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Un responsable de Unicef en Palestina: “Hay un millón de niños en Gaza traumatizados por la guerra”

Jonathan Crickx afirma que desde el inicio del conflicto “han perecido en ataques israelíes más de 150 empleados de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos”

UNICEF official in Palestine
Jonathan Crickx, responsable de defensa de derechos y comunicaciones de Unicef en Palestina, el sábado en Rafah (franja de Gaza), en una foto cedida.
Juan Carlos Sanz (enviado especial)

Desde Rafah, en el extremo sur de la franja de Gaza fronterizo con Egipto, describe un mar de tiendas de campaña improvisadas, donde se hacinan 1,3 millones de palestinos, entre el eco de los bombardeos israelíes que llegan desde la ciudad de Jan Yunis, a unos cinco kilómetros al norte. En una conversación entrecortada por continuas caídas de la línea telefónica, Jonathan Crickx, jefe de defensa de derechos y comunicaciones de Unicef en Palestina, recuerda que la población se ha quintuplicado en el sur del enclave costero ante el desplazamiento masivo forzado por la guerra. “Cada día llegan más aquí, donde apenas se les puede ofrecer para sobrevivir un poco de comida y algo de agua, entre 1,5 y 2 litros por cabeza y día para beber, cocinar y lavarse”, advierte con preocupación este trabajador humanitario de la agencia de la ONU para la infancia, nacido en Bélgica hace 47 años y curtido en Oriente Próximo y Afganistán.

Algunos de sus colegas de Naciones Unidas en Gaza han perdido a familiares. Incluso han muerto decenas de ellos. “Desde el inicio de la guerra han perecido en los ataques israelíes más de 150 empleados de la UNRWA (la agencia de la ONU para los refugiados palestinos)”, precisa. Con 13.000 empleados en la franja de Gaza, es la principal organización de ayuda a la población civil. Dos millones de los 2,3 millones de habitantes del enclave dependen de esta agencia para sobrevivir. Naciones Unidas ha despedido a varios trabajadores de esta agencia tras ser acusados por Israel de estar implicados en el ataque lanzado por Hamás en el que perecieron unas 1.200 personas en territorio israelí.

La UNRWA ya ha advertido de que no podrá continuar ayudando a Gaza después de febrero si no reanudan sus aportaciones la quincena de países que han retirado su apoyo económico, entre ellos EE UU, Reino Unido o Alemania. Las estrecheces habituales a las que se enfrenta la agencia pueden extremarse por la falta de financiación. La situación humanitaria en la Franja palestina amenaza con agravarse si se queda sin más de la mitad de sus ingresos cuando los principales donantes materialicen su decisión.

“Las condiciones higiénicas en Rafah son terribles, solo hay una letrina por cada 500 o 700 personas, lo que lleva a la propagación de enfermedades como la diarrea crónica”, puntualiza. “En las pocas semanas transcurridas desde finales de diciembre, se ha pasado de 40.000 a 70.000 casos; y se trata de una de las principales causas de mortalidad infantil. El impacto de la guerra en la salud de los niños es muy preocupante”, apostilla.

En Rafah, donde observa numerosos edificios destruidos por bombardeos israelíes, Crickx informa de que no se están registrando ataques directos ahora. “La guerra ha causado ya más de 26.000 muertos, de los que un 70% son mujeres y niños”, cita los datos del Ministerio de Sanidad gazatí, “pero la situación es muy compleja y solo podemos hacer estimaciones, sin poder diferenciar por tipo de víctimas”. Considera que ante el éxodo interno de la población y con la mayoría de los hospitales destruidos o a punto de colapsar, “contabilizar las muertes de niños es todo un desafío”.

En los centros sanitarios que aún funcionan parcialmente, constata que la tasa de ocupación supera hasta el 300% de la capacidad de atención de pacientes. “En un caso reciente, una mujer que había dado a luz por cesárea fue dada de alta pocas horas después [para poder liberar una cama]”, detalla. “No sabía ni cómo limpiarse la herida”. Así lo reconoció ante el personal de Unicef que la atendió en el sur de Gaza. “Hay muchos menores hospitalizados en pasillos a falta de otro espacio, sin apenas asistencia ni medicamentos”, alerta el representante de la agencia de Naciones Unidas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) describe a su vez un cuadro dramático en los hospitales, con carencia casi absoluta de anestesia y calmantes, de medicamentos básicos.

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Desde la ciudad de tiendas de campaña surgida en las últimas semanas, Crickx reconoce que la guerra amenaza con acercarse a la frontera egipcia. “Nadie sabe cuándo llegará hasta aquí, por eso esperamos que haya un alto el fuego lo antes posible”, asegura. Antes de la guerra, unos 400.000 niños precisaban tratamientos de salud mental y de apoyo psicológico en Gaza. Tras el estallido bélico, Unicef sostiene que prácticamente todos los niños de la Franja (un 40% de sus 2,3 millones de habitantes tiene menos de 15 años), están en situación de máxima vulnerabilidad.

Un niño espera en una cola a recibir agua, en Rafah, el 28 de enero.
Un niño espera en una cola a recibir agua, en Rafah, el 28 de enero. SALEH SALEM (REUTERS)

“Hay un millón de niños en Gaza traumatizados por la guerra a la espera de un alto el fuego”, resume la alarma que lanza Unicef desde del enclave costero palestino. “No tenemos acceso a todos los niños, pero a la vista de la duración e intensidad de los combates, estimamos que todos ellos necesitan ya atención de salud mental y psicológica”, remacha.

“Me he sentido impotente”

El trabajador humanitario refiere desde Rafah que casi todos los niños con los que se ha entrevistado le han confesado que habían perdido a algún miembro de su familia en la contienda. Cita el caso de Hasane, una niña de 11 años. “Realmente me impactó. Ha perdido a su padre, a su madre, a su hermano y a sus dos hermanas, y también ha perdido una pierna en la guerra”, recuerda. “Me resultó difícil escuchar la historia de una niña bañada en lágrimas marcada por tanto duelo. Me sentía impotente”.

“Pero mucha gente, muchos niños, murieron también el 7 de octubre, en un ataque absolutamente horroroso en Israel”, afirma Crickx. “Lo que de verdad hace falta en Gaza, además de ayuda humanitaria urgente, es un alto el fuego prolongado y duradero. La pena que siente aquí es muy intensa. Por el bien de todos los niños, los combates deben cesar”.

“La ayuda que entra es insuficiente”

“Como puede comprobar por sí mismo, tenemos muchas dificultades para mantener las comunicaciones y coordinar nuestro trabajo. Por ejemplo, para intentar hacer llegar material médico a un hospital”, explica entre cortes de línea el pasado sábado. “La ayuda que está entrando en Gaza es insuficiente. Por razones de seguridad, tampoco es posible llegar hasta todo aquel que necesita ayuda y a todas las zonas de la Franja”, reconoce Crickx. “Unicef está repartiendo alimentos infantiles altamente nutritivos para 40.000 niños menores de cinco años, un tramo de edad en el que se contabilizan 330.000 niños en la franja de Gaza. No podemos satisfacer todas las necesidades”, lamenta el representante de la agencia de la ONU para la infancia.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz (enviado especial)
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.
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