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La esposa del cofundador de Wikileaks: “El ‘caso Assange’ ha normalizado el trato brutal a la prensa”

Stella Assange expresa en una entrevista con EL PAÍS un prudente optimismo tras la vista en Londres sobre la petición de EE UU para que extraditen al exeditor

Stella Assange
Stella Assange, tras la entrevista celebrada en Londres este sábado 24 de febrero.Ione Saizar
Rafa de Miguel

Stella Assange (Johanesburgo, 40 años) está cansada, pero si habla lentamente es porque esta abogada especializada en derecho humanitario mide bien cada palabra que dice. Se reúne con EL PAÍS en la cafetería de la azotea de la librería Waterstone’s, en la londinense calle de Picadilly. Su esposo, de 52 años, encerrado en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, la llamará durante el transcurso de la entrevista.

Stella (su apellido anterior era Moris) tiene dos hijos con el cofundador de Wikileaks, de cinco y seis años. Se conocieron hace 13 años, en la Embajada de Ecuador en Londres donde Assange permaneció protegido siete años. Se casaron dentro de la cárcel, hace poco más de uno.

Y después de todo ese largo recorrido, el mundo ha empezado a descubrir, durante la vista celebrada en Londres esta semana para decidir su posible entrega a Estados Unidos, que el caso Assange es, sobre todo, un momento crucial para la libertad de prensa.

Pregunta. Dos días intensos de juicio, con el mundo pendiente. Los dos jueces se han tomado unas semanas para decidir la posible extradición. ¿Optimista?

Respuesta. Soy precavida a la hora de hablar de optimismo, pero lo cierto es que me preparé para lo peor, para la idea de que al segundo día de la vista un par de agentes estadounidenses se llevaran a Julian. Después de una hora, en la primera sesión, vi que ambos magistrados estaban realmente interesándose por el caso. Pedían más información y, al final de esa jornada, ya parecía claro que no tomarían su decisión esta misma semana, exigían más aclaraciones.

P. Muchos se han sorprendido ante el apoyo internacional a Assange.

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R. He visto cómo se iba construyendo ese apoyo. No me ha sorprendido, pero creo que el paso del tiempo ha permitido que la verdadera situación sea percibida más obviamente. La gente ha empezado a prestar atención al caso.

P. ¿Ha hablado con él después del juicio? ¿Cómo se siente?

R. Tiene sentimientos contradictorios. Por una parte, está animado ante el apoyo recibido. Puede sentir que el resto del mundo está observando lo que sucede y eso le transmite una sensación protectora, obviamente. Porque sigue siendo su única esperanza: que el mundo sea capaz de parar este proceso.

P. No pudo estar presente en la sala…

R. Ahora vive una situación de gran aislamiento y está muy débil. No pudo acudir al juicio, ni estar presente a través de videoconferencia. Ha hablado con sus abogados, por supuesto. Y ha seguido el desarrollo de la vista. Fui a verle ayer [por el viernes] junto a su hermano y le conté mi impresión sincera respecto a la actitud de los jueces.

P. El argumento principal de la defensa ha sido denunciar la “motivación política” de la persecución de Assange.

R. El contenido de las publicaciones de Wikileaks es político, en el sentido de que saca a la luz crímenes de Estado. Ese es el centro de gravedad de todo el caso. Se persigue a Julian, se busca su procesamiento y su encarcelamiento, como consecuencia de sus opiniones políticas.

Stella Assange, este sábado en Londres.
Stella Assange, este sábado en Londres.Ione Saizar

P. Y Estados Unidos pretende procesarle con una ley arcaica, nunca antes usada contra actos periodísticos.

R. La Ley de Espionaje de 1917, que Estados Unidos utiliza para solicitar la extradición de Julian, es por su propia naturaleza una ley sobre delitos políticos. Y este tipo de delitos están descartados en el artículo 4 del tratado de extradición firmado entre el Reino Unido y Estados Unidos.

P. Ni siquiera garantizan a Assange la protección que la Constitución estadounidense blinda a la prensa.

R. Argumentan que Julian no es estadounidense y que cometió sus presuntos delitos fuera de aquel país, por lo que no está amparado por la protección constitucional que otorga la Primera Enmienda [que contempla, entre otros derechos, la libertad de prensa]. Básicamente, le están discriminando por su nacionalidad [australiana]. Yo creo que el Gobierno y los fiscales utilizan este argumento para tener una venta fácil de su caso ante su propia prensa estadounidense. Para decirles algo así como “no os preocupéis, solo va a afectar a Assange. Si eres estadounidense, estás protegido”.

P. También ponen en cuestión que Assange sea periodista.

R. Pero eso, en cierto modo, es irrelevante. Porque la actividad misma que ellos describen como delito es en sí una actividad periodística: recibir información de una fuente y publicarla.

P. ¿Está en juego la libertad de prensa con este caso?

R. Es un momento crucial. A pesar de todas sus faltas, Estados Unidos ha sido siempre una referencia en la defensa de la libertad de expresión y de la libertad de prensa. Incluso en los peores momentos, como durante la Guerra Fría, cuando había motivos poderosos para restringir a los periodistas, no lo hicieron. Piense por ejemplo en los Papeles del Pentágono, que básicamente acabaron poniendo fin a la guerra en Vietnam.

P. ¿Y la persecución contra Assange ha sido una señal?

R. Este caso ha normalizado la posibilidad de tratar con brutalidad e intimidar a periodistas por todo el mundo. En términos geopolíticos, se ha convertido en algo muy útil para los gobiernos represivos, que lo usan como ejemplo. Rebaja el nivel de exigencia de todos ellos.

“No quieren verme”

P. La lucha es ahora jurídica pero, en realidad, siempre ha sido política. ¿Ha recibido alguna señal del Gobierno británico?

R. He intentado reunirme con el primer ministro, Rishi Sunak, y con el ministro del Interior, James Cleverly, pero no quieren verme. Se resisten a relacionar este asunto con la libertad de prensa. Es lógico. Van por todo el mundo proclamando su defensa, no pueden admitir que tienen el problema en casa.

P. Ha advertido usted de que Assange podría morir si es extraditado a Estados Unidos.

R. Puede morir, porque podría acabar siendo condenado a la pena de muerte. El propio Gobierno británico ha admitido que es incapaz de garantizar que no lo vayan a matar. Y Estados Unidos ya intentó hacerlo antes [según un informe de Yahoo News, nunca desmentido, la CIA planeó el asesinato de Assange]. O puede morir porque sea sometido a unas condiciones carcelarias tan brutales que lo lleven a cometer suicidio.

Stella Assange, tras la entrevista, este sábado en Londres.
Stella Assange, tras la entrevista, este sábado en Londres.Ione Saizar

P. ¿Teme que pueda quitarse la vida?

R. Tiene un historial médico en ese aspecto. Ya intentó hacerlo cuando tenía veintitantos años. Y ahora mismo sufre un cuadro de depresión. Pero quiero que quede claro. Julian es un luchador. No es el hecho de que sea él quien amenace con quitarse la vida. Son las condiciones que se le han impuesto las que pueden empujarle a eso.

P. ¿Cuál es la conclusión de esta intensa semana?

R. Creo que, hasta ahora, los que persiguen a Julian estaban dispuestos a actuar contra él mientras los dejaran. Creo que estamos empezando a ver que no podrán salirse con la suya. Todas las mentiras han comenzado a quedar expuestas. Pero no sé, igual me estoy equivocando y nada cambie.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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