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Las mentiras del ‘solo sí es sí'

El Gobierno podría haber defendido que lo importante era proteger mejor y no necesariamente establecer condenas más largas, pero eso habría ido en contra de la propaganda

Ley del solo si es si
Manifestantes frente al Tribunal Superior de Justicia el día de la sentencia de La Manada, en Madrid en 2019.Andrea Comas
Daniel Gascón

La ley del solo sí es sí se basaba en varias mentiras: que la legislación española no ponía en el centro el consentimiento, que la judicatura era esencialmente machista y que España es un país peligroso para las mujeres. La sentencia de La Manada había contribuido a crear un estado de excepción comunicativo: fue nuestro Me Too. La indignación produjo un cambio legislativo, que buscaba proteger la libertad sexual, pero donde la propaganda era más importante que las consideraciones técnicas. Se partía de que cambiar las palabras —eliminar el delito de abuso y convertirlo en agresión— transformaría la realidad. Con una combinación de arrogancia e ignorancia, los problemas jurídicos se despreciaban: eran trampas de los reaccionarios. Quien se opusiera a la reforma era cómplice de los crímenes. No se hizo caso a advertencias del Consejo General del Poder Judicial, de la oposición, de abogados, sobre los efectos retroactivos de la ley. El ataque a los jueces y al sistema legal de la ministra de Igualdad es un ataque a la democracia liberal: hay quien se sorprende del populismo de Podemos, como del color de los ojos de un viejo amor. Pero sería otra falsedad pensar que solo Irene Montero es responsable: el Consejo de Ministros es un órgano colegiado, más de 200 diputados apoyaron la ley. Entre la mercancía fraudulenta que se ha empleado para explicar que algunos delincuentes sexuales condenados vean mejorada su situación tras la entrada en vigor de la nueva ley destaca que se culpe a jueces machistas y reaccionarios: en un asombroso giro de los acontecimientos, la tradición conservadora reclamaría que los pederastas tengan condenas más leves. El Gobierno podría haber defendido que lo importante era proteger mejor y no necesariamente establecer condenas más largas, como han argumentado Clara Serra y Juan Antonio Lascuraín, entre otros, pero eso habría ido en contra de la propaganda. Mientras leemos consideraciones matizadas en una materia complejísima, algunos palafraneros asumen tranquilamente que se fuercen interpretaciones para atenuar la chapuza. Como ha escrito Pablo de Lora, “es sobrecogedor comprobar que cuando la aplicación del derecho beneficia al reo busquemos cualquier otro resquicio para traicionar la Constitución”. No se debe a una súbita transformación punitivista: es cinismo y control de daños para no perder votos. @gascondaniel

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Sobre la firma

Daniel Gascón
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) estudió Filología Inglesa y Filología Hispánica. Es editor responsable de Letras Libres España. Ha publicado el ensayo 'El golpe posmoderno' (Debate) y las novelas 'Un hipster en la España vacía' y 'La muerte del hipster' (Literatura Random House).

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