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Alternativas a los deberes para los niños en vacaciones escolares: montar en bici, ir a la compra o escribir postales

El tiempo libre estival suele ser una de las preocupaciones de los padres, que se suelen preguntar: ¿qué hago con el niño?

Amistad
El verano es una época para el disfrute de los niños, afirman los expertos. Aquí, varios de ellos juegan con un aspersor.Ariel Skelley (Getty Images)

Se suele asociar el aprendizaje de los niños a los contenidos curriculares del colegio, pero hay conocimientos y experiencias que solo se pueden adquirir fuera de ese ámbito, y el verano es una de las épocas del año que invitan a ello. No obstante, el tiempo libre estival suele ser una de las preocupaciones de los padres, que muchas veces se preguntan: ¿qué hago con el niño? Así, los progenitores cambian el estrés de los horarios del resto del año por la inquietud de cómo conciliar las vacaciones de sus hijos con su trabajo.

Sin embargo, este tiempo libre puede resultar “una gran oportunidad” para ver cómo los aprendizajes de conducta y desarrollo personal adquiridos durante el año han sido aprendidos, explica Ana López, pedagoga especialista en Neuropsicología Educativa. “Podemos comprobar que, al romper con todas las rutinas, nuestros niños se adaptan, saben manejarse en la vida cotidiana y solucionar problemas. Al verse sin los límites ni horarios del curso, deben crear nuevas maneras de vivir y convivir, y ahí es cuando se comprueba cómo son y cómo se desenvuelven”, asegura la experta.

Algunos padres y madres pueden caer en el error de querer rellenar el tiempo de asueto de los niños durante las vacaciones, pero no se trata de “buscar cosas para entretenerles”, advierte López, sino encontrar nuevos enfoques y alternativas: “Es bueno que tengan esa libertad. La cuestión más preocupante es ver cómo los menores llegan a las vacaciones de verano, agotados y exhaustos por dos motivos: por el ajetreo de la vida diaria, con deberes y extraescolares, y porque es lo que les transmitimos los adultos”.

Actividades en vacaciones alejadas de los deberes

Una de las posibilidades que ofrecen las largas vacaciones veraniegas es la de incluir a los niños en la rutina de los adultos para que ayuden a planificar en cuestiones como hacer la compra, las listas de qué llevar en la maleta o qué comida y cosas preparar para la barbacoa del domingo. “Esto les proporcionará una experiencia sobre el desarrollo de las funciones ejecutivas de planificación y organización, así como de iniciativa. Además, les hace sentir bien al verse como parte importante de la familia”, añade la psicóloga.

Es fácil caer en la dinámica de intentar trabajar a final de curso, de querer recuperar materia escolar y poner deberes diarios, sin embargo, los expertos lo desaconsejan. “No creo que el verano deba ser el tiempo para eso, sino que es una época para disfrutar. Son sus vacaciones, no sus extraescolares o sus clases de refuerzo. Además, hay muchas formas de tener presentes los contenidos curriculares sin necesidad de recurrir a tareas, como, por ejemplo, pueden escribir cartas o postales; ir a la compra; manejar el cambio u observar la naturaleza o montar en bici, entre otros. El día a día es rico en oportunidades de aprendizaje”, subraya Ana Muñoz, psicóloga y terapeuta Gestalt. En vacaciones, explica Muñoz, el tiempo se dilata y parece que hay margen para hacer “de todo” o “bien pasa lento y resulta aburrido”: “En cualquier caso, surge la oportunidad de tener que elegir y organizarse, así como de preguntarse, ¿qué me apetece hacer hoy? Se trata de una pregunta muy interesante para hacerse y responderse”, asegura Muñoz.

De esta manera, las familias pueden recuperar las cosas sencillas del día a día, que quedan frenadas durante el año por las tareas, las obligaciones y los horarios escolares, como puede ser dormir hasta que se necesite y poder hacer la siesta. “Hay chavales que tienen déficit de sueño y durante el verano pueden aprovechar para satisfacer esta necesidad. También, puede ser interesante conocer el barrio de otra forma: ¿Cómo es la biblioteca por las mañanas? ¿A qué hora abre la panadería? ¿Dónde se compran las entradas de la piscina?”, continúa Muñoz.

En vacaciones, los niños deben jugar. Parece tan evidente, que algunos padres y madres lo pueden olvidar. El juego es ese gran clásico, según explica la experta, tan recomendable para los niños y que durante el año académico no siempre pueden disfrutar con total libertad. “A lo mejor es momento de sacar de los armarios esos juguetes que en el día a día resultan demasiado aparatosos o que necesitan un grupo grande de gente para participar; o quizá se puede hacer intercambio con otras familias o, simplemente, dejar a mano todos los materiales lúdicos que hay en casa y descubrir las posibilidades que tienen”, incide la psicóloga.

“¿Qué tal si en vez de dirigir las actividades y hacer que los niños tengan que elegir entre ajedrez y deporte pudieran tener accesibles los diferentes materiales y espacios y así ir probando, o incluso no elegir nada y aburrirse? Los niños necesitan de adultos que les acompañen y que les cuiden, no tanto que les propongan, animen o dirijan”, sugiere la experta.

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