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Suspender el comercio, sanciones o diplomacia: las palancas de presión de la UE a Israel para frenar el asedio a Gaza

Los Veintisiete tienen varias herramientas para reclamar al Gobierno de Netanyahu que frene la matanza de civiles pero no las usa por la división interna en el club comunitario

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante una rueda de prensa en la Conferencia de Seguridad de Múnich (Alemania), el 16 de febrero.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante una rueda de prensa en la Conferencia de Seguridad de Múnich (Alemania), el 16 de febrero.RONALD WITTEK (EFE)
María R. Sahuquillo

La reclamación de España y de Irlanda a Bruselas para que revise el acuerdo de asociación que enlaza a la Unión Europea con Israel —que genera intercambios comerciales por 63.000 millones de euros— por sus vulneraciones a los derechos humanos en Gaza ha vuelto a poner el foco en las herramientas a disposición de la UE para presionar a Israel. Además de la potencial suspensión del convenio, la Unión dispone de otras palancas como el empuje diplomático sobre el Gobierno de Benjamin Netanyahu; la exigencia de un alto el fuego; el embargo de armas de los Estados miembros que las envían; el reconocimiento del Estado palestino por parte de la Unión; o la imposición de sanciones, por ejemplo, a los colonos violentos de Cisjordania, como propuso el Servicio de Acción Exterior (SEAE) en diciembre y ya han hecho Estados Unidos y Francia.

La ofensiva de Israel sobre la Franja en respuesta los atentados de Hamás del 7 de octubre, en los que murieron 1.200 personas y fueron secuestradas 240, es uno de los asuntos más divisivos en el seno de la UE. Y ni siquiera el terrorífico número de civiles muertos palestinos en la ofensiva sobre Gaza ha derivado en una llamada común a un alto el fuego —los Veintisiete, de momento, piden “pausas humanitarias”— por la oposición de República Checa, Hungría y Austria. La Unión, de la que se critica su escaso papel como actor geopolítico en Oriente Próximo, tiene instrumentos para tratar de empujar a Netanyahu a una desescalada. Pero no los usa. Algunas voces hablan ya de un fracaso moral y estratégico de la UE. Estas son algunas de esas hipotéticas palancas de presión:

Revisar el acuerdo de asociación UE-Israel. Los jefes de Gobierno de España, Pedro Sánchez, e Irlanda, Leo Varadkar, reclamaron el miércoles por carta a la Comisión Europea que analice el convenio que une a los Veintisiete con Israel por las vulneraciones del ejército israelí de la legislación internacional humanitaria en Gaza. Poner sobre la mesa ese convenio —que destaca que el respeto a los derechos humanos y la democracia son elementos esenciales en las relaciones con el Estado asociado— supone una de las mayores fórmulas de presión de la UE, explica Muriel Asseburg, del German Institute for International and Security Affairs. Incluso la amenaza de suspenderlo ya es una herramienta. Sin embargo, es complicado que esa suspensión se materialice. España e Irlanda lideran un grupo de países críticos con la actuación de Israel en Gaza y las masacres de civiles. Otro grupo, formado por Hungría, República Checa, Austria y también Alemania, se oponen a medidas sobre Israel

La Comisión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, que se ha mostrado cercana al Estado judío, y el alto representante para Política Exterior, Josep Borrell, muy crítico con las vulneraciones de los derechos humanos del ejército israelí, pueden proponer al Consejo Europeo (los Estados miembros) la suspensión del tratado, según la legislación europea. Pero este es un elemento de política exterior, por lo que es el SEAE quien tiene las competencias. Sus servicios jurídicos analizan ahora cómo actuar tras la carta. Para aprobar una suspensión completa hace falta la unanimidad de los 27 Estados miembros. Suspender alguna de las cláusulas comerciales puede lograrse con mayoría cualificada, según fuentes comunitarias. El asunto puede tener poco recorrido, sin embargo, si el SEAE determina que hay que hacer un informe sobre las vulneraciones de Israel que pueden contravenir el tratado, firmado en 2000. Ese texto será de nuevo un punto de fricción para los Veintisiete.

Alto el fuego. La UE ha reclamado a Israel este sábado que no ataque Rafah, como se dispone a hacer y, de nuevo, ha exigido a Netanyahu que proteja las vidas civiles palestinas. La Unión se mueve en un equilibrio precario, ya que no ha logrado una postura común para exigir a Israel un alto el fuego. Esta sería otra palanca de presión que pondría de forma cristalina el acento en la necesidad de frenar las masacres. De momento, los países más cercanos a Netanyahu se oponen a esa exigencia y se mantienen en la fórmula de “pausas humanitarias”. Pese a los más de 28.000 muertos, creen que un alto el fuego privaría a Israel de su derecho a defenderse y capturar a los líderes de Hamas, señala en un análisis Martin Konecny, director del Proyecto Europeo de Oriente Medio (EuMEP).

Diplomacia. Hablar con más fuerza de las masacres de civiles y la crítica situación humanitaria en Gaza, censurar claramente las políticas de asentamientos, promover el debate en los círculos internacionales, comprometerse a no mejorar las relaciones con Israel y trabajar para el día después de la guerra son fórmulas diplomáticas que pueden también actuar como herramienta de presión, según la analista del German Institute for International and Security Affairs. “La UE no está usando los mecanismos a su alcance y eso se debe a la falta de unidad”, remarca Asseburg. Otra de esas herramientas es aumentar el apoyo al Tribunal Penal Internacional y al Tribunal Internacional de Justicia, que lleva el caso de Sudáfrica contra Israel por acusaciones de genocidio a la población palestina, apuntan fuentes diplomáticas.

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Sanciones. Las restricciones de entrada a suelo comunitario y la congelación de bienes a individuos y empresas es la fórmula de presión más habitual de la UE. El club comunitario ha impuesto ya 12 rondas de sanciones a entidades y personas rusas involucradas en mantener y ampliar el esfuerzo de la guerra contra Ucrania. Los ministros de Exteriores de los Veintisiete han estudiado la propuesta del SEAE para sancionar a una quincena de colonos violentos en Cisjordania. Pero la oposición de Praga y Budapest lo ha impedido.

Embargo de armas. El jefe de la diplomacia europea habló el lunes de restricciones en el envío de armas a Israel. Borrell lo planteó como una cuestión de “lógica”, y no solo de los miembros de la UE, sino también de EE UU y el Reino Unido, ante la masacre de civiles palestinos. La UE, como tal, no envía armas a Israel ni tiene programas de apoyo militar como los que ha lanzado para Ucrania. Sin embargo, sí lo pueden hacer sus Estados miembros. Pese a que las políticas comunitarias de exportación de armas exigen detener transferencias de material letal cuando existe el riesgo de contribuir a violaciones del derecho internacional humanitario, socios europeos como Alemania y Países Bajos han seguido enviando armas al ejército israelí, explica Konecny. Mientras, un tribunal de Países Bajos ha ordenado al Gobierno que deje de enviar piezas de aviones F-35 a Israel debido a que este “no tiene en cuenta suficientemente las consecuencias de sus ataques para la población civil”.

Reconocimiento del Estado palestino. Nueve países de la UE reconocen el Estado palestino: Malta, Chipre, República Checa, Hungría, Eslovaquia, Suecia, Rumania, Bulgaria y Polonia. Pese a esto, algunos de esos gobiernos, como el húngaro y el checo (donde el reconocimiento se produjo en 1988; antes de la caída del telón de acero como en la mayoría de los socios del Este), son muy cercanos a Netanyahu, que no acepta la largamente aprobada solución de los dos Estados. La idea de un grupo de países, entre ellos, España, es trabajar para que ese reconocimiento se amplíe y se haga a nivel europeo.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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