El vía crucis de Jorge Solís: seis años en una cárcel de la India acusado de tráfico de fentanilo
La familia denuncia que las autoridades indias cometieron una detención ilegal con extorsión y tortura, mientras que la inteligencia del país asiático lo vincula a una red que transportaba fentanilo a México
El mexicano Jorge Solís pasea el 25 de septiembre de 2018 por las calles de Indore, la ciudad más poblada del Estado de Madhya Pradesh, en la India. En este viaje su propósito es recoger muestras de plantas medicinales usadas en la medicina tradicional del país asiático conocida como Ayurveda. Piensa comercializarlas en México. Mientras entra en un local en la zona comercial de la populosa urbe es detenido por “civiles”. “El clásico levantón en una plaza”, es la versión que su padre, Jorge Renán Solís Marín, da a este periódico en una entrevista. Después de que su hijo haya pasado seis años en una prisión india, el padre ha denunciado ante la Fiscalía General de la República (FGR) que su hijo sufrió extorsión y tortura y pide a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) que interceda a favor de su inocencia. Las autoridades indias tienen otra versión en la que Solís fue condenado a 20 años de prisión por recoger 10 kilogramos de fentanilo para llevarlos a México.
No era la primera vez que Solís (46 años) acudía a la India. Pero sí una de las pocas que lo hacía sin su mujer, que se quedó en México con sus hijas de cuatro meses y cuatro años. La noche del 24 de septiembre de 2018 le manda a su cónyuge varias fotos de las muestras de productos de Ayurveda que quiere llevar a México. “No pasaba mucho tiempo, eran viajes de negocios”, explica su padre, que describe que esta vez el objetivo era conseguir acuerdos para comercializar los productos a través de la empresa de su hijo, Alaya Herbals, radicada en Guadalajara.
Al día siguiente el mexicano es detenido. Y es a partir de aquí cuando las versiones de su familia y las autoridades indias difieren. El periódico Hindustan Times, con sede en Nueva Delhi, capital de la India, publicaba el 28 de septiembre la noticia de un duro golpe contra el tráfico de drogas en Indore. “La Dirección de Inteligencia de Ingresos (DRI, por sus siglas en inglés) ha detenido a tres personas, entre ellas un ciudadano mexicano, por presunta posesión de más de 10 kilogramos de clorhidrato de fentanilo, una sustancia estupefaciente valorada en más de 100 millones de rupias (1 millón de dólares) en el mercado internacional”, publicaba el medio.
El director adjunto de la DRI, Nitin Agrawal, declaraba al Hindustan Times que Mohammad Sadiq y Manu Gupta fabricaban clorhidrato de fentanilo en un laboratorio ilegal en Indore. La droga la habían enviado hasta en cuatro ocasiones vía postal a su contacto en México, Jorge Solís. “Pero esta vez Jorge vino en persona a recoger la entrega”, acusaba Agrawal. India es una de los principales productores de precursores químicos, la materia prima para fabricar el potente opioide que ha provocado una gigantesca crisis de salud en EE UU.
En México los medios se hicieron eco de la noticia. Señalaban a Sadiq y Gupta, trabajadores de una farmacéutica, de fabricar fentanilo en un sótano de Indore. Jorge Solís era el supuesto enlace entre los cocineros de la droga y el Cartel de Sinaloa, el principal nodo mexicano en la red de producción de la droga. “Fake news (noticias falsas)”, dice firme el padre de Solís. “Nada de eso que han hablado le han comprobado a Jorge. Ni siquiera hay evidencia de que iba con los 10 kilogramos de fentanilo”, añade. Lo que figura en la denuncia que la familia ha presentado en la FGR es que la captura se dio “en el contexto de una serie de redadas por parte de la DRI en esa ciudad de Indore”.
El padre de Solís acusa irregularidades desde que a su hijo le pusieron los grilletes. “En ningún momento se le permitió establecer contacto con el consulado de México o su familia y tampoco se le proporcionó la asistencia de un traductor”, reza la acusación contra cuatro ciudadanos indios que participaron en la detención. En un pequeño cuarto de las instalaciones del DRI, ellos eran los que a través del traductor de Google “amenazaban” a Solís con “desaparecerlo” si no firmaba unos papeles en blanco. “El agente Harishankar Gurjar sostuvo un arma de fuego contra su cabeza y le obligó a arrodillarse”, explica la denuncia ante la FGR.
La versión de lo que ocurría mientras el mexicano estaba detenido difería mucho en la voz del DRI. “Solo habla español y un poco de inglés entrecortado, y nuestro conocimiento del español es nulo, por lo que nos está costando sacarle información”, explicaban fuentes policiales al Hindustan Times. El padre de Solís denuncia que mientras estaba detenido, el DRI desapareció las muestras de Ayurveda de su habitación en el Hotel Marriot de Indore y eliminaron de su teléfono móvil las conversaciones que había mantenido con los proveedores.
Solís fue declarado oficialmente como detenido bajo la Ley de Drogas y Narcóticos y Substancias Psicotrópicas de la India dos días después de su captura en las calles de Indore, el 27 de septiembre. La primera audiencia se llevó a cabo un día después sin intérprete ni asistencia consular. Solís no entendió nada de lo que se le acusaba. “A Jorge, si el abogado hubiera hecho bien las cosas, lo hubieran sacado en tres meses. Es el tiempo que Jorge tenía que haber estado ahí, 90 días, para cualquier aclaración de la investigación”, explica su padre, que ha contratado a cuatro defensores diferentes para su hijo en los seis años que lleva en prisión. El gasto total para tratar de liberar a su hijo, afirma, es de 10 millones de pesos.
Tras la vista, comenzó la extorsión. Sandeep Verma contactó por WhatsApp a Mariana Apodaca, la esposa del mexicano. El supuesto agente del DRI le envió una foto con su marido. Las capturas de pantalla que hizo Apodaca muestra conversaciones en las que Verma afirma que puede dejar libre a Solís. A cambio, pedía 500.000 dólares o si no su pareja se vería “falsamente implicado en un asunto de tráfico de drogas”, según la denuncia presentada en la FGR.
El 8 de octubre Solís es oficialmente encarcelado. Casi dos años después, el mexicano comienza una huelga de hambre que dura 17 días para exigir establecer comunicación con la Embajada de México en la India. Tuvo éxito, el cónsul mexicano en la India, Diego Pérez, se personó en la prisión central de Indore. De ahí salieron la mayoría de testimonios que ahora su padre denuncia en México. El día que el diplomático llegó a la celda de Solís le dijo extrañado que si no había leído las cartas enviadas desde la embajada. “La directora de la cárcel sacó de un cajón todos los comunicados que había recibido de la embajada de México en la India”, denuncia su padre.
En febrero de 2023, cuatro años y tres meses después de su captura, la justicia india le tomó declaración a Solís. Lo acompañaba un traductor que había puesto el propio DRI. “El DRI le exigía [al intérprete] que con su traducción Jorge se autoincriminara”, explica la denuncia ante la FGR. “Ellos quieren que yo te haga daño y no puedo hacerte daño”, decía el traductor a Solís mientras salía de la audiencia. El fiscal del DRI decía en hindi “mazak, mazak”, que significa “es broma” en español.
El juicio a Solís finalmente se llevó a cabo el 12 de mayo de 2023. Jorge fue condenado a 20 años de prisión por delitos relacionados “con la manufactura y preparación de estupefacientes, así como conspiración”, según la denuncia que su padre presentó ante la FGR. Quedó absuelto de exportación y financiamiento. Unos 150 testigos lo relacionaban con los dos farmacéuticos indios que fabricaban fentanilo en un sótano de Indore. “Todos inventados”, replica el padre del mexicano.
A pesar de los cargos expuestos en la denuncia ante la FGR, la Secretaría de Relaciones Exteriores emitió una valoración en la que admite que la sentencia a Solís es ilegible. “El documento no tiene ningún sentido en idioma español, le falta coherencia. La gramática, la ortografía y el uso de las palabras son completamente incomprensibles”, explica el documento firmado en Nueva Delhi por el cónsul Diego Pérez.
Solís cumple ahora casi seis años en prisión. Comparte celda con otras 11 personas. Come lentejas de una olla junto a los otros presos. Da clases de inglés y cose uniformes de la policía para obtener algunos beneficios dentro de la cárcel, explica su padre, que habla tres veces por semana con él en llamadas de 10 minutos. “Lo que se va a dar en los próximos días es la apelación, que creemos que la vamos a obtener, por lo menos que a Jorge le den la libertad bajo fianza”, sentencia su padre.
Apúntese gratis a la newsletter de EL PAÍS México y al canal de WhatsApp y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.