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Shlomo Ben Ami: “La infamia de Hamás permanecerá durante largos años como una muralla entre israelíes y palestinos”

El exministro de Exteriores israelí considera el ataque de la milicia palestina como uno de los mayores crímenes contra la paz y acusa a Netayanhu de haber fortalecido a Hamás ninguneando a la Autoridad Nacional Palestina

Shlomo Ben Ami
El exministro de Asuntos Exteriores israelí, Shlomo Ben Ami, durante una manifestación contra la reforma en Netanya, al norte de Tel Aviv, en abril de 2023.Eyal Warshavsky (SOPA Images / LightRocket / getty)
Juan Carlos Sanz

Shlomo Ben Ami se indigna a los 80 años como un veinteañero al señalar la arrogancia del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, como desencadenante del ciclo de venganza y violencia entre israelíes y palestinos que vive ahora su país. “No se había visto desde 1948”, lamenta con un símil clásico griego este historiador, formado en la Universidad de Oxford, que fue uno de los primeros embajadores de su país en España y el último ministro de Asuntos Exteriores de un Gobierno de base laborista antes de que la Segunda Intifada (2000-2005) diera al traste con las esperanzas de los Acuerdos de Oslo.

“A lo largo de los años, Netanyahu ha ninguneado a la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas con la estrategia de fortalecer a Hamás como la mejor vía para eliminar la solución de los dos Estados, ante la existencia de un grupo radical y fanático en la franja de Gaza”, argumenta. “Pero el movimiento islámico nos había dado una sorpresa estratégica, al no participar en las ofensivas de la Yihad Islámica contra Israel en los últimos años”, precisa Ben Ami. “Y también una sorpresa táctica, al penetrar ahora en Israel a través de la valla tradicional, en lugar de por túneles bajo la barrera subterránea”. El sistema defensivo fue construido la pasada década con un coste de más de 950 millones de euros bajo los gobiernos de Netanyahu. “No ha existido un despliegue militar serio en la frontera (del enclave palestino)”, remacha.

Exvicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz, nacido en la zona internacional de Tánger durante la era de los protectorados francés y español sobre Marruecos, Ben Ami se expresa por teléfono en un fluido castellano desde su casa en el área metropolitana de Tel Aviv. Considera que la política del primer ministro conservador en Gaza carece por completo de una base sólida.

“Las guerras tienen un objetivo político. Para Hamás, se trata de frenar la normalización de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí, de vaciar las cárceles israelíes de prisioneros palestinos, mediante el intercambio con rehenes judíos y de apoderarse de la hegemonía política en Palestina, al calor de la causa de Jerusalén y del icono de la mezquita de Al Aqsa”, asegura. “Netanyahu solo está reaccionando; no tiene un objetivo político, sobre todo después de no haber cesado de provocar a los palestinos durante años”, añade.

Ben Ami sostiene que el líder conservador aparcó hace ya mucho tiempo la idea de la solución de los dos Estados para limitarse a gestionar la ocupación, al considerar que no había condiciones para sentarse a negociar. “Pero ha fracasado, ya que ha intensificado la ocupación, convirtiéndola en irreversible mediante la expansión de los asentamientos y tolerando la violencia de los colonos”, detalla.

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Barbarie inédita

El historiador y político considera que “Hamás ha podido crear un conjunto de objetivos comprensibles y lógicos en su estrategia en Gaza, pero su táctica final ha sido de una barbarie como no se había visto en décadas. Asesinatos a sangre fría, secuestros, violaciones… Una infamia que permanecerá largos años como una muralla entre israelíes y palestinos”. Tema que acabará quitando argumentos a los israelíes que creen en la reconciliación. Y obligar a muchos otros a apoyar a Netanyahu en esta guerra: “Es uno de los mayores crímenes que ha cometido Hamás contra lo que aún queda del campo de partidarios de la paz en Israel”.

En su opinión, el ejército israelí se ha convertido en una fuerza de orden público en Cisjordania que protege constantemente a grupos de colonos que instigan la violencia. “La debilidad de la Autoridad Palestina, propiciada por Israel, ha llevado hasta Cisjordania el foco de los despliegues militares de Israel”, asegura. En contrapartida, piensa que no se ha prestado la atención debida a la seguridad en torno a la franja de Gaza.

Advierte además de que la población palestina en general vive bajo un sentimiento de frustración y rabia por las prácticas de la ocupación israelí. “No se puede negar. Que se humille de tal forma a la fuerza ocupante y sus civiles como ha ocurrido ahora, no creo que vaya a generar rechazo en la población palestina”.

Desde su experiencia vital, Ben Ami observa que, sin embargo, el tiempo pasa y las heridas, por profundas que sean, se empiezan a curar. “Si en algún momento hay líderes con visión, lo que ha ocurrido ahora en Gaza y sus alrededores no tendría por qué ser un obstáculo para un acuerdo futuro. Entre Alemania y Francia ha habido mucha más sangre a lo largo de la historia que entre israelíes y palestinos”, sentencia. “Pero nos sobran propagandistas como Netanyahu, y asesinos como los de la cúpula militar de Hamás. Con ellos difícilmente podemos pensar en una visión de futuro. Nos faltan líderes”.

Con todas sus deficiencias, confía en la democracia israelí para corregir los fallos. “Ahora se da un tipo de Gobierno con personas que viven en otro planeta, que no trabajan, que no comparten el esfuerzo del servicio militar”, alude a la presencia de ultraortodoxos judíos en el Gabinete más derechista de la historia de Israel.

—¿El fallo de los servicios de inteligencia del Estado judío se debe a que las fuerzas de seguridad se han concentrado más en Cisjordania que en Gaza?

—Antes de la guerra de Yom Kipur (1973) no faltaba inteligencia en las reuniones de los ministros, pero a pesar de tener información, se interpretaba bajo el concepto estratégico de que los países árabes no tenían ninguna opción militar frente a Israel. Algo parecido ha podido ocurrir con la decisión de Netanyahu de dar un giro hacia Cisjordania, donde percibía una resistencia palestina muy activa y relegar la inteligencia sobre Gaza. Hamás estaba aparentemente domesticado, centrado en el desarrollo económico y recibiendo dinero de Qatar a la luz del día.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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