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No más faldas para ir a jugar al parque

La ropa también define carácter y cómo una o uno debe de ser: ¿por qué se prioriza su estética y sus “atributos de niña”?

Estereotipos de género
¿Tiene sentido vestir a las niñas preciosas y presumidas para ir a explorar, jugar y socializar al parque?pexels

¿Tiene sentido vestir a las niñas preciosas y presumidas para ir a explorar, jugar y socializar al parque? En ocasiones nos encontramos a niños con ropa holgada brincando y disfrutando con comodidad y a niñas disfrazadas de domingo con prendas muy engorrosas. La ropa también define carácter y cómo una o uno debe de ser. La educadora y promotora de igualdad de Geuk Patricia Cardeñosa consultoría asegura que a una bebé se le ponen pendientes o lazos para que quede claro que es una niña y no un niño. “Una criatura sin accesorios que marquen su género será considerada niño, mientras que para pensar que es una niña, tendremos que encontrar en ella algún complemento femenino”. ¿Por qué la falda es de niña? Y sobre todo, ¿por qué las vestimos con falda para ir a jugar? ¿Por qué se prioriza su estética y sus “atributos de niña”?

Desde Geuk consultoría afirman que los estudios sobre adolescentes y género revelan que en el imaginario de la juventud, la feminidad se sigue relacionando con pasividad, emocionalidad, dependencia, comprensión y cuidado de las demás personas mientras que la identidad masculina se asocia con autosuficiencia, racionalidad, control emocional, competitividad y dominio de la violencia. Solo con la ropa a unos les decimos “ve explora” y a ellas “pórtate bien y no hagas el gamberro”. Siempre hay excepciones, claro. Hay familias que no les importa que la niña con falda se ensucie, se moje o se le vean las braguitas. Pero aceptemos que la ropa más cómoda para ir a tirarse por un tobogán no es.

“A través de los roles y estereotipos se marcan y controlan los comportamientos que influyen en la conducta de las personas y en la imagen que tenemos del mundo y de una/o misma/o”, afirma Cardeñosa. Son los roles y los estereotipos los que definen los referentes de masculinidad y feminidad y se desaprueban las actitudes o conductas que se salen de sus normas. A las niñas se les ha inculcado ser princesas durante años, y ahora está demostrado que pueden ser Daniela la pirata. Estos estereotipos (la niña falda y el niño en chandal) aunque puedan parecer inofensivos, marcan la existencia de las personas, condicionando sus gustos (juegos y deportes), sus expectativas (metas, estudios, profesiones), sus ocupaciones (trabajo feminizado y masculinizado), su salario y en general la forma de vivir.

La agente de igualdad asegura que “durante siglos las mujeres no han podido acceder a un trabajo remunerado ni a participar en órganos de toma de decisión que afectaba al conjunto de la sociedad, porque su rol debía cumplir otras funciones”. Hoy en día, en algunas sociedades esta situación ha cambiado totalmente, pero en otras sigue siendo el mecanismo de funcionamiento y de control. La igualdad pasa por la educación y esta, por pequeños grandes gestos. Y si nos preguntamos por qué educar en igualdad, empezando por el parque, Patricia Cardeñosa se muestra rotunda: “Porque los datos sobre el mercado laboral, la participación sociopolítica, la realización del trabajo doméstico, la violencia machista o la feminización de la pobreza, siguen siendo el reflejo de una sociedad desigual y muestran la existencia de una jerarquización en las relaciones y la posición social de las mujeres y los hombres”.

Debemos tomar conciencia del problema y después acompañar a nuestras hijas e hijos a ser protagonistas de un cambio social. Cardeñosa afirma que “debemos plantearnos que si el género es una construcción social el cual vamos aprendiendo desde que nacemos y que igual que se construye, se puede deconstruir”. Pero ¿cómo? “En muchos espacios feministas se habla de las gafas moradas o violetas como una metáfora del enfoque de género, esto significa interpretar el mundo desde esta perspectiva, como si estas gafas fueran el filtro para poder ver las desigualdades que a simple vista son difíciles de detectar”, asegura.

Cuando comenzamos a formarnos en feminismo y las gafas violetas forman parte de nuestra vida, cambia nuestra visión del mundo y de nuestra propia forma de vivir. “A través de un aprendizaje activo y significativo con perspectiva de género, podremos entender cómo construimos y aprendemos los valores patriarcales desde la infancia, para así analizar, comprender y modificar las características, actitudes y creencias que definen las relaciones entre los sexos, las diferencias en el acceso a los derechos y oportunidades y las situaciones de desigualdad que sufren cada día mayoritariamente las mujeres por el hecho de serlo”.

Para las agentes de igualdad de Geuk la sociedad, nuestro entorno y nosotras mismas/os necesitamos detectar, visibilizar, entender y nombrar las desigualdades de género para poder intervenir en ellas con el fin de erradicarlas y minimizar sus daños. Así que por la ropa de las niñas y los niños se puede empezar.

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