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Rusia ataca Odesa con misiles balísticos y bombas de racimo

La ciudad portuaria ucrania sufre dos días consecutivos de bombardeos y por primera vez afronta el impacto de este armamento vetado por su letalidad en más de 100 países

El edificio de la Academia de Derecho de Odesa, en llamas tras un ataque con misiles rusos, el lunes 29 de abril. Foto: VICTOR SAJENKO (AP) | Vídeo: EPV
Cristian Segura

Rusia ha atacado por primera vez una ciudad ucrania lejos del frente con bombas de racimo. El paseo marítimo de Odesa recibió este lunes el impacto de un misil balístico Iskander con esta munición multiexplosiva. Fallecieron cinco personas y más de 30 resultaron heridas. El ejército invasor ha vuelto a golpear en la noche del martes la capital ucrania del mar Negro con otros tres misiles Iskander, causando la muerte de tres personas.

Ambos ejércitos utilizan munición de racimo, pero hasta ahora se había usado en regiones donde se producen combates. Rusia sí ha recurrido antes a estas bombas sobre zonas urbanas, pero estaban próximas al frente. Nueve personas murieron en julio de 2023 en el municipio de Liman, en la provincia de Donetsk, tras un ataque ruso con munición de racimo. Organizaciones de derechos humanos como Human Rights Watch pidieron que se investigara el suceso como un crimen de guerra. Este tipo de armamento tiene como finalidad provocar destrucción en grandes áreas, siendo más eficaz en espacios abiertos. Debido a su menor precisión y mayor letalidad en zonas civiles, más de 100 países han firmado desde 2008 un tratado que les compromete a no utilizar esta munición. Ni Rusia, ni Ucrania ni Estados Unidos —que ha aportado estas bombas a Ucrania— han suscrito el tratado.

La Fiscalía General de Ucrania publicó el martes un vídeo que demostraba el uso por parte rusa de la munición de racimo en el casco urbano de Odesa. “Rusia, de forma cínica, ignora todas las normas del derecho humanitario internacional”, dijo el fiscal general, Andriy Kostin. El vídeo muestra que el misil tiene como objetivo un puerto deportivo en una zona de ocio del centro de la ciudad, lo que indica que las fuerzas invasoras podían creer que en estas instalaciones se encontraban embarcaciones militares. Se hallaron restos de explosivos en un radio de 1,5 kilómetros. Un edificio neogótico emblemático de Odesa, residencia universitaria, fue pasto de las llamas durante el ataque.

Las primeras informaciones del ataque de esta pasada noche también apuntaban a un segundo bombardeo con munición de racimo. Un vídeo difundido en las redes sociales ofrecía el sonido característico de las múltiples explosiones de este tipo de armamento, pero el ejército ucranio no lo ha confirmado. Ilia Yevlash, portavoz de las Fuerzas Aéreas ucranias, ha asegurado este miércoles que el objetivo ruso es provocar el terror en la ciudadanía y desestabilizar a la sociedad.

Yevlash ha indicado que Odesa y Járkov son las dos ciudades más castigadas esta primavera por las tropas invasoras. Este militar también ha subrayado que la única manera de detener misiles balísticos como los Iskander es con más baterías antiaéreas estadounidenses Patriot. Ambos municipios han sido objetivo especial de la actual ofensiva rusa para destruir la red eléctrica ucrania. Un bombardeo ruso en la mañana de este miércoles en Járkov ha destruido 10 viviendas, según ha informado su alcalde, Igor Terejov.

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Defense Express, medio de análisis militar ucranio, ha detallado que es la primera vez que Rusia utiliza durante la invasión los misiles Iskander con munición de racimo: “Que los rusos hayan utilizado este material en un área en la que solo hay civiles es porque claramente esperaban provocar un número elevado de víctimas”. El precedente que Defense Express ha encontrado del uso de los Iskander armados con bombas de racimo se remonta a 2020, cuando el ejército armenio —que había sido tradicional aliado de Rusia— disparó dos de estos misiles contra posiciones militares de Azerbaiyán en la guerra de Nagorno Karabaj.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.
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