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“Y mañana, ¿qué?”: más tiempo en familia para combatir la sobreestimulación de actividades en Navidad

Antes de llenar las vacaciones de ocio estructurado y excesivo, hay que pensar en organizar más planes en los que los niños sean partícipes, dejarles espacio para el juego libre y más momentos con ellos

Rentas
Una familia disfruta de un mercadillo navideño en Barcelona.David Zorrakino (Europa Press)

La jornada diaria de un niño, a partir de los cuatro años, consiste en levantarse, desayunar, ir al colegio, comer, asistir a clases extraescolares, merendar, hacer los deberes, cenar y acostarse. Todo estructurado. Casi no hay tiempo para la improvisación o el juego libre. “Los niños son víctimas de esa estructura que necesitamos los adultos”, explica el psicólogo infantojuvenil Jonatan Molina Torres. Y, el fin de semana, las agendas de las familias siguen repletas de eventos y actividades. Algo que se intensifica en épocas como la Navidad, cuando los padres sincronizan sus vacaciones con las de sus hijos y buscan planes y cosas que hacer para llenar las horas del día.

Escribía Rosa Montero en su columna en El País Semanal, el pasado domingo 27 de noviembre, sobre la necesidad de estar siempre haciendo algo. “No nos damos ni un momento de respiro”, decía. Y esa es la sensación de muchas familias. Sobre todo durante las vacaciones navideñas. Dieciocho días sin colegio que necesitan ser llenados de actividades en familia que, en muchas ocasiones, vienen marcadas por lo que nos recomiendan otros progenitores en los grupos de WhatsApp o lo que vemos en las redes sociales. “Tenemos que tener un autocontrol en decidir qué experiencias nos pueden gustar. Si sometemos a los menores a esa exposición continuamente creamos algo que les puede dañar”, aclara Alicia Banderas, psicóloga y autora del libro Niños sobreestimulados, cómo educarlos con calma y protegerlos de los peligros que esconden las tecnologías (Libros Cúpula de Planeta, 2017).

Pero, ¿dónde está la línea que separa el ocio excesivo de un ocio moderado? “Cuando tu hijo te dice: ‘Y mañana, ¿qué?’, ahí ya nos hemos pasado. La vivencia tiene una vida muy corta si solo se nutre de cantidad y no de calidad”, explica Banderas. Tal cantidad de actividades en poco tiempo puede llevar a la sobreestimulación, lo que conlleva a exponerlos a más actividades de las que pueden asumir. “El problema no es estimular, sino dónde está ese límite que separa la estimulación de la sobreestimulación”, añade el psicólogo Jonatan Molina.

El algoritmo del ocio

Cada vez se buscan más información y actividades de ocio a través de las redes sociales, aunque Banderas matiza que no hay que culpar a la información de la sobreestimulación: “Gracias a ella hemos mejorado muchísimo”. Ella intenta hacer ver a las familias que se acercan a su consulta las consecuencias del FOMO, acrónimo de la expresión inglesa Fear Of Missing Out (miedo a perderse algo, en español). “Cuando les explicas que están viviendo ese estrés, esa ansia porque se pierden algo o esa merma de la creatividad si solo son experiencias estructuradas, empiezan a cambiarlo”, añade.

Los expertos en comunicación consideran que aunque se consuma más oferta de ocio a través de lo que vemos en las redes, la sobreestimulación no es solo culpa del algoritmo —el conjunto de normas de programación que hará que una publicación se muestre mucho o, en cambio, la plataforma casi no la muestre a ningún usuario—. “Hace falta una reflexión más profunda sobre qué tipo de ocio queremos para nuestros hijos. Qué concepto tenemos del tiempo libre”, sostiene la experta en redes sociales y marketing digital María Lázaro Ávila. Pero lo que es cierto es que cada vez nos informamos más a través de las redes sociales. Según el estudio Digital News Report, publicado por Reuters Institute el pasado mes de junio, el consumo de noticias a través de la televisión y la radio ha decaído un año más en detrimento de estas plataformas.

El algoritmo en las redes sociales, explica Patricia Chica, de la agencia de comunicación especializada en servicios culturales Culturina Comunicación, son unos parámetros internos que marcan el funcionamiento de cada perfil con actividad en su plataforma: “Es decir, que según interactuamos nos mostrará preferencias. Y lo comprobamos cada día cuando revisamos nuestros perfiles”. Por eso, Lázaro advierte: “Si buscamos información debemos pensar para qué la buscamos. Que no sea la información la que nos planifique la vida”.

Juego libre y ocio de calidad

El juego libre es necesario para el desarrollo de los menores. Activa la creatividad, su capacidad resolutiva y su tolerancia a la frustración. “Pero si no se les deja que experimenten, si les damos todo tan hecho y tan seguido, matamos las ganas de inventar”, explica Lorena Oliver, profesora de Educación Infantil en un colegio público de Alicante. “Desde las aulas intentamos también enseñar que en las vacaciones de Navidad el mejor regalo que podemos dedicar a nuestros hijos es tiempo con ellos y no actividad por actividad”, añade.

Los psicólogos recomiendan usar el sentido crítico a la hora de elegir qué se hace con los menores durante estas fiestas. Dejar que experimenten con el juego libre. Que se aburran. Que no haya presión. “Pasar más tiempo de calidad y con estímulos que favorezcan el desarrollo de una relación afectiva positiva entre los padres y los niños”, incide Molina. Disfrutar en familia del tiempo juntos. Buscar actividades o juegos donde ellos puedan participar. “Los niños recuerdan experiencias cuando son partícipes, no cuando son meros espectadores”, añade Banderas.

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