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Inquietud en la OTAN tras la andanada de Trump contra el compromiso de defensa mutua

Francia insta a reflexionar sobre un escenario en el que el populista republicano vuelva a la Casa Blanca

Jens Stoltenberg and Jake Sullivan
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, junto al consejero de seguridad nacional de EE UU, Jake Sullivan, en la sede de la alianza en Bruselas, el 7 de febrero.OLIVIER MATTHYS (EFE)
María R. Sahuquillo

Un escenario con Donald Trump de nuevo en la Casa Blanca y en un mundo con la amenaza rusa, el auge de China y el peor escenario bélico en medio siglo preocupan seriamente a la OTAN y a sus aliados. La insinuación del exmandatario estadounidense —y más que posible candidato republicano a las presidenciales de noviembre— de que un EE UU gobernado por él no defendería a un aliado que invierta poco en defensa, siembra dudas sobre el artículo 5 de la Alianza, que marca que el ataque a un socio se considera como una agresión a todos y ello exige socorrerle. Todo esto ocurre en un momento en el que varios países europeos han advertido de que Rusia podría tratar de socavar a la OTAN en la próxima década e incluso poner a prueba esa garantía de seguridad colectiva con un ataque a uno de los 31 aliados. Francia ha instado este lunes a los europeos a prepararse para la posible vuelta del populista republicano a la Casa Blanca.

“No dejaré de persuadir a todos los líderes de la pertinencia de nuestra alianza, que trabaja en beneficio de todos, incluido EE UU”, ha dicho este lunes el ministro francés de Exteriores, Stéphane Séjourné. “Cada minuto cuenta para preparar a los europeos para absorber el shock de un escenario esbozado por Donald Trump y trabajaremos juntos para analizar el contexto, en particular de las elecciones estadounidenses”, ha añadido. El alto representante para Política Exterior y Seguridad de la UE, Josep Borrell, ha ironizado sobre las declaraciones de Trump. “La OTAN no puede ser una alianza militar a la carta… dependiendo del humor del presidente de EE UU”, ha remarcado este lunes.

Las palabras de Trump “ponen en duda la credibilidad” de EE UU como aliado, apunta Michal Baranowski, director del German Marshall Fund para el Este. Este experto señala, además, que el expresidente alteró la realidad y lanzó que ese 2% del PIB que los aliados se han comprometido a gastar en defensa —como marca el compromiso de Gales en 2014— se paga en realidad a Washington y presentó como “morosos” a los aliados que no han cubierto esa contribución. “Así no es como funciona la Alianza”, remarca por teléfono Baranowski. “Francia, Alemania, Polonia, necesitan abrir el debate sobre qué se debe hacer ante una posible presidencia de Trump, tanto en lo que respecta al apoyo a Ucrania como sobre la seguridad y defensa europeas”, abunda.

‘Los Tres Mosqueteros’

“La filosofía de la OTAN es como la de Los Tres Mosqueteros”, ha dicho este lunes en París el primer ministro polaco, Donald Tusk, antes de almorzar con el presidente francés, Emmanuel Macron —que hace tiempo que desterró su discurso de 2019 en el que aseguró que la Alianza estaba en “muerte cerebral”—. Ya el domingo, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, respondió a los comentarios de Trump con una poco habitual acusación de “socavar la seguridad” de los aliados.

Desde hace semanas, varios ministros de Defensa aliados avisan de la amenaza rusa sobre la OTAN, cuando van a cumplirse dos años de la invasión a gran escala del Kremlin sobre Ucrania y cuando cada vez está más claro que la guerra en las fronteras del flanco este de la Alianza y la UE será larga. El último, hace solo unos días, fue el titular de Defensa danés, Troles Lund Poulsen, que pidió a la ciudadanía del país nórdico que se prepare para una etapa difícil. “No se puede descartar que dentro de un periodo de tres a cinco años Rusia ponga a prueba el artículo 5 y la solidaridad de la OTAN”, aseguró el ministro danés, que remarcó que sus comentarios están motivados por “información nueva”.

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De forma similar se han pronunciado Alemania, Rumania, Estonia, Bélgica o Suecia, país que pidió entrar en la organización transatlántica tras la invasión rusa de Ucrania y que está pendiente de Hungría —que aún no ha ratificado su ingreso, pese a que sus líderes dijeron que no sería el último país en aprobarlo—.

“Escuchamos amenazas del Kremlin casi todos los días, así que tenemos que tener en cuenta que Vladímir Putin podría incluso atacar un país de la OTAN”, lanzó a finales de enero el ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius. “Por ahora”, ese escenario no es probable, dijo en una entrevista a Der Tagesspiegel, en la que remarcó que los expertos alemanes creen que se podría dar esa posibilidad “en un periodo de cinco a ocho años” y destacó la importancia de prepararse “en términos militares, sociales y de defensa militar”. Mientras, Rob Bauer, jefe del comité militar de la OTAN, afirmó que la Alianza se enfrenta al “mundo más peligroso en décadas” y reclamó una “transformación militar de la OTAN”.

Críticas similares

Los comentarios de Trump son similares a los que vertía en 2017, durante su mandato en la Casa Blanca, cuando se convirtió en el azote de los aliados que no llegaban a ese 2% del PIB en gasto militar, que marca el compromiso de Gales (acordado en 2014 y que maneja también otras variables, como la inversión en capacidades). Pero esta vez, esa mímica vociferante llega en un momento muy complicado en el que, además, los socios de la UE temen quedarse solos en su apoyo a Ucrania, país candidato al club comunitario. Y más si vuelve Trump, que ha tenido una relación complicada con el país —una conversación con Zelenski en la que le chantajeó con bloquear la ayuda militar si no investigaban los negocios en Ucrania del hijo de Joe Biden, motivó su primer impeachment en 2019— y al que se percibe como alguien con sintonía con Putin.

Camille Grand, especialista en Seguridad y Defensa del European Council on Foreign Relations (ECFR), cree que las declaraciones de Trump añaden incertidumbre a un momento muy delicado y destaca la “imprevisibilidad” del expresidente y el hecho de que parece introducir un elemento transaccional en la OTAN y su paraguas de protección de los miembros. “Y, si llega el caso, tener a un aliado imprevisible es muy complicado”, señala. Como Baranowski, Grand —alto cargo en la OTAN entre 2016 y 2022— cree que es hora para los aliados europeos de preguntarse si podrían ajustarse a una organización en la que EE UU esté menos presente.

La OTAN no ha cambiado su nivel de alerta y algunas fuentes diplomáticas señalan que las últimas advertencias están dirigidas a que la ciudadanía se conciencie de la necesidad de un aumento en el gasto en defensa. También al hecho de que la situación con Rusia no va a ir a mejor y, en el escenario más optimista, se quedaría sin cambios. Sin embargo, el hecho de que el Kremlin haya aumentado su capacidad para producir equipamiento militar tan rápidamente preocupa mucho. Por el contrario, la industria europea de defensa, un sector que muchos aliados habían descuidado hasta que hace dos años Putin lanzó la invasión sobre Ucrania, va despacio. Fuentes aliadas señalan que la campaña en EE UU y el perfil de Trump va a endurecer aún más el debate sobre el 2% en gasto militar que ahora solo alcanzan 11 países (España está en el 1,26%): Polonia, Estados Unidos, Grecia, Estonia, Lituania, Finlandia, Rumania, Hungría, Letonia, Reino Unido y Eslovaquia.

Sin embargo, desde 2014, el año de la invasión de Crimea por parte de Rusia, que se anexionó esa península ucrania con un referéndum ilegal, todos los aliados han aumentado considerablemente lo que dedican a gastos militares. Sobre todo desde 2022, el año de la invasión a gran escala. Solo tres países han rebajado ese presupuesto en 2023, respecto a niveles de nueve años antes (y ninguno es de la UE): Estados Unidos, Turquía y el Reino Unido, según el último informe de la OTAN.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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