Alejandro Pelayo, director de la Cineteca Nacional: “Somos el nicho para el cine mexicano de autor”
El funcionario conversa sobre las nuevas salas de cine en Chapultepec, la competencia del ‘streaming’, la caída de la audiencia durante la pandemia y la relación con Cinépolis y Cinemex
Alejandro Pelayo (Ciudad de México, 78 años) recibe con beneplácito los buenos números que ha dado el cine mexicano en el último año. El más reciente informe del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) muestra que la producción nacional sumó 234 largometrajes, 44% de ellos realizados con apoyos públicos. “Eso solo se veía en la Época de Oro”, afirma Pelayo, quien desde 2013 está al frente de la Cineteca Nacional, la gran apuesta del Gobierno mexicano para hacer más accesible el cine, para el público pero también para los autores, que ven en estas salas una importante opción para la distribución de sus filmes.
Pelayo también tiene otras razones para estar de buen ánimo: la Cineteca cumple 50 años y lo celebra a lo grande, con la construcción de ocho nuevas salas en el Bosque de Chapultepec, con una inversión que supera los 600 millones de pesos. En total, este sistema público contará con 30 salas en Ciudad de México, tras la inauguración el año pasado de la Cineteca de las Artes, en el Cenart, el gran complejo culturar localizado al sur de la ciudad. “Eso te permite tener una injerencia sobre el tipo de películas que llegan a México, o sea que hay una política de distribución que tú puedes aplicar porque tienes un grupo de salas importante”, afirma Pelayo, quien es además director de cine, productor y guionista, ganador de cuatro premios Ariel, el galardón del cine mexicano, incluido el de mejor película por Miroslava, otorgado en 1993.
El director recibe a este periódico en su oficina en la sede de Cineteca en el Xoco, al sur de Ciudad de México, donde se toman las decisiones que mantienen viva esta potente maquinaria que ayuda a mover el llamado Séptimo Arte en México. Explica que la idea de ampliar las salas de esta institución viene de vieja data, cuando en 1982 ocurrió una terrible tragedia que marcó el cine de México: el incendio de la primera sede de esta organización, que había abierto las puertas en 1974. El infierno duró 16 horas y arrasó con carteles, cintas, películas (incluyendo algunas de Luis Buñuel) y documentales, documentos históricos, consumiendo uno de los mayores acervos cinematográficos del país y dejando una cifra trágica de 36 fallecidos.
“Si no se hubiera incendiado la primera Cineteca, a lo mejor seguiríamos solo con dos salas”, dice Pelayo. “Fue cuando se compró este espacio, que era la Plaza de los Compositores, y se adecuaron las cuatro salas iniciales. Después vino esta idea de ampliarla y cuando se dio el cambio del Gobierno actual, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, se interesó mucho y nos preguntó dónde había la necesidades de ampliarnos. Le dije que el Poniente de la ciudad era importante y con el tiempo surgió el proyecto de Chapultepec, que es muy interesante porque alimenta toda esa parte de la ciudad que no tenía acceso”, explica. Pelayo afirma que esperan inaugurar las nuevas salas el 15 de agosto, cuando se conmemora el Día del Cine Mexicano. “Hemos lidiado mucho con las constructoras, pero ya estamos en la recta final”, acota. Las autoridades aún deben solucionar el problema del ingreso a las nuevas instalaciones, que han sido construidas en una zona de difícil acceso, dentro de un campamento militar. Se trata, en todo caso, de una fuerte apuesta por ampliar la audiencia, después del duro golpe que significó la pandemia de covid-19 y el confinamiento decretado por las autoridades sanitarias.
Pregunta. Publicaron un informe en 2022 en el que señalaban que la Cineteca Nacional no había recuperado los espectadores previos a la pandemia. ¿Se han podido recuperar ahora?
Respuesta. No al 100%. Voy a dar un dato que es muy interesante: el mejor año fue 2019, cuando llegamos a un 1,3 millones de asistentes. Pasó la pandemia y nos caímos. Ahora estamos ya cerca del millón de asistentes en estas instalaciones, o sea que diría que hemos recuperado como un 70% o 75% de la audiencia. Muy probablemente no lleguemos a la otra cifra por una razón: cambiaron los hábitos. Mucha gente ve las películas en su casa.
P. ¿Se trata de una cantidad de personas que no volverán?
R. Así es. Estaría muy contento si a finales de este año en esta Cineteca llegáramos al millón de asistentes.
P. ¿Qué expectativas tienen con la sede de Chapultepec? Tienen el inconveniente del difícil acceso.
R. No sabemos. Tenemos ahí el punto que mencionas de cómo llegar. El problema fundamental es que está dentro de un bosque, caminar no es fácil, por lo que tenemos tres opciones de entrada: para personas que van a pie tienes el cablebús que se está construyendo y se va a terminar pronto, y que tiene seis estaciones. La primera estación es en Los Pinos y la última en Santa Fe, en el pueblo. La Cineteca es la estación quinta y está a 150 metros de la entrada de la Cineteca. También pensamos en una solución como el Pumabús de la UNAM, un camioncito que gire a ciertas horas de las funciones y que deje a las personas en la entrada de Santa Fe, donde estará la estación de cablebús. Y habrá una entrada para coches en Vasco de Quiroga. La otra entrada que se está haciendo es la que es exclusiva de soldados, la de Reforma con Constituyentes.
P. ¿Los militares van a permitir el libre acceso?
R. Sí, eso ya se negoció. No van a revisar tu coche, no van a abrir la cajuela. De todas maneras es un riesgo que estamos tomando, pero esperamos que la gente se entusiasme. Estamos proyectando poca gente para Chapultepec hasta ver qué pasa. Estamos pensando que en el primer año pueden asistir 250,000 personas, unas 30,000 al mes.
P. Hay mucha controversia en México sobre la distribución de películas. Algunos cineastas se quejan del duopolio Cinépolis-Cinemex que les dificulta proyectar sus filmes. ¿Cómo trabajan ustedes con los autores mexicanos?
R. Somos el principal exhibidor de cine mexicano en el país, de todo ese cine que no encuentra un espacio en las dos grandes compañías. ¿Qué es lo que sí exhiben esas compañías? Es el cine que no exhibimos nosotros, que es el básicamente comercial, las comedias románticas, las películas muy violentas, que no están dentro de nuestros objetivos. Todo lo demás se exhibe aquí y le va muy bien. La Cineteca se ha vuelto un nicho para ese cine mexicano que no tiene la promoción o la difusión, porque es un cine más de búsqueda artística, más de autor, no comercial fundamentalmente, que es el cine que apoya el Estado.
P. ¿Esas dos grandes compañías privadas ven a la Cineteca como una competencia?
R. Al principio sí, pero ya después, muy inteligentemente, se dieron cuenta que somos un nicho. Cinépolis nos manda sus películas porque sabe que les va a ir mejor aquí que con ellos. Eso es interesantísimo. Ahora hay una buena relación, porque cada uno está en su campo. Hay una colaboración muy interesante con las plataformas de streaming. Aquí se estrenó la película Pinocho, de Guillermo del Toro, y la vieron más de 40,000 personas en mes y medio.
P. Pero estas plataformas de streaming les han golpeado con la audiencia.
R. Sí, el golpe se muestra en que no hemos llegado al público que teníamos antes. Y ahora así será. Hay películas como Días perfectos, de Wim Wenders, que está en Mubi, pero que en las Cinetecas la han visto cerca de 20,000 personas. Eso hace que atraigas al público que quiere ver las películas en pantalla grande. Además, apostamos a que la gente venga a socializar, a compartir con otra gente, a estar con los amigos.
P. ¿Cómo ve desde su experiencia la salud del cine mexicano?
R. Creo que el problema del cine mexicano ya no es de producción, sino de distribución y de exhibición. La Cineteca sola no puede darle salida a todo ese material. Se tiene que consolidar la distribución y la exhibición negociando con las distribuidoras comerciales. En términos de producción se excedieron las 230 películas, eso solo se veía en la Época de Oro.
P. Muchos cineastas se quejan en los recortes de los presupuestos públicos.
R. Los recortes beneficiaron a un grupo que antes no era beneficiado, grupos más del interior de la República, grupos originarios. Cambió la política en la producción, que se fue más hacia a apoyos a grupos marginados. Claro, hay un grupo de cineastas que se siente desprotegido, pero lo que pasó es que cambiaron la ubicación de los fondos.
P. Aumentó la cantidad, ¿pero eso significa mayor calidad?
R. He visto pocas películas. He visto Valentina o la serenidad, de Ángeles Cruz, que es muy buena, y otras. Pero no puedo hacer una evaluación, porque no he visto muchas. Organizamos una semana en julio para proyectar todos ese material y ahí sí podremos ver cómo quedó la calidad.
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