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La política migratoria monopoliza el debate público en Alemania tras el atentado de Solingen

La oposición endurece su mensaje y presiona al canciller Scholz para que adopte medidas para aumentar las deportaciones y contra la inmigración ilegal

Friedrich Merz
Friedrich Merz, este martes en la rueda de prensa en Berlín.CLEMENS BILAN (EFE)
Elena G. Sevillano

El “Wir schaffen das” (lo conseguiremos) de Angela Merkel nunca había sonado tan lejano como ahora. Casi nueve años después de la famosa frase con la que la excanciller democristiana animó a la ciudadanía a acoger al millón de refugiados que huían de la guerra en Siria, Alemania se replantea su política migratoria. El atentado yihadista de Solingen ha conmocionado al país y ha provocado una reacción casi unánime contra “el problema de la migración” a escasos días de unas elecciones cruciales en los Estados federados orientales de Turingia y Sajonia, donde los ultras de Alternativa para Alemania (AfD) tratan de capitalizar la indignación y la incertidumbre de muchos ciudadanos para movilizar a sus votantes. El debate sobre el endurecimiento de la normativa sobre deportaciones y asilo, que lidera una Unión Cristianodemócrata (CDU) muy crítica con el Gobierno, es omnipresente.

La oposición conservadora exige menos palabras y más hechos al canciller socialdemócrata Olaf Scholz, que ya ha prometido incrementar el número de deportaciones y reducir las entradas irregulares. No basta, asegura el líder de CDU, Friedrich Merz, que este martes convocó una concurrida rueda de prensa para explicar la “oferta” que le ha hecho a Scholz: un pacto entre el Partido Socialdemócrata (SPD) y la CDU para cambiar las leyes que sean necesarias y reducir “a cero” la entrada de inmigración irregular. “Tenemos que recuperar el control de nuestras fronteras”, aseguró a preguntas de los periodistas que cuestionaban la legalidad de devolver a los solicitantes de asilo.

“Al canciller se le está yendo de las manos el país”, espetó Merz, que con su rueda de prensa incrementa la presión sobre Scholz. El asesinato de tres personas el pasado viernes en Solingen a manos de un refugiado sirio ha intensificado un debate abierto ya hace meses sobre la capacidad de Alemania para acoger a millones de extranjeros. La diferencia ahora es que se habla abiertamente del origen de esos extranjeros. Merz propone rechazar en las fronteras solo a los refugiados de Afganistán y Siria. “Estos son los dos grupos problemáticos que tenemos actualmente”, aseguró. Como es consciente de que no sería legal, sugirió cambiar las leyes europeas.

El líder de la CDU repitió en varias ocasiones que sus propuestas no tienen nada que ver con las próximas elecciones, en las que el partido ultraderechista AfD parte como favorito. “Diría lo mismo si ya se hubieran producido”, aseguró. Se vio obligado a justificarse ante preguntas de los periodistas que sugerían que le está copiando el relato a AfD para presentarse como un partido de orden y seguridad. Algunas de las frases de Merz se escuchan habitualmente a líderes del partido ultra, como que “el sistema [de acogida] no funciona” o que en Alemania hay clases de primaria “con hasta un 90% de niños que no saben hablar alemán”. AfD ha tildado de “cómplices” del atentado al resto de partidos.

Scholz tenía previsto recibir a Merz para hablar de las armas estadounidenses en suelo alemán, pero el atentado obligó a cambiar el asunto a la política migratoria. El líder conservador aseguró que el canciller escuchó sus propuestas y le dijo que las meditaría. Merz le propuso, según contó después, aprobar las reformas legislativas sin los socios de coalición del socialdemócrata. “SPD y CDU-CSU tenemos mayoría. No necesitamos ni al FDP [liberales] ni a Los Verdes”, dijo.

Medidas ilegales

Algunas de las medidas que propone Merz ya las tiene en marcha el Ejecutivo de Scholz, que después del ataque con cuchillo de Mannheim, en mayo, en el que murió un policía a manos de un refugiado afgano, ya anunció que quiere expulsar a Afganistán y Siria, países hasta ahora considerados inseguros y con los que Berlín no tiene relaciones diplomáticas. Otras no parecen factibles, porque chocan con las leyes internacionales y la propia constitución alemana, que recoge el derecho individual a solicitar asilo. Pero tienen un poderoso efecto político que Scholz no puede permitirse ignorar. El canciller no tenía actos públicos tras la rueda de prensa de Merz y no dio su versión del contenido de la reunión ni anunció su respuesta.

Aunque el debate en las tertulias televisivas se centra sobre todo en cómo mejorar las expulsiones o en evitar más entradas, cuestiones como la integración o la financiación de los servicios que se ocupan de los refugiados empiezan a asomar también en los medios de comunicación. Incluso para analizar cuestiones hasta ahora consideradas tabú en la mayoría de periódicos alemanes, como la relación entre inmigración y criminalidad.

“La cuestión de si los migrantes son más delincuentes que los ciudadanos alemanes es extremadamente controvertida desde el punto de vista político”, escribe este martes el Frankfurter Allgemeine, que aporta datos según los cuales el porcentaje de delitos violentos cometidos por extranjeros ha aumentado en los últimos años.

El diario de Fráncfort recoge que asesinatos recientes cometidos por inmigrantes han estado motivados por el islamismo ―probablemente Solingen, cuya autoría ha sido asumida por el Estado Islámico; Mannheim; Wurzburgo y Berlín― o por enfermedades mentales, pero “lo que muchos de los casos tienen en común es que los autores o sospechosos se encontraban en situaciones de vida precarias”, añade: “Muchos carecían de estatuto de protección, llevaban años viviendo en alojamientos para refugiados y algunos estaban amenazados de deportación”.

Las autoridades han cometido errores que se podían haber evitado y que no tienen nada que ver con las leyes migratorias en vigor, como no llevar a cabo deportaciones. Merz no quiso abordar el hecho de que el presunto asesino de Solingen tuviera una orden de expulsión a Bulgaria (por donde había entrado a la UE) que no fue ejecutada. Se está investigando qué ocurrió y si el hecho de que las oficinas estén desbordadas pudo facilitar el error. “No quiero entrar en un juego de culpas” dijo cuando le recordaron que las deportaciones son competencia de los Estados federados. En Renania del Norte-Westfalia, land donde se encuentra Solingen, gobierna la CDU.

Alemania está poniendo también el foco en los servicios de seguridad e inteligencia, porque en algunos casos mediáticos no se tomaron en serio las amenazas o se perdió de vista a personas que debían estar vigiladas. “Probablemente, esto se explique sobre todo por el gran número de personas que han llegado al país desde 2015″, apunta el Frankfurter Allgemeine. Desde 2015 han llegado a Alemania unos 2,7 millones de solicitantes de asilo, a los que se suman otros 1,2 millones de refugiados de guerra ucranios. El propio Scholz, un socialdemócrata que aplaudió a Merkel cuando la entonces canciller decidió abrir las fronteras, ha reconocido que “son demasiados”.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.
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