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Samuel García
Tribuna
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Licencia para chapulinear: el camino de Samuel García hacia la candidatura de Movimiento Ciudadano

El mayor logro en la carrera política de García es al tiempo la paradoja que se interpone entre él y la silla presidencial

Samuel García gobernador de Nuevo Leon
Samuel García en la Macroplaza de Monterrey (Nuevo León), en junio de 2021.NAYELI CRUZ

Al tablero de la elección presidencial de 2024 le falta una pieza. Mientras Morena y el Frente opositor avanzaron veloces en la selección de sus candidatos, Movimiento Ciudadano (MC) se mantuvo estático ante un contra juego a ser resuelto con cuidado. La próxima jugada de Dante Delgado —fundador y coordinador de Movimiento Ciudadano— no solo determinará el destino del partido; también influirá en la distribución del voto opositor. El partido naranja podría fácilmente arrebatarle a Xóchitl Gálvez su principal fortaleza: la narrativa antagonista al presidente. Tremendo enroque.

A tres meses de que MC revele al portador de su estandarte en la sucesión de Andrés Manuel López Obrador, los senderos comienzan a estrecharse. Sus opciones hoy se reducen a figuras como Samuel García, Patricia Mercado, Marcelo Ebrard —aún vinculado a Morena— y Jorge Álvarez Máynez. En este escenario, el actual gobernador de Nuevo León emerge como la opción con menos resistencias internas y con mayor intención de voto, rondando un 7%. En una elección formalmente presidencial, pero materialmente parlamentaria, se trata de un número considerable.

Existe un obstáculo. El mayor logro en la carrera política de García —su triunfo como gobernador del estado neoleonés— es al tiempo la paradoja que se interpone entre él y la silla presidencial. La Constitución local plantea el dilema: el ejecutivo solo puede renunciar a su encargo por causa grave a juicio del Congreso local. Desafortunadamente, para el joven político, aquel órgano no baila al compás del movimiento naranja, sino que se balancea entre las garras y colmillos del PAN y del PRI. Partidos que, después de lanzar acusaciones de dictador y reyezuelo contra García, hoy sostienen su futuro político por el mango. Difícilmente se inclinarán por otorgarle el permiso necesario para ascender a la cima presidencial. Primero, como una afrenta personal; segundo, porque no hay borracho que coma lumbre: el ascenso de Samuel implica la caída de Xóchitl. Un sube y baja.

La estrategia de Samuel García para vencer aquel estorbo legal —aunque aún no ha solicitado licencia ante el Congreso— es sencilla y ya está en marcha ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). El argumento central de García es que una eventual negativa del Congreso de Nuevo León para otorgarle licencia constituiría una vulneración de sus derechos político-electorales; en concreto, el derecho a ser votado.

La estrategia ha enfadado a muchos. En primer lugar, al 61% de los habitantes de Nuevo León que, según encuestas recientes, rechazan la idea de que el gobernador deje su cargo para aspirar a la presidencia. Segundo, a sus electores a quienes —apenas una semana después de las elecciones en las que resultó vencedor— prometió que no buscaría un nuevo cargo de elección popular durante su mandato como gobernador. Por último, y particularmente, a Jaime Rodríguez El Bronco, a quien, en 2018, Samuel García votó en contra de otorgarle licencia como gobernador para aspirar a la presidencia. Más rápido cayó Samuel que el Bronco.

El razonamiento de aquel Samuel García del pasado, conforme al cual instaba al Bronco cumplir con su promesa de campaña de no buscar la presidencia por ningún motivo, era sensato. El hoy gobernador destacaba la frustración que generaba entre muchos el hecho de que, a tan solo dos años de haber ganado la gubernatura de Nuevo León, ya estaba planeando ir por la presidencia sin haberse ocupado completamente de los asuntos del estado. Lo tildó de incongruente y oportunista. El que a hierro mata, a hierro muere.

Al inocente Samuel del pasado le asistía la razón: el obstáculo para que los gobernadores dejen su encargo es justificado. La Constitución local busca preservar la estabilidad gubernamental sobre las viles ambiciones individuales. Por ello, el texto legal señala que el fundamento de la renuncia del gobernador debe ser una “causa grave”. Resulta difícil pensar que el simple deseo de Samuel García de postularse a la presidencia pueda ser considerado como tal.

No obstante la racionalidad de la prohibición Constitucional, la Sala Superior del Tribunal Electoral (TEPJF) ha sostenido lo contrario: que el desempeño de un cargo de elección popular no debe erigirse a la vez en obstáculo para ejercer un cargo diverso. Es decir, el cargo de gobernador de Samuel García no debe ser una camisa de fuerza para aspiraciones de mayor envergadura. En este sentido el TEPJF ha resuelto en el pasado y presumiblemente lo hará en este caso particular: el Tribunal autorizará a Samuel a dejar temporalmente la gubernatura.

Con licencia del Congreso, o con el beneplácito del Tribunal, Samuel García avanzará hacia la presidencia. Entonces se encontrará con una nueva y sutil trampa: el Congreso local —ese órgano controlado por sus adversarios— nombrará a un gobernador interino que ejercerá el Poder Ejecutivo en lo que Samuel regresa. MC perdería el control de uno de los escasos bastiones que gobierna. ¿Sacrificará Dante a esa reina?

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