionar la información necesaria para robar en casa de su tía y su esposa con ellas dentro, y quedarse con parte del botín, en el que había joyas de su propia abuela. Desde entonces, un alud de memes ha sepultado las redes. Jo jo jo, qué sorpresón, la caída de semejante fanfarrón era cuestión de tiempo, sentencian. Ha trascendido que, al ser detenido, Tejado, un tío como un castillo, se puso a llorar como un niño de pecho. Quizá nunca dejó de serlo y la vida le vino grande en cuanto se le acabó el chollo de los realities, los montajes y los focos para desollar al prójimo y se trató de doblar el lomo para pagarse su tren de vida. No me da pena. Tampoco risa. Mientras el resto nos debatimos entre el horror y el morbo ante el espectáculo del Tejado caído, en casa de los suyos, y en otras muchas, si no es también en la nuestra, la bomba sigue en el aire.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.
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