Bienvenidas a un México sin patriarcado
Como si fuera realidad en vez de utopía, 10 expertas recrean un país en el que el acoso sexual ha desaparecido de las universidades, los cuidados son repartidos y la igualdad de oportunidades ha llegado a la educación y la cultura
Es 8 de marzo, pero no del 2022, es un año después de ”la Gran Caída”. La periodista Luisa Cantú cuenta algo nerviosa que los contingentes feministas de la marcha van a pasar por un centro de lactancia en la calle Francisco I. Madero, en Ciudad de México, y van a llegar a ser recibidas por la jefa de Gobierno, que escucha y trabaja mano a mano con estas organizaciones. “En la antigüedad inmediata, cuando todavía había patriarcado, se conmemoraba el día de la mujer trabajadora. Ahora es un día de asueto”, dice la reportera, que relata cómo la participación laboral de las mujeres ha dejado de ser del 40% en el país y se ha cerrado la brecha de género. En este México, los hombres cuidan y hacen el trabajo doméstico igual que ellas —no 15 horas menos a la semana—, se trabajan otros modelos de justicia, solo es madre quien lo desea, solo es prostituta quien lo desea, el acoso sexual ha desaparecido de las universidades, y ya no hay mujeres indígenas, porque ya solo son mujeres mixes, zapotecas, otomies. En las escuelas estudian el patriarcado: en la asignatura de historia.
Esta realidad alternativa ha sido recreada este lunes en el auditorio del Centro Cultural Universitario de Tlatelolco por 10 mujeres —escritoras, diplomáticas, periodistas, académicas, cineastas, estudiantes, activistas— en Ser mujer en el postpatriarcado, un evento organizado por la Universidad Autónoma Nacional de México (UNAM). “El feminismo es lo más parecido a una utopía, a construir un mundo distinto”, ha dicho Amanda de la Garza, directora del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). En su intervención, De la Garza ha repasado algunas de las deudas históricas que la cultura mexicana mantiene con todas esas artistas a las que no reconoció: “Tenemos que arrojar luz sobre los márgenes para producir otra historia del arte, construir otro canon cultural”.
Como el mito de las amazonas en la Antigua Grecia o como la sociedad exclusiva de mujeres protegidas por una montaña que plantea Doris Lessing en La Grieta, la pregunta era un ejercicio de imaginación: ¿cómo sería la maternidad sin patriarcado? ¿La educación y el cine? ¿El trabajo sexual? ¿El periodismo y las cárceles? Cada ponente tenía 10 minutos para contar cómo cambiaría su campo si hubiera igualdad de trato y oportunidades para las mujeres.
La escritora Isabel Zapata propone otra concepción de la maternidad, alejada del estándar inalcanzable de la madre perfecta: más libre, gozosa y deseada, menos solitaria e idealizada. “Y más imaginativa, ¿las palabras que utilizamos están bien? ¿Hacen falta otras? Igual tenemos que inventarlas, crear una nueva para las mujeres sin hijos, para que no implique una carencia”, ha dicho la autora de In Vitro, que ha reivindicado el poder de la voz de las mujeres. “Cada mujer que se hace visible está luchando contra fuerzas que podrían hacerla desaparecer”, ha dicho citando a la escritora Rebecca Solnit. Es lo mismo para el cine, ha argumentado Abril Alzaga, directora de FICONAM, que después de un repaso a la desigualdad de mujeres en puestos de decisión de la industria, ha reivindicado dejar la representación cosificada de la mujer, para insertar nuevas miradas en películas que sí lleguen a estrenarse.
En un país en el que 10 mujeres son asesinadas al día y no hay tregua para la violencia de género, la activista y directora de Casa de Muñecas Tiresias, Kenya Cuevas, ha recordado al “último eslabón”: las mujeres trans trabajadoras sexuales. “Todas han llegado por un acto de violencia. En un futuro después del patriarcado, ellas llegarán por decisión propia”. Y ha añadido: “Tenemos que trabajar juntas, de la mano, para que no nos maten por separado”. Ante esta espiral de crímenes que vive México, la abogada Paola Zavala ha puesto el dedo en las fallas inmensas del sistema judicial. “Siempre han sido los hombres quienes han decidido qué debía estar prohibido y sobre todo cómo debía castigarse. Tenemos una justicia trazada por el género y por la pobreza”, ha dicho Zavala, que aboga por otras opciones como la justicia restaurativa o la comunitaria. “La cárcel nunca ha solucionado nada. La violencia que ahí se vive solo genera más violencia”.
La lingüista Yásnaya Aguilar ha apostado por la idea más radical: “El fin del patriarcado debe ir acompañado del fin del colonialismo y del capitalismo”. Activista mixe, Aquilar considera que el cambio pasa, obligatoriamente, por “darnos cuenta de que este modelo de crecimiento infinito es insostenible”, y rechaza la explotación continua de cuerpos y territorios. “Tenemos que poner en crisis estos tres grandes sistemas”, ha concluido.
La sensación final de las intervenciones era esperanzadora. “El feminismo siempre ha buscado cambiar el paradigma. Siempre ha habido mujeres que se han sentido incómodas con la situación de opresión”, ha afirmado Belén Sanz, representante de ONU Mujeres en México, “desde el pacifismo, vamos a deshacer y romper las estructuras patriarcales”. De la Garza se ha mostrado confiada y ha lanzado el órdago al otro lado: “En este mundo posible del pospatriarcado, los hombres tienen que querer desmontar su privilegio para poder participar”. Leticia Bonifaz, experta del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW), ha colocado a la educación en el centro del cambio hacia esta utopía. “Concienciar de que la igualdad es el camino, es la única sociedad posible. No podemos dejar de insistir, porque siempre existe la posibilidad del retroceso”, ha apuntado, “hasta que digamos ‘no fue fácil el fin del patriarcado”.
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