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TRIBUNA
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Sí va de hombres y de mujeres

La ultraderecha y la derecha utilizan cualquier situación para cuestionar la violencia de género y la responsabilidad de los varones, en lugar de proponer avanzar en esta y en el resto de las violencias

Violencia vicaria
Concentración feminista en junio de 2021 en Santa Cruz de Tenerife, al día siguiente de que la Guardia Civil hallase en el mar el cuerpo sin vida de Olivia, de seis años, una de las hermanas secuestradas y asesinadas por su padre, Tomás Gimeno, en Tenerife.Europa Press (Europa Press)

La violencia no tiene género, pero el género si tiene violencia. Tanto hombres como mujeres pueden utilizar la violencia si así lo deciden, pero las circunstancias en las que se usa sí vienen definidas en gran medida por lo que los hombres deciden en diferentes contextos y situaciones. Por ello, no es casualidad que el 95% de todos los homicidios que se cometen en el planeta sean realizados por hombres (ONU 2013) y que hayan desarrollado una violencia específica para mantener el orden y la desigualdad creada sobre las mujeres, como es la violencia de género. Una violencia tan normalizada que hace que las mujeres que la sufren lleguen a decir lo de “mi marido me pega lo normal”.

A principios de los años noventa, definimos la violencia de género como una violencia distinta al resto de las violencias interpersonales, y entre sus características diferenciales destacamos que se trata de una “violencia extendida” que el agresor dirige a personas cercanas a la mujer. Y entre esas personas cercanas, quienes más la sufren son los hijos e hijas que conviven en el mismo hogar. Por lo tanto, la violencia sí va de hombres y de mujeres, y sus consecuencias también.

El análisis de los 10 últimos informes del Observatorio del CGPJ sobre las sentencias emitidas por homicidios dentro de la violencia de género y la violencia doméstica, que incluyen desde 2011 a 2020 (último informe publicado), refleja muy bien las diferencias y el significado de la violencia ejercida por hombres y mujeres sobre sus hijos e hijas.

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En las sentencias de los informes de estos 10 últimos años aparecen 41 niños y niñas asesinados por 38 personas (no se incluyen los casos en los que el agresor se suicida, puesto que no hay juicio ni sentencia). De esas personas, el 68,4% fueron los padres o padrastros, el 26,3% las madres y en el 5,3% actuaron juntos padre y madre.

Además de la importante diferencia cuantitativa en el protagonismo de los hombres en el asesinato de los hijos e hijas, los elementos cualitativos también son definitivos, tanto desde el punto de vista de la relación como de la situación psicológica de quien lleva a cabo el homicidio. En cuanto a la relación, los hombres asesinan a sus hijos e hijas en un contexto de violencia contra su mujer o exmujer, circunstancia que no se produce cuando es la madre quien comete el homicidio. Y en lo que respecta a la situación psicológica de la persona responsable, se observan datos significativos en el caso de las mujeres. Concretamente, en uno de los homicidios recogido en el informe de 2015 la mujer fue absuelta por padecer una enajenación mental, y en otro caso incluido en el informe de 2014 la pena fue atenuada al padecer una discapacidad psíquica del 67% por retraso mental. Pero, además de estos dos casos, otros cuatro homicidios se produjeron justo tras dar a luz solas sin que nadie las pudiera asistir, por lo que se valoraron como homicidios imprudentes debido a las circunstancias físicas y emocionales de las mujeres en esas circunstancias.

El estudio de los casos confirma las diferencias que definen la violencia de género, y cómo las circunstancias y la situación de los hombres cuando llevan a cabo estos asesinatos es muy diferente a la de las mujeres, que no lo hacen como parte de una violencia previa contra los hombres, y que en el 70% de los casos analizados actúan bajo circunstancias y factores que influyen en su situación psicológica.

Si queremos ser eficaces en la prevención de los homicidios que cometen los padres tenemos que trabajar la violencia de género en la que se producen. Y si queremos ser eficaces en los homicidios que cometen las madres tenemos que trabajar en los factores que originan las alteraciones psíquicas, en la prevención de embarazos no deseados y en la asistencia a estos embarazos cuando se han producido, porque los homicidios que sufren los hijos e hijas sí van de hombres y mujeres.

Lo terrible de todo esto es comprobar, una vez más, cómo la ultraderecha y la derecha utilizan cualquier situación para cuestionar la violencia de género y la responsabilidad de los hombres en todo este tipo de conductas, en lugar de proponer avanzar en esta y en el resto de las violencias. Confundirlas y negarlas sólo conduce al fracaso y a más daño.

La situación es tan miserable que estremece escuchar a un padre al que acaban de matar a su hija expresar entre su dolor una frase impuesta y decir “esto no va de hombres ni de mujeres”, cuando quienes han creado esa idea son los que tienen la responsabilidad de reconocer las diferentes violencias, el distinto papel de hombres y mujeres en ellas, y poner medidas específicas para erradicarlas.

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