_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El fin del chándal

En una especie de ceremonia de desvirgamiento gráfico, Billie Eilish posa para la portada de ‘Vogue’ al cumplir la mayoría de edad ceñida en un asfixiante corsé

Najat El Hachmi
Billie Eilish durante un concierto en Miami, en marzo de 2020.
Billie Eilish durante un concierto en Miami, en marzo de 2020.Kevin Mazur (Getty Images)
Más información
“Mostrar tu cuerpo no es irrespetuoso”: la razón por la que Billie Eilish ha roto Internet posando en lencería

Las azafatas de Noche de fiesta, las mama chicho o Jesús Gil en un jacuzzi rodeado de mujeres en bañador. Todas tenemos nuestro momento de estupefacción ante la pantalla del televisor, un momento en el que instintivamente nos preguntamos: ¿por qué estas señoras van casi desnudas? ¿Por qué ellas están delgadas, esculpidas con cincel de gimnasio, maquilladas, rectas y ellos se muestran fofos, gordos, calvos y poco agraciados? Repartieron los papeles de la libertad sexual y a nosotras nos tocó la lotería: convertirnos en objetos a merced del deseo masculino. Cuando no es en la crueldad violenta del porno, es en el destape lucrativo, la exhibición como oficio y salida profesional.

Ahora las niñas ven desfilar ante sus ojos a chicas con tanga y tacones en no sé qué isla. Se enfocan sus culos de forma insistente y el que ellos enseñen el torso supone igualdad, nos dicen. Todos van medio desnudos, pero las cámaras se dejan hipnotizar por los traseros de ellas mientras que en ellos prefieren las caras. Las niñas, que llevan sudaderas holgadas y zapatillas deportivas, no entienden lo que están viendo: mamá, ¿por qué estas señoras van con tacones si están en ropa interior?, ¿por qué van en ropa interior al llegar a una casa arrastrando la maleta?, ¿por qué no se compran bragas de su talla que no se les metan todo el rato por el culo?

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Las niñas de hoy toleran menos las incomodidades de los artilugios inventados para torturar a media humanidad. Muchas madres les hemos transmitido que es más importante que se sientan a gusto que encajar dentro de una moda absurda. Teníamos a mano un referente maravilloso: Billie Eilish y su valiente resistencia a la cosificación. Hay colecciones enteras inspiradas en sus looks holgados. Por primera vez no se escatimaba la tela empleada en prendas para adolescentes. Pero se acabó, ha llegado el fin del chándal. En una especie de ceremonia de desvirgamiento gráfico, la cantante posa para la portada de Vogue al cumplir la mayoría de edad ceñida en un asfixiante corsé. Afirma que no hay nada de malo en mostrar el cuerpo. ¡Claro que no! El problema es la explotación sistemática de tal exhibición, que resulte imposible escapar a ella y que prevalezca una educación que reproduce hasta la saciedad la cosificación de quienes nacieron hembras. Exhibirse para ser y gustar sigue siendo un valor hegemónico. ¿Cuántas olas feministas hacen falta para acabar con él?

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_