De la leche Betty al agua con aceite
Martí Batres recibió la oportunidad de sustituir a Sheinbaum. Era su momento para que el pasado fuera pasado, pero ahora tiene colonias con agua no potable
¿Qué es eso que no se oye en la Ciudad de México? Ese vacío en los barrios de la capital es el contraste entre las campañas de Claudia Sheinbaum y de Clara Brugada: la de la primera parece arroz cocido, en la de la segunda persisten las dudas sobre si cuajará.
Quien busque una pista de por qué la ex jefa de Gobierno va en caballo de hacienda rumbo al 2 de junio, mientras quien compite por Morena en la capital nomás no se despega de su adversario prianista, tiene en el agua sucia de la Benito Juárez mucho más que una metáfora.
Uno creería que a estas alturas en el Gobierno central ya habrían aprendido la lección. Confirman en cambio que solo el humano tropieza en la misma piedra más de una vez.
El Gobierno de Martí Batres solo tenía una chamba: que no surgieran dudas de que pone al partido por encima de los ciudadanos. Todo dios sabe que trabaja para su partido, pero el chiste es que no se notara y, sobre todo, que la ciudadanía no pudiera evidenciarlo.
Y en eso llegó el increíble desprecio a las denuncias ciudadanas por agua fétida de colonias de la Benito Juárez, donde los vecinos llevaban más de una semana reportando que “el vital líquido”, como dicen los colegas, no es inoloro, incoloro ni, por supuesto, insípido.
Martí Batres, cuya biografía tiene una mancha en el caso de la leche Betty, referente de pésima gestión pública, recibió una gran oportunidad, ni más ni menos que sustituir a Sheinbaum. Era su momento para que el pasado fuera pasado, pero ahora tiene colonias con agua no potable. ¡La leche!, dirían en España.
Hasta parece que se afanan en perder la elección capitalina. O en complicársela a Brugada. Y de paso a Sheinbaum, porque ni modo que el arroz se pueda cocer si Nahle no arraiga en Veracruz, Morelos está en duda; Edomex se complica; Jalisco, Nuevo León y Guanajuato siguen rejegos; Yucatán quiere seguir siendo la hermana República de ídem y, en otras entidades, como Baja, los pleitos morenistas son de antología.
En el expalacio del Ayuntamiento les sobra sospechosismo y les falta vocación de servicio. Por llenar los puestos con gente del movimiento se les han oxidado los resortes para detectar problemas que requieren, simplemente, ponerse en los pies de la ciudadanía.
¿Será que en el Gobierno capitalino, para citar al presidente López Obrador, se han hamburguesado?
¿Tanto batallaron para que quedara Clara Brugada de candidata y ahora le complican el futuro con algo tan sencillo como reconocer que los vecinos no están locos al reportar problemas con el agua, que no es un complot, que la clase media no quiere deponer a Martí?
El Gobierno ha tenido que reconocer que el agua, oh, novedad, está contaminada. La tardanza de Martí en atender a los quejosos es doblemente intrigante si se recuerda que está por comenzar el que se teme puede ser el peor momento de la sequía.
¡Ah!, quizá por ahí va la estrategia del Gobierno central: no hagan nada, son de la Benito Juárez, que está perdida, y además en cosa de días ni agua va a llegar, y sin agua, pues se acaban los olores. ¡Qué listos!
Lástima que, de seguir así el desdén de Batres, será a Brugada a quien esos, y otros vecinos, le secarán el futuro. Pero pues con su agua, ellos que sí pueden, se lo beban.
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