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Biden nomina a Pete Buttigieg, exrival en las primarias, como secretario de Transporte

De confirmarse en el Senado, el joven exalcalde de un pueblo de Indiana sería el primer político abiertamente homosexual al frente de una cartera en Estados Unidos

Yolanda Monge
Pete Buttigieg posa para un retrato, en febrero pasado.
Pete Buttigieg posa para un retrato, en febrero pasado.FREDERIC J. BROWN (AFP)

El presidente electo, Joe Biden, ha decidido que la persona que ocupará la cartera de Transporte sea el antiguo candidato a la nominación demócrata para la Casa Blanca Pete Buttigieg. Biden sitúa así al antiguo alcalde de South Bend, en el Estado de Indiana, en un puesto de alto rango dentro del Gobierno federal.

Una vez confirmado en el Senado, Buttigieg será la primera persona abiertamente homosexual al frente de una cartera en Estados Unidos. Para el joven político, de 38 años, este es el comienzo de la experiencia gubernamental forjada en los pasillos de Washington que muchos demócratas le recriminaban no poseer durante el proceso de caucus y primarias en la carrera por la nominación a la presidencia. “Lo nomino para secretario de Transporte porque está preparado para enfrentar los desafíos en la confluencia entre empleos, infraestructura, equidad y clima”, escribió Biden en su cuenta de Twitter.

El departamento de Transporte (DOT, siglas en inglés) está llamado a ocupar un papel central a la hora de poner en marcha el plan de infraestructuras necesario para la nación que ansía la futura Administración Biden. El Departamento maneja cientos de miles de millones de dólares que distribuye en la financiación de autopistas federales así como en la regulación de la aviación y los ferrocarriles. Como parte de su propuesta para dar el salto a energías limpias, Biden propuso durante la campaña la instalación, por ejemplo, de 500.000 estaciones de recarga en las autopistas del país y que los vehículos federales se muevan con electricidad y no gasolina o gasóleo.

El presidente electo anunció como medida para frenar los contagios de la covid-19 en sus primeros 100 días al frente del Gobierno el uso obligatorio por parte de los pasajeros de llevar máscaras en medios de transportes interestatales como aviones, trenes o autobuses, algo a lo que se negó de forma rotunda la Administración de Donald Trump.

Durante el concurrido proceso de primarias demócratas, el discurso del desconocido alcalde de una pequeña ciudad del Medio Oeste recordaba al de Barack Obama. Buttigieg se presentaba a sus seguidores como un agente de cambio y de esperanza. No ofrecía entonces al electorado centrista una vuelta al pasado, como en su opinión lo hacía el que ahora será su jefe, Joe Biden, sino un futuro ilusionante pero alejado de los extremos. “Sabemos que es la hora no solo de acabar con la era de Donald Trump, sino de lanzar la nueva era que sabemos que tiene que llegar”, decía.

Buttigieg fue la sorpresa de la carrera demócrata cuando anunció su candidatura. Un hombre de entonces 37 años que aspiraba a convertirse en el primer presidente millennial de Estados Unidos y no tenía más experiencia en gestión pública que dos mandatos como alcalde de South Bend, una ciudad de poco más de 100.000 habitantes. Graduado en Harvard, políglota, muy culto, religioso, veterano militar de Afganistán y casado con un profesor de 31 años, llegó a la batalla por la nominación demócrata casi como una curiosidad.

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Buttigieg ponía fin a su campaña en marzo, tras el descalabro sufrido en las primarias de Carolina del Sur, aquellas primarias que, sin embargo, fueron el principio del despegue de quien estaba a punto de ser certificado como un cadáver político, Biden.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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