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Aumenta la presión sobre Rusia para prorrogar el acuerdo de exportación de cereal ucranio por el mar Negro

Erdogan afirma que Putin se ha mostrado favorable a la ampliación del acuerdo, que expira el lunes, mientras la ONU y Kiev guardan silencio

Decenas de cargueros, algunos de ellos incluidos en la iniciativa del mar Negro, en el estrecho del Bósforo el pasado 31 de octubre. Foto: UMIT BEKTAS (REUTERS) | Vídeo: EPV
Luis de Vega (Enviado Especial)

Este fin de semana zarpa desde el puerto de Odesa el carguero de bandera turca Tq Samsun con 23.500 toneladas de maíz y 15.300 de colza con destino al puerto de Róterdam (Países Bajos). Puede ser el último que lo haga al amparo del acuerdo que hace un año desbloqueó la exportación a través del mar Negro, lo que ha permitido que 1.140 barcos hayan transportado en total más de 32 millones de toneladas (casi seis de ellas con destino a España) de productos alimentarios y fertilizantes pese a la guerra en Ucrania. Ese pacto, casi el único punto de entendimiento entre Kiev y Moscú desde la invasión rusa, firmado por los gobiernos de los dos países y auspiciado por la ONU y Turquía, expira el lunes 17 de julio.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha dado las primeras señales sobre las expectativas de renovación este viernes al asegurar que el presidente ruso, Vladímir Putin, se ha mostrado favorable a prolongarlo. Ni la ONU ni Kiev se han pronunciado hasta el momento sobre ese anuncio, mientras que el Kremlin ha mostrado cierto distanciamiento al asegurar, a través de su portavoz, que no se ha realizado ninguna declaración sobre el acuerdo. El único explícito ha sido Erdogan: “Nos estamos preparando para recibir a Putin en agosto y estamos de acuerdo en la ampliación del corredor para los cereales en el mar Negro”, comentó a los periodistas el mandatario turco tras salir de la oración del viernes, informa la agencia France Presse.

También el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, desde Yakarta (Indonesia), ha querido incidir en la necesidad de renovarlo, pero ha lamentado: “Rusia usa de nuevo los alimentos como arma al amenazar con finalizar la iniciativa del grano”. “Si Moscú cumple su amenaza, los países en desarrollo, incluidos los de la región, lo pagarán en forma de subida de precios y agravamiento de la escasez de alimentos”, ha destacado Blinken tras una reunión en Yakarta de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean).

La continuidad del pacto, como recuerda la ONU, es “fundamental” para controlar el alza de precios de los alimentos y combatir la crisis alimentaria y agrícola que afecta a los países más pobres del planeta.

Dmitro Borinov, subdirector de la autoridad portuaria de Ucrania, otorga un 50% de posibilidades a que el acuerdo se amplíe. “Soy optimista”, afirmó este viernes durante una entrevista con EL PAÍS en Odesa. “La probabilidad [de ampliación] no es muy alta, puede que un 20% o un 25%”, estimó, en cambio, Volodímir Slavinskii, director comercial de Nibulon, uno de los gigantes del comercio de grano en Ucrania, durante un encuentro el miércoles en Kiev. En todo caso, ambos reconocen que no están implicados en las negociaciones de alto nivel para tratar de salvar el pacto. “Solo estamos a la espera”, señala Borinov.

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El secretario general de la ONU, António Guterres, reclama a las partes un consenso para la ampliación, al tiempo que reconoce que está “decepcionado”. Primero, por “la ralentización del ritmo de las inspecciones” de los barcos, uno de los principales lastres de la iniciativa, y, segundo, por “la exclusión del puerto de Yuzhni/Pivdenni”. Este, junto a Odesa y Chornomorsk, es uno de los tres de la costa del mar Negro incluidos en el acuerdo. Rusia decidió en mayo que no zarparían más cargueros desde allí, lo que Kiev interpreta como otra medida de presión para intentar que se aligeren las sanciones a Moscú por invadir Ucrania. Una de las vías sondeadas para lograr el desbloqueo del acuerdo del grano es aceptar la petición rusa, realizada en mayo, de permitir operar a una nueva sucursal de su Banco Agrícola, entidad estatal ahora sancionada, para gestionar las exportaciones de fertilizantes rusos.

Desde que se alcanzó a finales de julio de 2022, el acuerdo ha sobrevivido a trompicones. Los niveles de exportación no han dejado de descender y los problemas, sobre todo por parte de Moscú, han sido constantes. Han sido reiteradas las denuncias por parte de Ucrania de que la parte rusa nunca ha querido que el pacto saliera adelante. La ONU, equidistante y sin señalar responsables, reconoce que, frente a los 4,2 millones de toneladas exportadas en octubre del año pasado, se descendió a los 1,3 de mayo. Ese mes, Moscú decidió que no zarparían más cargueros desde Pivdenni. “Este acuerdo no ha funcionado como debía ni un solo día. Ni siquiera en octubre”, lamenta el subdirector de los puertos de Ucrania.

Las costas ucranias del mar Negro distan unas 300 millas (unos 550 kilómetros) del estrecho del Bósforo, en Estambul. A una velocidad de 14 nudos (millas náuticas por hora), un buque tardaría poco más de 20 horas. Pero, antes, ha de pasar la inspección que prevé el acuerdo para comprobar que la carga que lleva es la adecuada y no oculta armas. Ese proceso dura a veces horas, otras veces días y, en algunos casos, se ha retrasado inclusos meses, asegura Dmitro Barinov, ya que Rusia alega, por ejemplo, falta de personal para registrar los cargueros o se aferra a normas rusas para reducir la jornada laboral.

La ONU recordó el martes en una nota escrita su compromiso con la iniciativa, pero insistió en que “la implementación se basa en el consenso, por lo que todas las partes deben acordar” su futuro. Una de las principales trabas es el ritmo de las inspecciones de la carga de los buques, que “se llevan a cabo de forma conjunta y todas las partes autorizan” tanto de entrada como de salida de los puertos, añade.

Ucrania se encuentra hoy en plena cosecha de trigo, cebada o colza y en tres o cuatro meses vendrán el maíz y el girasol; es decir, “este es un momento realmente adecuado para dañar la economía y la agricultura de Ucrania y dejarla sin los beneficios de las divisas y, de esa forma, causar más daño todavía a granjeros y agricultores. Puede que ese sea el verdadero motivo que impulsa a Rusia” para frenar el acuerdo del mar Negro, según el director comercial de Nibulon.

Ante la posibilidad de que no sea renovado, Slavinskii contempla varias posibilidades, desde que no puedan fletar más los barcos desde el mar Negro a que lo hagan, sin el acuerdo con Rusia, con garantías de protección especiales. Se refiere a disponer, por ejemplo, de escolta militar ofrecida por Turquía o que los buques naveguen gracias a un acuerdo entre el Gobierno de Kiev y los armadores bajo el paraguas de empresas aseguradoras. Eso, al menos, “permitiría realizar una evaluación de riesgos”, añade. Según el responsable de Nibulon, el acuerdo se halla al borde del precipicio porque Moscú supuestamente ha intentado sin éxito presionar a la ONU y la UE para desbloquear parte de las sanciones sobre sus productos agrícolas o su sistema bancario y, por otro lado, conseguir importar maquinaría agrícola.

En medio de la actual incertidumbre, los tres puertos del río Danubio suponen un pequeño colchón ante la posibilidad de que las negociaciones fracasen, según Barinov. En el presente ejercicio y por la amenaza de Rusia, los puertos fluviales de Izmail, Reni y Ust-Danube han alcanzado la cifra récord de más de tres millones de toneladas de exportación al mes, detalla el subdirector de los puertos ucranios. El problema, añade, es que el río impide la navegación a cargueros de gran tonelaje. Gracias al acuerdo del mar Negro, han conseguido fletar desde el puerto de Pivdenni buques de hasta 140.000 toneladas, frente a un máximo de 7.000 que permite el cauce del Danubio, es decir, una capacidad 20 veces menor.

Un gigante en medio de la tragedia

Pese a todo, la empresa Nibulon centró en el puerto de Izmail gran parte de su esfuerzo a la sombra de una guerra que le costó la vida al propietario de la compañía. Oleksi Vadaturskii murió junto a su esposa en julio del año pasado cuando un misil ruso impactó en su casa de Mikolaiv. Un año antes, esta empresa había batido todos sus récords al conseguir exportar 5,64 millones de toneladas a 38 países. Vadaturskii, al igual que los responsables de otras empresas ucranias, dejó afianzada en el Danubio la ampliación de su compañía, hoy liderada por su hijo. Que no haya acuerdo del mar Negro no es algo “catastrófico” para Nibulon, reconoce su director comercial, al tiempo que ve complicadas alternativas al Danubio. Así, Volodímir Slavinskii explica que no es viable económicamente surtir a los grandes demandantes de grano en el oeste de Europa, como son España y Holanda, llevando a cabo las exportaciones en camiones o por tren.

España es parte directamente afectada por el acuerdo del mar Negro. Ocupa el segundo lugar en destino de las exportaciones, solo por detrás de China en una lista de 45 países. Los puertos españoles han recibido, como país de tránsito, a 134 barcos (más del 10% del total) y casi 6 millones de toneladas de mercancía desde que zarpó el primer carguero el 1 de agosto de 2022.

La capacidad productora en Ucrania, de unos 58 millones de toneladas de grano alcanzada en el año previo a la gran invasión rusa, se ha visto reducida a 40 o 45 millones, comenta Slavinskii. El panorama que dibuja para la industria es “dramático” en medio del incremento de costes logísticos y el encarecimiento de la producción que llevan a invertir menos en maquinaria, fertilizantes y salarios, por lo que los trabajadores mejor preparados se están yendo. La consecuencia, explica, es un debilitamiento de Ucrania como uno de los principales graneros del mundo y “un mayor peligro para la seguridad alimentaria mundial”. Esto, añade, no es algo que vaya a suceder de forma “inmediata”, pero así es la tendencia.

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Sobre la firma

Luis de Vega (Enviado Especial)
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear año y medio por Madrid y sus alrededores. Antes trabajó durante 22 años en el diario Abc, de los que ocho fue corresponsal en el norte de África. Ha sido dos veces finalista del Premio Cirilo Rodríguez.

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