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La ampliación, la cohesión en torno a Ucrania y el pacto verde, las claves de un curso decisivo para la UE

Von der Leyen pronuncia este miércoles en Estrasburgo el discurso de balance del estado de la Unión

Guerra Ucrania Rusia
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en Estrasburgo, este martes.JULIEN WARNAND (EFE)
María R. Sahuquillo

La Unión Europea afronta este curso político como un punto decisivo para su futuro. La nueva temporada, la última antes de las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2024, despunta en pleno proceso de transformación política, presupuestaria y geográfica de la Unión con consecuencias oceánicas. En un momento convulso, marcado por la guerra de Rusia contra Ucrania, que no muestra señales de tener un final a la vista, la UE debe decidir cómo marca el camino para la próxima ampliación mientras aborda el desafío de mantener la cohesión de un bloque diverso, la senda del pacto verde y cómo seguir pavimentando la vía como actor geopolítico fuerte —también en seguridad y defensa— como ha tratado de apuntalar la Comisión de Ursula von der Leyen, espoleado por la pandemia de covid-19 y por la invasión rusa.

Estos debates marcarán la ruta para el próximo Ejecutivo comunitario. La política alemana, que pronunciará este miércoles en Estrasburgo su esperado discurso anual de balance del estado de la Unión, ha eludido hábilmente aclarar si se presentará a la reelección. De momento, Von der Leyen ha optado por mantener el misterio, aunque este miércoles dará cuenta de los logros cumplidos en una intervención en la que asegurará que se ha logrado el 90% de las guías políticas lanzadas por la Comisión, según fuentes comunitarias. Una “agenda ambiciosa”, remarca la fuente.

Sobre la mesa hay grandes asuntos por cerrar, como el pacto migratorio y el de estabilidad, la flexibilización de las reglas fiscales y regulaciones sociales. En total, unos 200 asuntos —algunos políticamente muy sensibles— en los que habrá algunos que salgan adelante este semestre, durante la presidencia española del Consejo de la UE, marcada, además, primero por las elecciones anticipadas del 23 de julio y ahora por los intentos de investidura. Todo en el último semestre completo antes de que Bélgica tome el testigo de España en una presidencia corta, ya que los comicios a la Eurocámara están previstos para junio.

Este no es un curso como los demás, incide Arancha González Laya, decana de la Paris School of International Affairs, Sciences Po. “Estamos ante un nuevo momento fundacional europeo, porque de alguna manera las placas tectónicas fundacionales se están moviendo y si la UE quiere ser ese gran actor geopolítico debe hacer transformaciones profundas”, señala. Laya, que fue ministra de Exteriores de España entre 2020 y 2021, describe tres grandes desafíos que la Unión debe saber jugar: la ampliación, la solidez económica y la seguridad y defensa.

“Se debe abordar la ampliación no solo porque se prometió [a los países candidatos], sino también porque si no se hace se genera una zona de inseguridad alrededor de la UE demasiado alta”, abunda González-Laya. “La gestión de ampliación necesita aporte de voluntad política y la visión de qué se quiere hacer y cómo. Tiene que jugarse la ampliación con las reformas internas y reglas que permitan a la UE seguir siendo efectiva”, sigue la académica.

A finales de agosto, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se lanzó a aventurar una fecha para el próximo gran reto del club comunitario: para 2030, la UE debe estar lista para recibir a nuevos miembros. Fue el primer dirigente comunitario en mencionar una fecha y se puso el acento en que ya no se debate si esa ampliación sucederá sino cuándo.

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Cambio estratégico

La guerra lanzada por Rusia ha provocado un cambio estratégico en la política comunitaria sobre la ampliación, pero los Estados miembros también son conscientes de que para absorber a nuevos socios —los Balcanes aguardan desde hace años y ahora también Ucrania y Moldavia, que esperan la apertura de conversaciones— no solo estos deben seguir la vía marcada de reformas para asimilarse al club comunitario; la Unión tiene también que hacer las suyas, señala un alto diplomático europeo.

Se abre ahora un largo proceso de debate, que Von der Leyen pondrá sobre la mesa en este inicio de curso, para abordar cómo se pueden diseñar presupuestos para admitir a nuevos miembros que serán beneficiaros y no contribuidores y cómo afrontar el proceso de toma de decisiones en un bloque ampliado hasta los 35 socios en una Unión que ahora requiere acuerdos en ámbitos políticos por unanimidad.

La Comisión Europea comunicará en octubre a los Estados miembros en un extenso informe cómo va Ucrania en el cumplimiento de las medidas marcadas para empezar las negociaciones de adhesión, que van desde la reforma de la justicia hasta el trazado de una ley para amparar a las minorías o una potente regulación para combatir la corrupción. El tema será uno de los platos principales no solo en la cumbre de la Comunidad Política Europea en Granada, el próximo mes, sino también del posterior Consejo. La decisión sobre abrir o no las negociaciones se tomará probablemente en la última cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE en diciembre, dice una fuente comunitaria, que recuerda que el proceso para Ucrania y el resto de aspirantes se basa en los méritos y no habrá atajos.

“Los principales desafíos que enfrenta la UE de cara a las próximas elecciones son tanto internos como externos”, lanza Alberto Alemanno, profesor Jean Monnet de Derecho y Política de la Unión Europea en HEC Paris. “Los externos van desde cómo mantener la unidad de la UE en torno a Ucrania tras la invasión rusa —Hungría está presionando a Rusia para que haga concesiones y no es favorable a la ampliación—”, expone el experto. “Los internos son desafíos serios, aunque menos visibles y debatidos, e incluyen la finalización del pacto verde de la UE y garantizar el respeto del Estado de derecho en toda la Unión”, añade.

Hungría y Polonia mantienen contenciosos por este asunto, que han visto 63.200 millones de euros de fondos de cohesión y del plan de recuperación bloqueados por sus incumplimientos. “A medida que el espacio político de la UE se reduce a la suma de los 27 sistemas electorales nacionales, la conversación en torno a todas estas cuestiones sigue siendo en gran medida un asunto nacional”, resalta Alemanno.

También hay sustanciales desafíos económicos. La guerra de Rusia contra Ucrania, el manejo del Kremlin de la energía como arma de presión contra la UE por las sanciones y su apoyo a Kiev y la subida de los tipos de interés ha agotado también los presupuestos de la UE. Cuando el club comunitario aborda la revisión del marco financiero plurianual —de 2021 a 2027— el Ejecutivo de Ursula von der Leyen ha reclamado a los Estados miembros más fondos para las arcas comunes. Hacen falta unos 65.800 millones de euros más, con importantes partidas dedicadas a Ucrania y a asuntos migratorios. Y el asunto, que se aborda ahora, enfrenta las reticencias de los socios más frugales.

En la “solidez económica” de la que habla González-Laya entra la cuestión de la competitividad europea, con cómo se complete la Unión de la energía, su capacidad de invertir y cómo y cuál será la capacidad fiscal. “No es solo una cuestión ideológica, que la UE tenga esa capacidad fiscal para hacer inversiones colectivas en su transición digital y energética son cruciales para la solidez económica”, dice la experta.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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