‘El Lobo’ Valencia declara que pagó sobornos a García Luna: “Fueron más de 10 millones de dólares”
El antiguo jefe del Cartel del Milenio detalla que el exsecretario tenía vínculos con ‘El Chapo’ Guzmán, ‘El Mayo’ Zambada y Arturo Beltrán Leyva
Óscar Nava Valencia, alias El Lobo, es el segundo narcotraficante que asegura haber pagado sobornos a Genaro García Luna. Así lo ha declarado este lunes en el juicio en Nueva York contra el secretario de Seguridad del Gobierno de Felipe Calderón (2006-2012). “Le entregué dinero en efectivo”, afirmó el capo, antiguo líder del Cartel del Milenio y viejo aliado del Cartel de Sinaloa. “Fueron más de 10 millones de dólares”, agregó. El narcotraficante detalló que Arturo Beltrán Leyva, Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada tuvieron una relación directa con el exfuncionario. “Específicamente mencionaron a Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño”, dijo sobre las alianzas de sus antiguos colaboradores con el acusado y sus dos principales cómplices, según las autoridades estadounidenses.
El Lobo se refirió a los sobornos como “los arreglos”. Eran pagos a funcionarios públicos “para tener seguridad y protección” y “para poder traficar libremente”. “Sobornamos al Gobierno federal”, dijo directamente Nava Valencia, que también señaló a agentes de la Policía Federal de Caminos ―una corporación extinta― y a políticos, aunque no ha mencionado a ninguno por nombre.
El narcotraficante explicó que a principios de los años 2000 hubo una alianza conocida como la Federación, en la que el Cartel de Sinaloa logró una sociedad con el Cartel de los Beltrán Leyva y antiguos miembros del Cartel de Juárez. Nava Valencia colaboró estrechamente con El Chapo y con Jesús El Rey Zambada, el hermano de El Mayo, con quien coordinó envíos de cocaína desde Colombia, Venezuela, Ecuador y Bolivia al aeropuerto de Ciudad de México, a veces con una escala en Centroamérica.
Era también particularmente cercano a los allegados de Arturo Beltrán Leyva, como Édgar Valdez Villarreal La Barbie y Sergio Villarreal Barragán El Grande, que fue el primer testigo que declaró contra García Luna. “Con ayuda del Gobierno, el cartel creció en cuanto a territorio, en la cantidad de drogas que movíamos y eliminó a sus enemigos”, afirmó Villarreal Barragán en la corte de Brooklyn el pasado lunes.
El Lobo ha corroborado las declaraciones de El Grande sobre el pago sistemático de sobornos a García Luna. Siempre según esta versión, la primera vez que Nava Valencia dio dinero al exfuncionario fue en 2006, cuando Arturo Beltrán Leyva convenció a varios de sus socios de dar “una polla” o una colecta. “Nos dijeron que teníamos que hacer ‘una polla’ entre todos”, señaló. Ese pago inicial fue de 2,5 millones de dólares. Se pidió a varios altos mandos de la Federación que participaran como Nacho Coronel y Juan José Esparragoza, alias El Azul.
“Nos dijeron Arturo, La Barbie y todos ellos que con esto podíamos contar con Genaro García Luna”, aseguró el capo. El Lobo, que se ha presentado al estrado con un uniforme de reo de un color amarillo fosforescente, afirmó que a cambio del dinero esperaban “tener más control sobre el territorio”, así como ayuda y filtraciones de información en medio de una guerra con La Familia Michoacana, sus enemigos. Los Beltrán Leyva, dijo Nava Valencia, se referían al exsecretario como Licenciado, Compa o Señor. “También lo llamaban por su nombre, Genaro”.
También dijo que la relación con el exfuncionario se remonta a cuando fue director de la Agencia Federal de Investigación (AFI) durante el Gobierno de Vicente Fox (2000-2006). “Cuando estaba mandando gente para Laredo, mandó a un comandante [de la AFI] para ayudarnos en la guerra que tenían por allá”, declaró sobre un supuesto trato preferencial que recibía el Cartel de Sinaloa sobre sus rivales, El Cartel del Golfo y Los Zetas.
El Lobo aseguró que tuvo al menos otras dos reuniones en la que entregó dinero a García Luna. La primera fue en octubre de 2007 en Cuernavaca, después de que el Cartel de los Beltrán Leyva (todavía aliados de El Chapo en ese tiempo) sufrió un decomiso de más de 20 toneladas a manos de la Marina. Fue una de las mayores incautaciones en la historia de México hasta ese momento. Diez toneladas eran de Nava Valencia y la otra mitad era de Arturo Beltrán. Los socios colombianos le reclamaban a los narcos mexicanos por las pérdidas y, angustiados, los capos buscaron al entonces secretario de Seguridad.
“Me sorprendió verlo ahí”, contó el testigo, que dice haberse sentado justo frente al funcionario. García Luna les dijo que el cargamento venía vigilado desde Sudamérica y les compartió documentos que probaban el seguimiento de la DEA. La filtración valía oro e hizo que los socios de Colombia se tranquilizaran: ”Nos ahorró 50 millones de dólares”. Beltrán pagó cinco millones por esa información y Nava Valencia dio otros cinco más.
La segunda reunión fue en 2008, durante la ruptura de la Federación comandada por el Cartel de Sinaloa. Arturo Beltrán mandó a secuestrar un par de meses antes a El Lobo para ver de qué lado estaba, si con él o con El Chapo y El Mayo. Su gente tuvo que pagar un rescate millonario y él logró convencerlos de que iba a ser fiel, pero acabó traicionándolos poco después y se alió con El Chapo. “No cabían los cinco millones, entonces solo metieron cuatro en la unidad [el coche] que mandaron”, recordó.
En medio del pleito, Nava Valencia pidió una reunión con el secretario de Seguridad. La condición para que se llevara a cabo el encuentro era pagar medio millón de dólares por adelantado. “Duró unos 15 minutos, en lo que nos presentamos y hablamos sobre Arturo [Beltrán]”, dijo sobre la conversación, que tuvo lugar en un autolavado de Guadalajara, según su testimonio. Dijo que Luis Cárdenas Palomino, la mano derecha del jefe policial, estaba ahí también, en un “lavadero de carros” que servía de fachada a uno de sus socios más cercanos. “Iban vestidos de traje los dos”, recordó, “cuando empezamos a platicar, sabían todo lo que había pasado con lo del secuestro”. García Luna ofreció protegerlo y dijo “que iban a tener intermediarios para hablar con nosotros en el futuro”. Además de los 500.000 dólares, el secretario le pidió otros 2,5 millones para cerrar el trato. En total, eran otros tres millones de dólares para el funcionario, dijo El Lobo.
Tras romper con el Cartel de Sinaloa, el clan de los Valencia formó el Cartel del Milenio, su propia organización. El grupo tenía presencia en Michoacán, Jalisco, Colima, Ciudad de México, Nuevo León y Tamaulipas. El Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), actualmente los principales rivales de Sinaloa, son una escisión de esta antigua organización. Nemesio Oseguera El Mencho también fue miembro, así como varios integrantes de Los Cuinis, uno de los brazos armados del CJNG. Nava Valencia fue su líder desde 2004 hasta octubre de 2009, cuando fue capturado en Tlajomulco de Zúñiga, en Jalisco. El Lobo dijo que purga una condena de cárcel en Estados Unidos por tres cargos de narcotráfico hasta abril de 2025.
Nava Valencia es el noveno testigo llamado a declarar contra García Luna, pero es apenas el segundo que lo conoció y tuvo contacto directo con él. “¿Qué sabía usted de las relaciones que tenía El Chapo con funcionarios del Gobierno?”, le preguntó la fiscal adjunta Marietou Diouf. “También mencionó a Genaro García Luna”, respondió el convicto. “¿Y El Mayo Zambada mencionó algo sobre sus relaciones con funcionarios?”, siguió el interrogatorio. “A Genaro. García. Luna”, dijo El Lobo, enfatizando las pausas. Mientras contaba el dinero que aseguró haber entregado a García Luna, el capo aseguró que pagaba unos 2 millones de dólares al mes en sobornos a autoridades en distintos niveles de Gobierno.
El testimonio salpica al secretario de Defensa de Calderón
Florian Miedel, el número dos de la defensa de García Luna, contraatacó en el interrogatorio. Recordó a El Lobo que participó en torturas, asesinatos y secuestros de cientos de personas. Pero también sembró una duda importante en el jurado. Entre 2011 y 2020, en 10 años de colaboración con las autoridades estadounidenses, Nava Valencia jamás señaló a García Luna durante entrevistas que se extendieron por horas. “Hubo un nombre que nunca mencionó: Genaro García Luna”, dijo Miedel. “Hubo temas que no se tocaron”, contestó el testigo. “Uno tenía temor también”, agregó.
Miedel logró que el testigo admitiera también que tampoco mencionó a Cárdenas Palomino. Incluso, en esos años, las autoridades de EE UU le mostraron una foto y no pudo identificarlo. “Me enseñaron muchas fotos, hay fotos que se me traspapelan en la cabeza”, justificó El Lobo. “Se tocaron temas superficiales sobre corrupción en el Gobierno, hasta que llegó el momento”, se aferró el narco. El abogado de García Luna le preguntó entonces por qué sí había incriminado a Guillermo Galván Galván, secretario de Defensa durante el Gobierno de Calderón, por recibir sobornos antes de 2020 y no a su cliente. El capo se vio acorralado.
El abogado de García Luna también logró que el testigo admitiera que en diciembre pasado cambió su versión. Un mes antes de que iniciara el juicio, El Lobo dijo a los fiscales que había “mentido” y que “nunca había visto a García Luna”. El narcotraficante dijo que tenía miedo porque había recibido amenazas y porque su familia sufrió atentados, aunque no fue específico. Después, decidió quedarse con su declaración original. Con todo, Nava Valencia reafirmó que la corrupción llegó a las esferas más altas del Gobierno. “¿Usted está diciendo que se sobornó a personas que estaban justo por debajo del presidente Calderón?”, cuestionó Miedel. “Sí, se llegó a ese punto”, zanjó el convicto.
En un momento del interrogatorio, García Luna se giró con Shannon McManus, el integrante más joven de su equipo de abogados, y le guiñó un ojo. Se sentía confiado otra vez, pese a estar tenso durante toda la jornada. Es el exfuncionario mexicano de más alto rango que se ha sentado en el banquillo de los acusados en Estados Unidos. Se enfrenta a tres cargos por tráfico de cocaína, uno por delincuencia organizada y otro por falsedad de declaraciones. De ser hallado culpable, se enfrenta a una pena mínima de 10 años de cárcel hasta la cadena perpetua.
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