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Elegidos los 12 miembros del jurado y los seis suplentes que juzgarán a Donald Trump por el ‘caso Stormy Daniels’

Un hombre se ha prendido fuego ante el tribunal penal de Manhattan después de tirar al aire panfletos sobre teorías conspiratorias

Donald Trump, durante su juicio, este viernes.
Donald Trump, durante su juicio, este viernes.SARAH YENESEL (via REUTERS)
María Antonia Sánchez-Vallejo

Los cinco miembros suplentes del jurado que faltaban para completar el equipo de 12 titulares y seis sustitutos, han sido elegidos este viernes, por lo que los planes del juez Juan Merchan para empezar el lunes con los alegatos iniciales de las partes se confirman. La selección del jurado popular que juzgará a Donald Trump por el pago de un soborno a una actriz de cine porno para acallar una relación extramatrimonial —el primero de los cuatro procesos penales que afronta el expresidente— ha durado la mitad de lo esperado, una sola semana, aunque empezó el lunes con síntomas de atasco —más de la mitad de los convocados, todos ellos vecinos de Manhattan, se excluyeron por dudar de su imparcialidad— y registró incluso bajas, las de dos jurados titulares, ya juramentados, que fueron desestimados el jueves por distintos motivos.

Justo antes de que los procedimientos se detuvieran este viernes para la pausa del almuerzo, un hombre se prendió fuego en un parque al otro lado de la calle del Tribunal Penal de Manhattan, donde se celebra el juicio. El hombre, que se encuentra en estado crítico, fue evacuado en ambulancia. Según señalan varias cadenas televisivas con unidades móviles en el perímetro, la respuesta de la policía se demoró porque el acceso al lugar se había delimitado con vallas por motivos de seguridad. El parque, en realidad una plaza de cemento con unos pocos bancos y vegetación raquítica, era una de las dos zonas de seguridad, o no zonas, establecidas por la policía para evitar posibles altercados entre simpatizantes y detractores de Trump, que se manifestaron el primer día del juicio con escaso ruido.

La víctima fue identificada posteriormente como Maxwell Azzarello, de 37 años y natural de Florida, que antes de prenderse fuego tiró al aire una gavilla de panfletos con enlaces a un manifiesto conspiratorio. Durante la presidencia de Trump (2016-2020), las teorías de la conspiración florecieron al calor de la desinformación y los denominados hechos alternativos (bulos), propalados por sus más conspicuos colaboradores.

“Eran panfletos de teorías relacionadas con el esquema Ponzi [una forma de estafa piramidal que atrae a los inversores con la promesa de grandes ganancias] y el supuesto vínculo de institutos locales con la mafia, a la que servirían de fachada”, explicó Joseph Kenny, jefe de detectives del Departamento de la Policía de Nueva York. Según las primeras informaciones, los folletos que el hombre tiró al aire antes de rociarse de un líquido inflamable e inmolarse remitían a un manifiesto en Internet titulado Me he prendido fuego a las puertas del juicio contra Trump. En el texto pueden leerse disparatadas teorías de una vasta conspiración en la que estarían implicados entre otros el multimillonario Peter Thiel, las criptodivisas y Los Simpson. “Somos víctimas de una estafa totalitaria, y nuestro propio gobierno (junto con muchos de sus aliados) está a punto de golpearnos con un apocalíptico golpe fascista mundial”, dice el texto.

Vista por violar la orden de silencio

Doce neoyorquinos ya fueron seleccionados el jueves, además del primero de los suplentes, para formar parte del jurado en el caso denominado El pueblo contra Trump. El expresidente y actual candidato republicano a la reelección en noviembre está acusado de 34 delitos de falsificación de registros contables de su empresa para encubrir un pago destinado a mantener en secreto un escándalo sexual durante la campaña electoral de 2016.

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Los jurados suplentes —se eligen en orden, como los titulares; la segunda sustituta es una mujer que nació en España— escucharán todas las pruebas e intervendrán en caso de que alguno de los doce principales tenga que abandonar el juicio de forma inesperada y por causa mayor. En los alegatos iniciales, el lunes —día que coincide con la Pascua judía y que obligará a modificar la agenda—, los abogados de la acusación y la defensa presentarán sus casos al jurado recién constituido. Al día siguiente, se celebrará una vista sobre las presuntas violaciones por parte de Trump de la orden de silencio, u orden mordaza, que se le ha impuesto durante el juicio para frenar su tradicional incontinencia verbal. Según los fiscales, Trump ha violado en siete ocasiones la restricción del juez Merchan, que el martes deberá decidir si le sanciona o le multa por ello.

De hecho, los fiscales reiteraron el jueves su petición de que Merchan declare a Trump en desacato al tribunal, argumentando que el expresidente ha violado repetidamente la orden, que le prohíbe atacar a testigos, fiscales, jurados y otros miembros del tribunal al publicar en sus redes sociales vínculos a artículos que descalifican a su exabogado Michael Cohen —uno de los principales testigos de la acusación— o baladronadas de sus íntimos sobre el desarrollo del juicio.

Pese a la rapidez, la constitución del jurado no ha estado exenta de turbulencias, además de las masivas bajas voluntarias registradas. Varios posibles miembros del jurado se sinceraron sobre sus vidas ante el tribunal este viernes. Una mujer se derrumbó al hablar de una condena en prisión en otro estado. Otra se sintió superada por los nervios mientras respondía desde el estrado a las preguntas del cuestionario de idoneidad al que fueron sometidos los convocados. “Esto es mucho más estresante de lo que pensaba”, dijo. Ambas aseguraron no ser capaces de cumplir con el cometido que se espera de un jurado y fueron excluidas. Esta ha sido la tónica general entre buena parte de los casi 500 aspirantes —seleccionados entre los vecinos adultos de Manhattan, donde se localiza la fiscalía que instruyó la causa y también el tribunal penal—, en un juicio que sigue fielmente los procedimientos ordinarios pero que la figura polarizadora de Trump convierte en un proceso, además de inédito e histórico, extraordinario.

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