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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Hamás reta a Israel

La mediación internacional es urgente para detener un baño de sangre que puede contagiar a otros países de la región

Muertos en una carretera de Sderot tras el ataque de Hamás.
Muertos en una carretera de Sderot tras el ataque de Hamás.AMMAR AWAD (REUTERS)
El País

El tan temido enfrentamiento entre Israel y Hamás se desencadenó ayer cuando la organización palestina lanzó un ataque combinado sin precedentes contra el Estado judío que tuvo como primera respuesta un bombardeo israelí masivo de la Franja. La explosión de violencia amenaza con extenderse a otras zonas de la región —el primer balance provisional es el de centenares de muertos y heridos en ambos bandos, en su mayoría civiles— y las consecuencias políticas no pueden ser otras que la inestabilidad y el reforzamiento de las posiciones más radicales que consideran la paz no ya inalcanzable, sino una solución no deseada a un conflicto enquistado desde hace ya 56 años.

En la madrugada de ayer milicianos de Hamás, al amparo del lanzamiento de miles de cohetes —unos 3.000 según un portavoz militar israelí y 7.000 según Hamás—, cruzaron la frontera de Gaza, una de las más vigiladas del mundo, y penetraron en varias localidades donde, además de producir víctimas y capturar material militar, secuestraron a un número indeterminado de personas. Nunca hay nada que justifique el daño a civiles y la exhibición de su sufrimiento en las redes sociales. Merece una condena sin paliativos. Las alarmas antiaéreas sonaron en varias ciudades, incluyendo Jerusalén, y decenas de proyectiles cayeron en lugares como Tel Aviv, Ashkelón o Ashdod. Israel, cuyos servicios de inteligencia fracasaron al no lograr detectar el ataque, respondió incorporando a todos los militares a sus unidades y con la movilización inmediata de decenas de miles de reservistas, mientras su aviación bombardeaba Gaza y efectivos de Tierra combatían con Hamás para recuperar las posiciones perdidas. El ataque de Hamás ha sido duramente condenado por EE UU, la UE y diversos gobiernos —entre ellos el de España— y sería deseable, por una cuestión de pura humanidad, que no tuviera que serlo también la respuesta israelí. El jefe militar de Hamás reivindicó el ataque como una respuesta “a los crímenes de la ocupación” y señaló que su acción “es más grande” de lo que Israel piensa. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, reclamó el derecho de su pueblo a defenderse del “terrorismo y las fuerzas de ocupación”. “Ciudadanos de Israel, estamos en guerra. Y la ganaremos”, subrayó el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

Es perentoria una mediación internacional efectiva que detenga el baño de sangre y su extensión a zonas como Cisjordania —ayer hubo choques en Jerusalén Este— y la frontera con Líbano que provocarían una situación fuera de control. Tanto Israel como Hamás tienen poderosos aliados sobre los que recae esta responsabilidad ineludible. Pero además resulta inaplazable abordar un conflicto al que el mundo se ha acostumbrado. Lo urgente es que los cañones callen, pero lo necesario es alcanzar una solución para que lo hagan para siempre.

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