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ELECCIONES 23-J
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El debate en las redes: lo mejor del cara a cara, la publi y Twitter

Los usuarios se aburren con un debate que se definió como “decisivo” y en el que no se supo qué fue verdad y qué mentira

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, en el debate de Atresmedia, el lunes. Foto: PIERRE-PHILIPPE MARCOU (AFP) | Vídeo: EPV
Manuel Viejo

Y llegó el día. Después de varias semanas de dudas sobre cómo sería, sobre cuánto duraría, que si uno estaría más nervioso que otro, que si finalmente sería allí o allá, que si quién hablaría primero, que si quién hablaría segundo. Lo de siempre, vaya. Mucho debate, mucha historia y al final resulta que Tamara Falcó se casó de verdad. Muy importante —dicho sea— fue el discurso de Íñigo Onieva en la ceremonia, que recogía la revista ¡Hola! y se viralizó mucho —sobre todo por WhatsApp, ay, los guasaps— este lunes; el pirateo del corazón no conoce límites. “Llegar hasta aquí”, observó Onieva delante de los invitados, “no ha sido un camino de rosas, no ha sido fácil. Habéis sido mi gasolina, ¿vale?”. Vale, sí, pero ya se ha acabado el descuento del Gobierno.

Respecto al verdadero debate, en el cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo —algún día alguien contará las veces que se dijo ayer en Antena 3 y La Sexta “cara a cara” y “decisivo”— había veces en que uno apagaba la tele por la mañana sin querer y salía Ferreras diciendo: “¡Cara a cara decisivo!”. En fin. El cara a cara empezó un lunes, terminó un martes, y lo mejor era que no hubiera empezado. Vaya turra. Menos mal que media hora antes del encuentro —el dichoso cara a cara decisivo— los lectores de El Mundo Today conocían en primicia por su perfil de Twitter los bloques temáticos “acordados” por Atresmedia: “Marruecos, Falcón, ETA, Matar niños y la paguita”. Casi, casi. El real, eso sí, comenzó con una música épica. “Solo faltaba Carlos Martínez”, decía la periodista Lucía Taboada. Pues ni con esas. Pero quizá con Jorge Javier…

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El ansiado cara a cara decisivo comenzó y el caos era tal, que Feijóo tardó un minuto en sacar la primera cartulina, del revés. El folio, eso sí, iba acompañado de una frase muy propia para una banda de rock. “Los últimos con Chequia”, dijo Feijóo, que golpeaba y golpeaba y hablaba y hablaba durante minutos hasta que, cuando Sánchez quería meter la zarpa, Feijóo zanjaba: “¡Pero déjeme hablar!”. La mesa del líder del PP parecía más la mesa de un juez del Tribunal Supremo que la de un candidato a presidente del Gobierno. Cada minuto había tres papeles más ahí encima. Y cada vez que uno decía un dato, el otro respondía: “¡Mentira!”. Un dato. Mentira. Un dato. Mentira. Era maravilloso. España creaba empleo a un lado de la mesa y en el otro se destruía como por arte de magia. El país iba con una moto a la izquierda y como un caracol a la derecha. “Os estáis gestionando muy bien”, concluía, a lo lejos, el moderador Vicente Vallés. Y tanto. “Ojalá que Ana Pastor tuviera una empresa de factcheking”, escribió el guionista Raúl Navarro. Ojalá.

Antes del debate, en el previo, que fue lo mejor del dichoso cara a cara decisivo, enfocaron a un par de periodistas que estaban pendientes del cronómetro. Bueno, pues el cronómetro no salió ni un segundo en todo el debate. En los tres minutos de anuncios, que también fue lo mejor del debate, se anunciaron unas cervezas y unos pañales, que ejemplifica muy bien la metáfora del dichoso cara a cara decisivo. “Que salgan Trancas y Barrancas”, escribió un tuitero al volver de la publicidad. Y que entre Marron también.

En el último tramo, sobre los pactos, donde Feijóo arrinconaba a Sánchez un poco más, se volvía a echar en falta saber si lo que decía cada uno era verdad o mentira. Menos mal que todo esto era para los votantes indecisos. Al final todo se resume en una frase de Feijóo: “Ay, Dios mío”. Pues eso.

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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