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Grupos armados matan al menos a 150 personas en un conflicto por la tierra en Nigeria

El Estado de Plateau es escenario habitual de violencia entre pastores y agricultores. Amnistía acusa al Gobierno de fracasar en la protección del pueblo nigeriano

Grupos de hombres armados matan a unas 150 personas en el centro de Nigeria
Campesinos nigerianos en sus arrozales de Suru, al noroeste de Nigeria.Thomas Imo (GIZ)
José Naranjo

Grupos de hombres armados han matado a unas 150 personas, muchas de ellas mujeres y niños, y herido a unas 300 en una ola de ataques localizada en pequeños pueblos del Estado de Plateau, en el centro de Nigeria, entre el sábado y el lunes. Esta zona es escenario frecuente de conflictos comunitarios por el uso de la tierra entre pastores y agricultores, agudizado por la sequía. El gobernador del Estado de Plateau, Caleb Mutfwang, calificó esta ola de asesinatos de “bárbara, brutal e innecesaria” y aseguró que las autoridades trabajan para detener a los culpables. “Tenemos que parar esta carnicería”, añadió.

Los ataques comenzaron el sábado por la noche en el área local de Bokkos. Al día siguiente, un portavoz del Ejército facilitó la cifra de 16 personas muertas, pero el alcalde de esta localidad, Monday Kassah, informó posteriormente de que se habían recuperado 113 cadáveres. “Bandidos lanzaron ataques bien coordinados en no menos de 20 comunidades diferentes”, dijo el responsable local, quien añadió que decenas de casas habían sido incendiadas. Los heridos fueron trasladados a hospitales del propio Bokkos y Jos.

Horas más tarde, los ataques se reprodujeron en el municipio vecino de Barkin Ladi, donde fueron asesinadas unas 50 personas, según el diputado regional Dickson Chollom. La sección nigeriana de Amnistía Internacional (AI) elevó la cifra de cadáveres recuperados a 140, pero aseguró que los equipos de búsqueda habían encontrado más cuerpos pertenecientes a las personas que intentaron huir de la violencia.

“El descarado fracaso de las autoridades a la hora de proteger al pueblo de Nigeria se está convirtiendo gradualmente en la norma. El presidente Bola Tinubu dijo que promulgaría medidas de seguridad en respuesta a estos ataques, pero estas promesas, hasta ahora, han demostrado estar vacías. Las autoridades nigerianas deben investigar estos ataques de manera imparcial y efectiva. Presidente Bola Tinubu, debemos hacer algo más que limitarnos a condenar estos horribles ataques. Los presuntos autores deben ser llevados rápidamente ante la justicia”, aseguró AI a través de su perfil de X.

Por su parte, Caleb Mutfwang, gobernador de Plateau, acusó al Gobierno federal de “falta de voluntad política” para desalojar de este territorio a quienes denominó “terroristas”, en una entrevista emitida este martes en la televisión Sunrise Daily. El gobernador aseguró que estos grupos de delincuentes ocupan escuelas y otros edificios públicos de Plateau desde hace cinco años y la tensión ha ido en aumento porque nadie ha sido detenido. “Tenemos que parar esta carnicería. Las fuerzas de seguridad no pueden continuar con una estrategia reactiva, sino ser proactivos (…); no menos de 64 comunidades han sido desplazadas”.

Violencia por la tierra

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Mutfwang señaló como causa del conflicto a un intento de dichos grupos de asentarse en Plateau y arrebatar la tierra a quienes hoy la habitan. “Hay formas de adquirir tierras, no a través de la violencia y debemos poder recurrir a las leyes para abordar estos temas. Las personas que quieren tierras en el Plateau son libres de acercarse a las comunidades, negociar y establecerse en esas comunidades. No creo que la gente se niegue, pero cuando recurren a la violencia para apoderarse de esas tierras, estén seguros de que esto es una bomba de tiempo porque llegará un momento en que la gente reaccionará y vamos a tener una gran crisis. Rezo para que no lleguemos a ese punto”, añadió.

El estado de Plateau, así como otras regiones de Nigeria, es el escenario habitual de tensión y enfrentamientos entre pastores, en su mayoría nómadas o seminómadas de la etnia fulani de religión musulmana, y agricultores sedentarios, casi siempre cristianos. El pasado mes de mayo, pastores entraron en dos aldeas de Kubat y Fungzai, en Plateau, y asesinaron a 45 personas. En abril, un incidente similar sacudió al estado de Benue. En junio de 2018, un enfrentamiento entre ambas comunidades también en Barkin Ladi provocó un estallido de violencia en Jos, capital del Estado, con el resultado de 86 fallecidos. A esta tensión intercomunitaria, que se ha visto agudizada por la presión demográfica y la falta de lluvias, se suma la presencia de grupos armados, llamados genéricamente “bandidos” en Nigeria, sobre todo, en los estados del centro y norte del país, que se dedican al robo, saqueo y secuestro de civiles, como pasajeros de autobuses o escolares.

Toda esta inseguridad es uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta Nigeria y que su nuevo presidente, Bola Tinubu, electo el pasado verano, prometió combatir con todas sus fuerzas. Sin embargo, los ataques e incidentes se siguen produciendo con frecuencia. El pasado 3 de diciembre, un dron del Ejército nigeriano mató por accidente a 85 civiles que participaban en una celebración religiosa en el Estado de Kaduna. Las autoridades aseguraron que el error se produjo cuando las fuerzas armadas llevaban a cabo una operación contra estos grupos de delincuentes. Organizaciones de derechos humanos y colectivos de la sociedad civil han denunciado en reiteradas ocasiones el fracaso del Gobierno nigeriano a la hora de enfrentarse a estas bandas.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).
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