Juan Villoro: “En las bibliotecas más pobres están los libros que hay que leer”
El escritor de ‘La figura del mundo’, ‘El vértigo horizontal’ y ‘El libro salvaje’ recibe a EL PAÍS en un recorrido por su biblioteca personal que asegura es de trabajo y se formó por el azar
Cuando era niño, Juan Villoro (Ciudad de México, 67 años) se alejaba de los libros de su padre; los títulos de filosofía no eran algo que le interesara. Cuando la curiosidad le alcanzó con la edad, vio a su padre en un pequeño auto escoltar un camión que llevaba su biblioteca personal para ser donada a la Universidad de Michoacán, donde se mantiene hasta hoy día, de manera que tuvo que reiniciar su relación con los libros.
Villoro asegura no ser un coleccionista de libros. En sus propias palabras, no tiene aquel “ejemplar único buscado por todos los amantes de las cosas extrañas”. Un simple vistazo a su biblioteca lo contradice. En sus libreros aguarda una primera edición de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño. Lo atesora y habla de él con nostalgia. Pero su valor no proviene de la fama de la obra ni de la rareza del ejemplar, sino de la dedicatoria que el chileno plasmó en la primera página. Las palabras de puño y letra de Bolaño le dan a ese libro un espacio importante entre los cientos que recubren tres habitaciones de su casa al sur de Ciudad de México.
Dos filas más abajo hay una edición de Rayuela, el mítico libro con la tapa negra y los garabatos pintados en amarillo. Éste se lo dedicó su amigo Javier Cara, un joven con el que Villoro debatía en preparatoria si debían ser escritores o médicos. Juan se convirtió en uno de los escritores más influyentes de su tiempo, y Javier fue un médico que murió en el terremoto de 1985 mientras cubría una guardia en el Hospital General. Esos detalles e historias son las que a Villoro le hacen atesorar un libro.
En la parte alta de la casa hay un ejemplar de la agencia Magnum con las mejores fotografías que han realizado sus fotógrafos sobre el fútbol. Este título forma parte del estante que almacena todo tipo de ediciones que tratan sobre balompié, una de sus más grandes pasiones y a las que Villoro ha dedicado artículos, crónicas, relatos y hasta videocolumnas. El fútbol es sacrificio, y ser aficionado en México es un acto de fe, pero esa fe al escritor le sobra y la ha adoptado como uno de los temas más recurrentes en su escritura.
Su literatura es quizá una de las cosas más difíciles de definir, ya que abarca todo tipo de géneros y temas. No es casualidad que su libro El libro salvaje hable de un ejemplar que deambula por el mundo dando saltos para no ser leído.
Villoro carece de rituales especiales para escribir. No tiene horas ni espacios predilectos, pero en el bolsillo izquierdo de su pantalón carga siempre unas llaves atadas a un peón; hacen la suerte de rosario y con esas llaves abre cerraduras a mundos imaginarios.
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