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Esto es solo para adultos

‘Eo’ no es una película sobre un burro, sino sobre las burradas de nuestro tiempo mientras se agostan los caminos de la legalidad

Eo
Una escena de 'Eo'.AP
Berna González Harbour

Si alguien les cuenta que Eo es una película sobre un burro, no le crean. Es una película sobre nuestras burradas. Si la candidata polaca a los Oscar se alzara con la estatuilla y el protagonista saliera a recogerla no nos encontraríamos con un simple asno capaz de sentir, rebuznar e incluso elegir con más capacidad de distinción que muchos de nuestra especie, sino con un espejo de nosotros mismos. Es lo grandioso de esa película, bellísima rareza de nuestro tiempo.

Y esta no es una película para niños, no es Babe, el cerdito valiente o cualquiera de esos productos que infantilizan a los animales hasta la irrealidad. Esto es mundo adulto, también Eo da coces. Recorre el borrico una Europa confusa en la que la violencia se abre paso en los márgenes oscuros de la privacidad, allí donde no llega la supuesta civilización, en carreteras donde una inmigrante intenta llevarse algo a la boca o en bares donde los pulsos identitarios se resuelven con palizas.

Y ver la película mientras España se adentra en un terreno tan confuso acompaña el momento como una metáfora aún más poderosa de lo que nos ocurre.

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Algo muy grave está pasando aquí: se están agostando los caminos de la legalidad. Los espectadores de esta otra película que están echando en España contemplamos impotentes cómo unos y otros se han adentrado en carreteras tan oscuras como las que recorre Eo al escapar. Mientras dicen cumplir con la ley (el Gobierno retorciendo el Código Penal al gusto de quienes han violado esa misma legalidad, la oposición retorciendo el Constitucional y este a su vez convirtiéndose en herramienta de parte...) mientras dicen cumplir la ley, decimos, se alejan de la propia ley.

¿Y qué nos quedará tras haberse roto aquello que da sentido a nuestra forma de convivencia? Las instituciones se han ido quebrando una tras otra sin que veamos horizonte: primero fue la monarquía con la gigantesca corrupción del Rey; después fue el modelo electoral, con la sucesión de convocatorias destinadas a arrancar al pueblo un poquito más; después ha sido el Poder Judicial, atrincherada la derecha en el incumplimiento de su obligación; después ha sido el Gobierno, capaz de poner en la calle a violadores con una ley que iba a ajustarles las cuentas y que hoy no sabe ni cómo defender su propia ingeniería legal para contentar a ERC; y ahora es el Tribunal Constitucional, casi dispuesto a bloquear la actividad legislativa.

Todas las instituciones nos están fallando. Y lo hacen pretendiendo estar dentro de la legalidad. ¿Qué más nos queda ver? ¿Cómo salimos de aquí? Se lo preguntaremos a Eo. @bernagharbour


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Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

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