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El ala ultra del Gobierno pide a Netanyahu más restricciones contra los palestinos tras un ataque a colonos judíos

Los ministros de Seguridad Nacional y Finanzas exigen armar más a los civiles y extender los asentamientos en Cisjordania

Guerra entre Israel y Gaza
Un policía israelí junto al cuerpo de un atacante palestino tras un ataque en Cisjordania, este jueves.Mahmoud Illean (AP/ LaPresse)
Luis de Vega (Enviado Especial)

El ala más ultra del Gobierno israelí que lidera el primer ministro, Benjamín Netanyahu, aprovecha cualquier chispa que salta en el polvorín de la Cisjordania ocupada para exigirle que extreme las restricciones contra los palestinos. Así ha ocurrido poco después del ataque que tuvo lugar en la mañana del jueves en las inmediaciones de una colonia judía junto a Jerusalén, donde tres atacantes palestinos abrieron fuego de manera indiscriminada y mataron a un israelí e hirieron a otros 10 antes de que dos de ellos fueran abatidos y otro capturado, según fuentes policiales y de los servicios de emergencia.

Los ultranacionalistas ministros de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, y Finanzas, Bezalel Smotrich, no han tardado en reclamar que se distribuyan más armas para que los civiles puedan defenderse, que se construyan más viviendas en asentamientos judíos y que se estrechen las restricciones de movimiento para los palestinos.

El ataque supone la “respuesta natural a las masacres y crímenes de la ocupación en la franja de Gaza y Cisjordania”, justificó Hamás en un comunicado, informa la cadena catarí Al Jazeera. Pese a que Cisjordania bate récords de violencia estos meses, el principal escenario de la guerra actual es la franja palestina. Las tropas de Israel han matado ya a más de 29.000 palestinos en el enclave mediterráneo en respuesta al asesinato por miembros de Hamás de unas 1.200 personas y la captura de 240 rehenes el pasado 7 de octubre en territorio israelí.

Ben-Gvir, un conocido judío supremacista defensor de la violencia, no tardó en llegar al lugar donde se produjo el ataque de este jueves. Su reacción ante los medios no difirió mucho de su discurso habitual ni de sus declaraciones tras ataques anteriores: “Aquí se ha evitado un desastre muy grande gracias a que todos los policías tienen armas y los ciudadanos tienen armas”. Y una vez más no desaprovechó la ocasión para defender, como ha hecho su ministerio, el reparto de armas de fuego y eliminar límites al acceso entre los civiles, porque “las armas salvan vidas”, dijo al tiempo que exigió la imposición de más restricciones a los palestinos.

El ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben-Gvir, visita el lugar de un ataque, este jueves.
El ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben-Gvir, visita el lugar de un ataque, este jueves.AMMAR AWAD (REUTERS)
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“Espero que haya cada vez más barreras aquí. Habrá restricciones. Tenemos que entender que nuestros enemigos no buscan excusas. Lo único que quieren es hacer daño. Lucharé por las restricciones, es bueno que el primer ministro acepte mi postura”, añadió en un mensaje directo a Netanyahu. El ministro de Seguridad Nacional es uno de los principales defensores de los asentamientos judíos en Cisjordania. Él mismo vive en una de esas colonias. “El derecho a la vida de los residentes judíos de Judea y Samaria (la manera en que se refiere a Cisjordania) pesa más que el derecho a la libertad de movimiento de los residentes de la Autoridad Palestina”, comentó.

Bezalel Smotrich también se dirigió al primer ministro, al que pidió que ordene la construcción de “miles de viviendas” nuevas en las colonias judías de Palestina, según publicó en la red social X (antes Twitter).

Los dos autores del ataque del jueves por la mañana que han muerto fueron abatidos por los disparos de bala de civiles armados o de miembros de las fuerzas de seguridad que se encontraban en el lugar, según medios locales. Los atacantes eran originarios de la zona de Belén y dos de ellos eran hermanos. Ninguno estaba en el radar de las autoridades de Israel y dedicaron tiempo a preparar el ataque con antelación, de acuerdo a esos medios. Los hechos ocurrieron en el entorno del control de seguridad que da acceso a la colonia de Maale Adumin, en una carretera que lleva desde Jerusalén Este hacia el mar Muerto. Los atacantes, siempre según fuentes policiales, llegaron en dos vehículos armados con rifles, pistolas, granadas y otro armamento.

Poco después, decenas de militares israelíes tomaron el pueblo de Beit Tamir, al sureste de la ciudad de Belén. De esa localidad eran originarios los tres: los hermanos Muhammad Zuahara, de 26 años, y Kadam Zuahara, de 31, y Ahmad al Hush, de 31, según datos policiales ofrecidos por la prensa israelí. Durante la operación, los militares israelíes rodearon las dos residencias familiares, según la agencia palestina Wafa. Entre los detenidos se encuentra el padre de los hermanos Zuahara, según el diario Haaretz.

Israel no ha puesto en marcha, de momento, el anunciado asalto militar por tierra a Rafah, la única parte de Gaza que le queda al ejército por ocupar. Los bombardeos persisten, sin embargo, sobre esa localidad meridional fronteriza con Egipto donde se agolpa más de un millón de desplazados, la mayoría sin techo y casi sin acceso a comida, agua, medicinas o electricidad. Las posturas para lograr un alto el fuego y la liberación de los más de 100 rehenes que siguen en Gaza se mantienen alejadas, pero hay cierto optimismo ante la llegada a El Cairo del líder de Hamás, Ismail Haniye, que podría impulsar las negociaciones, según Reuters.

“Hamás ha renunciado a su exigencia de un alto el fuego permanente y una retirada israelí completa de Gaza, a cambio de garantías de que sus líderes no sean asesinados”, señalaron fuentes palestinas en la capital egipcia a la agencia Efe. De manera paralela, París vuelve a reunir este viernes a los tres países mediadores (EEUU, Qatar y Egipto) con una delegación israelí para tratar de avanzar por la senda del alto el fuego.

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Sobre la firma

Luis de Vega (Enviado Especial)
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear año y medio por Madrid y sus alrededores. Antes trabajó durante 22 años en el diario Abc, de los que ocho fue corresponsal en el norte de África. Ha sido dos veces finalista del Premio Cirilo Rodríguez.
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