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Rusia incluye al Nobel Dmitri Muratov en su lista de “agentes extranjeros”

La Fundación Nobel rectifica y mantendrá su veto al embajador ruso en la ceremonia de sus premios

Dmitri Muratov comparece ante los medios a la entrada de un tribunal, el 8 de junio en Moscú.
Dmitri Muratov comparece ante los medios a la entrada de un tribunal, el 8 de junio en Moscú.Alexander Zemlianichenko (AP)
Javier G. Cuesta

El Kremlin ha incluido en su lista negra de agentes extranjeros al premio Nobel de la Paz de 2021 Dmitri Muratov. El periodista y director del histórico diario Nóvaya Gazeta, cerrado este año por la justicia de Vladímir Putin, ha sido acusado de “utilizar plataformas extranjeras para difundir opiniones que generan una actitud negativa hacia la política interior y exterior de Rusia”. Su nombre se une así al de cientos de ciudadanos rusos sobre los que planea la amenaza de una condena en caso de incumplir las draconianas obligaciones de la ley de agentes extranjeros.

El director de Nóvaya Gazeta no se ha pronunciado aún públicamente sobre su señalamiento por el Kremlin. Sí lo han hecho otros perseguidos. La cuenta de Telegram del disidente político Vladímir Kara-Murza, condenado a 25 años de prisión por el delito de alta traición al participar en foros extranjeros, ha recordado que Muratov dijo en su discurso por el Nobel que el periodismo es “un antídoto contra la tiranía”.

Además del director, también han sido incluidos este viernes en la lista negra varios periodistas de medios independientes como Dozhd y Eco de Moscú, y varios disidentes y activistas contra la guerra.

La etiqueta de agentes extranjeros comparte el nombre con la misma legislación que utilizan otros países como EE UU. Si en aquellos Estados solo obliga a mostrar con más detalle los ingresos recibidos del exterior, en Rusia veta a los proscritos para ocupar cargos públicos o concurrir en política, así como recibir cualquier ayuda pública.

La ley recibió un giro de tuerca más en diciembre del año pasado. La designación como agente extranjero ya no se aplica solo a aquellos que han recibido financiación exterior, sino a cualquier ciudadano que las autoridades consideren susceptible “de estar bajo influencia extranjera”. Así, no alinearse con los postulados del Kremlin puede ser motivo de proscripción.

Esta legislación dificulta hasta el límite de lo imposible la vida de los etiquetados en esta lista negra. La norma también insta a realizar “inspecciones no programadas” a las personas que interactúen con los agentes extranjeros. De hecho, el Ministerio de Justicia cuenta con otra lista de personas que fueron “afiliadas” a organizaciones declaradas agentes extranjeros. Una de ellas, la premio Nobel de la paz de 2022 Memorial, fundada en los últimos años de la URSS para sacar a la luz los crímenes soviéticos, fue liquidada por no poner en todas sus publicaciones de Instagram que había sido designado agente extranjero.

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Memorial fue posible gracias a la apertura del exdirigente soviético Mijaíl Gorbachov. El último presidente de la Unión Soviética también apoyó la fundación de Nóvaya Gazeta con el dinero que recibió de su propio Nobel de la Paz en 1990.

Pese a que el periódico había suspendido su actividad al inicio de la guerra para intentar evitar su fin, el Kremlin lo cerró en septiembre del año pasado por haber citado en dos piezas a sendos agentes extranjeros sin mencionarlo. Era imposible: en el momento de la publicación una ONG no tenía aún esa etiqueta, y la otra había sido sacada de la lista.

Algunos periodistas de Nóvaya Gazeta abandonaron el país y fundaron en el exterior otro diario sin relación alguna con el histórico periódico ni Muratov, Nóvaya Gazeta Europa. Las autoridades rusas lo declararon “organización indeseable” en junio de este año. Es decir, el mismo estatus que una organización extremista o terrorista y punible penalmente con la cárcel el tener cualquier tipo de contacto con el medio.

La decisión contra Muratov coincide con el revuelo suscitado por la Fundación Nobel al anunciar el jueves que invitaba de nuevo a los embajadores de Rusia y Bielorrusia a la gala de los premios entregados en Estocolmo, tras vetarlos el pasado año. Dos días después del anuncio y ante las críticas recibidas desde dentro y fuera de Suecia, el comité organizador ha decidido rectificar y mantener el veto a las legaciones de estos dos países, a los que se suma Irán.

Esta polémica no afectaría al premio de la Paz que recibió hace dos años Muratov, que se concede y entrega en Oslo (Noruega) y a cuya ceremonia sí pueden asistir aún los emisarios de estos países. En 2022 recibieron la distinción el activista bielorruso Ales Bialiatski, hoy encerrado en una cárcel por el régimen de Alexandr Lukashenko, y la organización rusa defensora de la memoria histórica y de los derechos humanos Memorial, liquidada por el Kremlin con una aplicación extrema de la ley de agentes extranjeros justo antes de desatar su guerra.

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