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Quién se salva del huracán: el universo sórdido y tropical de Fernanda Melchor aterriza en Netflix

La cineasta Elisa Miller lleva a la pantalla ‘Temporada de huracanes’, la exitosa novela de la escritora mexicana. Ambas charlan con EL PAÍS sobre esta adaptación que camina entre lo crudo y lo sutil

Una fotografía promocional de 'Temporada de Huracanes'(dir. Elisa Miller, 2023).
Una fotografía promocional de 'Temporada de Huracanes'(dir. Elisa Miller, 2023).NETFLIX
Elena San José

Fernanda Melchor (Veracruz, 41 años) ideó un narrador que simulaba a Pazuzu, el diablo del Exorcista. Un demonio que se metía en los personajes, los poseía, y desde ahí lo contaba todo: lo que pasaba dentro de sus cabezas pero también fuera, a los lados, en cada rincón de ese pequeño pueblo infernal llamado La Matosa, el epicentro de su exitosa novela Temporada de huracanes (Random House, 2017). La cineasta Elisa Miller (Ciudad de México, 41 años) la escuchó contarlo en alguna entrevista y, con eso en mente, dejó que Pazuzu se apoderara de su cámara para intentar trasladar ese narrador “inabarcable” al lenguaje del cine. “Si la cámara estaba ahí es porque el diablo estaba ahí. Con esa excusa nos permitimos hacer movimientos que normalmente no habría hecho”, relata. Dominar a ese narrador todopoderoso fue el mayor reto al que se enfrentó cuando se propuso convertir el texto que le había apasionado en una película, disponible en Netflix a partir del 1 de noviembre.

El misticismo se impone dentro y fuera de una historia inspirada en hechos reales pero construida en la poderosa imaginación de Melchor. El cadáver de La Bruja de este pueblo veracruzano ficticio aparece flotando en un canal en avanzado estado de descomposición, y todas las sospechas apuntan hacia unos chicos de la localidad. El crimen parece resuelto casi desde el principio, pero la historia se arrastra y sigue cavando porque el homicidio solo es la superficie y debajo de ella yace la verdadera tragedia: la humillación, la desesperación, la violencia y la soledad de unos personajes que no consiguen sacar la cabeza por encima de la tierra caliente del trópico. “Difícilmente el libro se puede ver a veces, pero esta película se disfruta, se sufre, se goza también. Visualmente es riquísima”, valora la autora original, que viene de ver la edición georgiana del libro (”padrísima, como el alfabeto de los ángeles”), la última en sumarse a una lista que supera la treintena de idiomas.

Fernanda Melchor y Elisa Miller.
Fernanda Melchor y Elisa Miller.EL PAÍS / GETTY

La crudeza y la violencia que en la novela aparecen de forma explícita y sin tregua se vuelven más sutiles en el filme. La suavidad que imprimen las palabras frente a la fuerza de la imagen es compensada en el metraje con escenas que sugieren un universo atroz antes que mostrarlo. “Había cosas que, en mi lenguaje, eran muy rudas. La violación grupal estuvo en el guion. Tenía el grupo de chamacos, la camioneta, la chava, todo. Pero no pude ponerlo en escena, me superaba. Parte de mi traducción fue pasarlo por un filtro un poquito más amoroso”, explica Miller. Melchor concuerda: “Yo lo escribí imaginando todo, y desde la fantasía uno puede crear imágenes, pero una cosa es crearlas y describirlas y otra recrearlas. Hay otras implicaciones”.

La sintonía entre las creadoras es patente y fue lo que posibilitó que se adaptara la historia en un primer lugar. Miller fue la que acercó la obra de la escritora a los productores, pero siempre estaba “al borde de salir del proyecto”, revela con humor. La idea que le pareció una genialidad en un primer momento se volvía una empresa kamikaze a medida que se iba concretando. “Y entonces Fernanda dijo frente a los productores: ‘Yo les dije que sí por esta morra’, y a partir de ahí me empoderaste”, ensalza cómplice a su compañera, que recuerda lo que pensó cuando vio sus trabajos anteriores: “Esta morra sabe filmar la sordidez”.

Melchor no quiso intervenir en el proceso creativo de la película. Solo, ante la petición insistente de la directora, le dio un par de apuntes: “Me gusta mucho [el cineasta] David Lynch, y me gustaría que no todo sonara chilango [el habla capitalino]”. La escritora había batallado mucho para que el audiolibro no tuviera un acento del altiplano, y era importante para ella que se mantuviera así. El resultado dio en el clavo. “Son las caras que imaginé, los tonos de piel que imaginé, las voces, los acentos. Ahora ya no puedo quitármelos de la cabeza. Para mí ya están imbricados totalmente con la novela”, reconoce.

A los personajes se suma una atmósfera especialmente cuidada, que en ocasiones se convierte en la verdadera protagonista, por encima de los actores y sus acciones concretas: el aire espesado por el calor, el halo de superstición y misterio, unos sonidos y una fauna que agudizan un ambiente de por sí inquietante. “Tenía muy claro que tenía que filmar en un sitio tropical, decadente y que tuviera petróleo y caña. También era muy importante sentir el calor”, explica Miller. Le hubiera gustado grabar en Veracruz, “lo más cerca posible de esa Matosa imaginaria”, pero por motivos de seguridad decidieron llevarlo a otra parte, y fue en Tabasco donde encontraron esa combinación esencial en los parajes.

Katia Rigoni en el papel de Norma, en 'Temporada de Huracanes' (2023).
Katia Rigoni en el papel de Norma, en 'Temporada de Huracanes' (2023).NETFLIX

El esfuerzo de búsqueda y traducción que hizo con el narrador, los actores y el escenario se volvió un juego de niños a la hora de introducir las conversaciones en el guion: “Me volví superneurótica de preservar los diálogos del libro, el lenguaje hablado de Fernanda era lo que más me emocionaba”. Las concesiones que, con dolor, tuvo que ir haciendo por la coherencia de la película ―incluyendo el pasado de algunos personajes―, no incluyeron este ámbito, su trinchera definitiva. “En otras películas he sido mucho más relajada, dejo a los actores improvisar y no me importa si cambian una palabra por otra, pero en esta, no”. Hay un ritmo y una sonoridad concretas en las líneas que dibujó Melchor. “Ándale, mamacita, no te quedes ahí parada como verga”, dice la Chabela del libro y repite con exacta naturalidad la Chabela actriz, para goce de Miller.

No por casualidad asegura que hizo la película “poseída por la novela”. Como Pazuzu, hay algo en la narración que te agarra y no te suelta. “Me sentí elegida por la bruja original para contar su historia porque me pasaron unas cosas rodando increíbles”, confiesa. La señal definitiva fue una nota en la prensa declarando oficialmente inaugurada la temporada de huracanes, justo el día antes del comienzo de la grabación. “Dicen que en realidad nunca murió, porque las brujas nunca mueren tan fácil”, se lee, se escucha, en el epílogo de este inquietante thriller social. La Bruja sigue haciéndose oír a través de la maleza.

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Elena San José
Periodista en la Redacción de México. Antes estuvo en la sección de Nacional, en Madrid. Le interesan la política y la cultura, sobre todo la literatura. Es graduada en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca y máster en Democracia y Gobierno por la Universidad Autónoma de Madrid, con especialización en Teoría Política.
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