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¿Qué hacer si mi hijo padece terrores nocturnos?

Durante estos episodios de pánico infantil durante el sueño, que pueden ser heredados de los padres, es recomendable no despertar a los niños

Terrores nocturnos niños
http://195.154.178.81/DATA/i_collage/pi/shoots/783573.jpgYuri Arcurs (Getty)

El sueño de los niños puede desvelar el de los padres y una de las maneras en las que puede ocurrir es con los terrores nocturnos, que se pueden confundir con pesadillas, pero no lo son. Se trata de “episodios de pavor que suceden en la primera etapa del descanso, fase no REM o durante el sueño profundo. Les sucede a entre el 1 y el 5% de los niños, generalmente, con edades comprendidas entre los tres y los cuatro años. Se caracterizan por durar unos minutos en los que, a pesar de que el niño se encuentra totalmente dormido, tiene los ojos abiertos, grita; puede tener taquicardias y comportamiento agresivo. En ese momento, es muy difícil despertar al niño y no es recomendable hacerlo, pero cuando lo hace, no recuerda nada de lo sucedido”, explica Zaida Moreno, neuropsicóloga del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid y de ELEA, instituto psicoeducativo.

Diferencias entre pesadillas y terrores nocturnos

Las pesadillas son más habituales en los niños que los terrores nocturnos. Las primeras “son sueños muy elaborados, que se producen en la fase ligera del sueño o REM. Son ricos en detalles y le provocan al niño un alto nivel de ansiedad. Suceden mientras está dormido y desaparecen cuando se despierta, aunque puede mantenerse cierto nivel de angustia y miedo a dormir. El pequeño puede relatar con todo lujo de detalles su pesadilla, a diferencia de lo que sucede con el terror nocturno, en que no recuerda nada. Con la pesadilla, el niño, generalmente, no se mueve ni grita y nos enteramos de que ha ocurrido, porque al despertar nos llamará angustiados. Suelen remitir con el tiempo, aunque no desaparecen por completo en la vida adulta, como ocurre con los terrores nocturnos, que remiten en la adolescencia”, comenta Zaida Moreno.

Los terrores nocturnos se asocian a “una predisposición genética, aunque no está demostrado que así sea. Lo que sí se ha comprobado que influye en su aparición, son los agentes externos o ambientales, como situaciones de alto nivel de estrés y fatiga prolongada. No obstante, los terrores nocturnos forman parte del desarrollo normal de un niño sano”, añade la neuropsicóloga Zaida Moreno, que ofrece varias pautas sobre cómo actuar frente a un niño con un episodio de terror nocturno:

¿Por qué hay niños con terrores nocturnos y otros no tienen?

Si alguno de los padres o los dos han tenido terrores nocturnos durante su infancia, es fácil que sus hijos también los experimenten. Pero estos episodios, además de debido a la predisposición genética, también se pueden producir con más facilidad si “el niño tiene una falta de sueño crónico o ha estado sometido durante el día a circunstancias que puedan ser estresantes. También, influye el hecho de que haya visto alguna película de terror antes de acostarse, así como que esté enfermo, tenga fiebre o haya tenido un día muy intenso y llegue muy cansado a la cama a la hora de dormir”, aclara Erika Jiménez, neuropediatra del Hospital Rey Juan Carlos Móstoles de Madrid.

Una higiene adecuada del sueño ayuda a mantener a raya los terrores nocturnos infantiles, como en el caso de “favorecer que el niño duerma las horas suficientes según su edad, mantener las siestas, si las hace habitualmente, establecer un horario regular de sueño y evitar aquellos posibles desencadenantes, como la televisión, los videojuegos y las pantallas antes de ir a dormir.”, Concluye Jiménez.

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