La Unión Europea prepara planes de contingencia por si Trump vuelve a la Casa Blanca
Bruselas estudia los posibles escenarios de una victoria del republicano y cómo responder si Washington decide aumentar los aranceles o dejar sola a Europa en el apoyo a Ucrania
La Unión Europea se prepara para el que sería su peor escenario económico y geopolítico en Estados Unidos: la vuelta a la Casa Blanca de Donald Trump. La victoria del magnate republicano en las elecciones presidenciales del próximo 5 de noviembre podría suponer un golpe a la política comercial y de seguridad del club comunitario; también para el apoyo a Ucrania frente a la invasora Rusia. Bruselas lleva semanas elaborando planes de contingencia para prevenir acciones que afecten negativamente a la Unión y actuar en caso, por ejemplo, de que la nueva Administración aumente estrepitosamente los aranceles a la importación de productos europeos y responder en consecuencia.
Un equipo de alto nivel de la Comisión Europea y el Servicio Exterior Europeo, con participación puntual de las capitales, estudia los posibles escenarios para poder evitar el golpe o reaccionar para que no sea tan fuerte. Además, varios Estados miembros trabajan también en sus propios planes, reconocen fuentes diplomáticas. “La única certeza es la total incertidumbre”, señala una funcionaria europea que participa en las conversaciones, desarrolladas con secretismo. El equipo comunitario se creó durante el verano, pero las reuniones se han intensificado en las últimas semanas, según varias fuentes. Las encuestas más recientes sugieren que Trump y la candidata demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, van empatados en la carrera electoral.
Todo apunta a que Trump seguirá siendo “imprevisible”, dice una fuente diplomática. Se manejan varios escenarios: desde una perspectiva catastrófica hasta anticipar un golpe moderado, añade. Funcionarios de alto nivel de la UE ya se han acercado a personas del equipo del republicano y a quienes suenan para una hipotética Administración Trump 2.0 para prevenir las posibles guerras comerciales y turbulencias geopolíticas. Pero la capacidad de influir cuando todavía todo es tan nebuloso es limitada. Tampoco después está garantizada.
Bruselas tiene claro que el magnate republicano seguirá siendo enormemente proteccionista y ya ha prometido un aumento a los aranceles de importación; algo que hizo en su primer mandato y a lo que Bruselas respondió. Pero el demócrata Joe Biden también lo ha sido, mucho, y Harris no se alejará de la vía.
La incertidumbre es cuánto subiría Trump esos aranceles y a qué productos. Ya ha insinuado que los incrementará un 10% a todas las importaciones, lo que podría costar unos 180.000 millones de euros al bloque comunitario, según la estimación del Instituto de Economía Alemana. La idea es prevenir el golpe con algún tipo de acuerdo rápido y una ofensiva diplomática de seducción —la opción favorita— o, si eso no funciona, plantar cara y actuar de manera “proporcionada” contra una serie de productos estadounidenses que los expertos comunitarios ya analizan.
Además, precisan varias fuentes europeas, cada vez más inquietas a medida que se acerca el martes electoral, hay que medir cómo afecta a la UE la subida de esas tarifas de entrada a productos europeos, pero también que impacto tendría en Europa una escalada en la guerra comercial entre Washington y Pekín en la que China podría desviar más productos a la Unión.
Dentro de ese apartado económico y comercial, la UE ha intensificado también sus contactos con otros aliados, para tratar de cerrar acuerdos comerciales pendientes, como el de Australia o el Mercosur ―con Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay—, que parecía muerto y en el que las conversaciones han revivido en los últimos meses pendientes de superar la eterna resistencia de Francia.
Giro hacia el Indo-Pacífico
En el campo geopolítico, el escenario más plausible es que el republicano girarse su foco hacia el Indo-Pacífico. También que intensifique el contencioso con Irán. Pero el elemento más delicado e imprevisible es sin duda el apoyo a Ucrania del magnate republicano, mucho más cercano al ruso Vladímir Putin y que ya ha dicho que tras vencer pondría un plan sobre la mesa para poner fin a la guerra. El escenario catastrófico sería que Washington retirase todo el apoyo a Kiev y empezase a levantar sanciones al Kremlin y a la órbita del líder ruso. La UE se quedaría sola en el sostén al país invadido, algo que no tardaría en empezar a ser inasumible.
Otro escenario es que emprenda un plan de escalar para desescalar —permitiendo, por ejemplo bombardeos, en territorio ruso con material estadounidense e incluso asistencia para el disparo— y llevar así al Kremlin a una mesa de negociación. La vuelta a la vía diplomática terminará por llegar, pero la duda es cuándo y con cuántas concesiones de Ucrania se va a saldar, señala una alta fuente comunitaria.
Bruselas ya ha actuado ante esos posibles escenarios. En las últimas semanas, ha logrado desbloquear un préstamo de 50.000 millones de dólares a Ucrania de los aliados del G-7, a pagar con los rendimientos que están generando los activos estatales rusos inmovilizados en al UE por las sanciones impuestas por la guerra de Ucrania. Y ha logrado que Estados Unidos contribuya con 20.000 millones al paquete, la misma cantidad que Bruselas. Ha habido gran presión para que el acuerdo llegase antes de las elecciones.
Movilizar más fondos si el aliado estadounidense se baja del equipo será difícil, dicen las fuentes europeas. Y está el elemento de seguridad para la Unión y para los aliados europeos de la OTAN. Estados Unidos es el principal aliado de la organización militar y eso motiva que no se esté preparando con planes de contingencia, como la UE, aunque hayan tratado de blindar el apoyo a Ucrania. Trump ya ha amenazado con “desengancharse” de la Alianza y con retirar tropas de territorio europeo, pero le atan acuerdos y pactos. No es tan sencillo. Pero las declaraciones en las que sugería que dejaría de defender a los aliados que no gastan el 2% de su PIB en defensa (entre ellos, España), como marca el compromiso clave de la OTAN, pueden ser enormemente “desestabilizadoras”, dice un veterano diplomático.
La respuesta a ese escenario de “desenganche” es crear una estructura de “incentivos”, llegar a un compromiso de financiación de la reconstrucción de Ucrania por parte de la UE, financiar programas o incluso poner sobre la mesa contratos de renovación de defensa que pueden ser atractivos para la nueva Administración.
Todo esto llega, además, en un momento clave en el que la UE está debatiendo qué modelo de defensa y seguridad quiere y necesita y cómo movilizar decenas de millones de euros para pagarla. La Comisión Europea trabaja ya en una propuesta para los Estados miembros que presentará en sus 100 primeros días de mandato.
La victoria de Trump sería una mala noticia para la nueva Comisión Europea y para la presidenta, Ursula von der Leyen, que tiene una postura muy atlantista y que ha labrado muy buenas relaciones con la Administración Biden, dice una fuente europea. También para Europa, que está débil, con Alemania y Francia flaqueando, añade.
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