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Columna
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Dr. Jekyll y Mr. Mañueco

Estas elecciones son una oportunidad de oro para centrar el debate en los problemas de los castellanoleoneses, pero el foco mediático no está en Valladolid o Zamora, sino en Madrid o Barcelona

Elecciones Castilla y Leon
El presidente de Castilla y León y candidato del PP a la reelección, Alfonso Fernández Mañueco, en un mitin en Zamora.Emilio Fraile (Europa Press)
Víctor Lapuente

La política española presenta una evolución intrigante: cada vez tenemos más partidos locales (Comunes, Adelante, Existe, ¡Ya!, España Vaciada), pero la discusión política se vuelve más nacional. Por ejemplo, juzgando por los temas de campaña: ¿qué se dirime en las elecciones de Castilla y León? ¿La gestión del Gobierno autonómico de PP-Ciudadanos o las declaraciones de Garzón sobre las macrogranjas, los “hachazos fiscales” de Sánchez y los indultos a los condenados del procés? Más que como presidente, Mañueco se presenta como la oposición castellanoleonesa al Gobierno central.

Dado que las autonómicas en Castilla y León se celebran por primera vez en solitario, sin las distracciones de elegir también a alcaldes y diputados de otras comunidades, son una oportunidad de oro para centrar el debate en los problemas de los castellanoleoneses. Pero el foco mediático no está en Valladolid o Zamora, sino en Madrid o Barcelona.

En general, la política en tiempos de las tecnologías de la información está perdiendo píxeles. Sería lógico que, con más partidos que nunca, tuviéramos un mayor número de alternativas políticas que confrontar. A día de hoy, las formaciones políticas necesarias para aprobar una reforma laboral o una ley de la vivienda son, como mínimo, media docena. Deberíamos, por tanto, esperar una multiplicidad de propuestas sobre la mesa: mochila austríaca o danesa, controles de alquileres o bonos sociales. Sin embargo, a medida que intervienen más actores, más restringido es el abanico de posiciones. Todo se reduce al binomio “con o contra lo que propone Sánchez”. Cuanto más colorido es el arco parlamentario, más en blanco y negro el diálogo político. Toda controversia —de los metros de distancia entre una granja porcina y un colegio en Lorca a la votación del Benidorm Fest— es un plebiscito sobre el Ejecutivo nacional.

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El objetivo es despertar el miedo al rival. En Castilla y León, hay relevantes asuntos en juego, pero las elecciones se plantean como un cuento de terror. Para el PP, son un referéndum contra una coalición Frankenstein en Valladolid encabezada por Tudanca. Pero, con consejeros de Vox en lugar del moderado Francisco Igea, quien cambiaría sería Mañueco: pasaría de ser el atildado Dr. Jekyll al exaltado Mr. Hyde. Y es que no importa tanto el carácter del político como la pócima de políticas que ingiera. @VictorLapuente

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