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Elecciones en Guatemala 2023
Crónica
Texto informativo con interpretación

El sorprendente ascenso de la opción antisistema en Guatemala

El paso de Bernardo Areválo a la segunda vuelta, que se celebrará el 20 de agosto, ha generado un nuevo ambiente político en el país

El candidato a la presidencia de Guatemala por el partido Movimiento Semilla Bernardo Arévalo
El candidato a la presidencia de Guatemala por el partido Movimiento Semilla Bernardo Arévalo celebra el lunes con sus seguidores el paso a la segunda vuelta de las elecciones.Esteban Biba (EFE)

En las encuestas de intención de voto, el Movimiento Semilla integraba el pelotón de los coleros entre los 23 partidos políticos y coaliciones que competían por la presidencia de Guatemala. Nadie daba un quinto por ellos o su candidato Bernardo Arévalo. Se les llegó a considerar simplemente una opción a la que la alianza gobernante permitía participar en las elecciones, pese a su discurso permanentemente crítico e irritante, por no representar ninguna amenaza y para desmentir que en las elecciones sólo se permitía participar a opciones de derecha y prosistema. Ya se había excluido tres candidaturas presidenciales en fila con aparente opción de triunfo. Nadie podía prever que ese partido de corte urbano capturaría un 12% de los votos y pasaría a la segunda vuelta contemplada para el 20 de agosto.

Detestados por la derecha nacional por ser mordaces y agudos para señalar al sistema de privilegios, corrupción e impunidad, los candidatos de Semilla no cesaron de hacer crítica pese al riesgo latente de ser amonestados por el Tribunal Supremo Electoral o excluidos del todo.

Críticos desde sus orígenes en 2018 como un movimiento que recogía el sentir de las protestas anticorrupción en la Plaza del 2015, el Movimiento Semilla, no cambió en la campaña. La noche del cierre, los partidarios de Arévalo proyectaron sobre el edificio de la Cámara de Industria, que sirve de sede a la poderosa asociación empresarial Cacif, un mensaje luminoso que rezaba: “Que decida y pueblo y no el Cacif”.

Al Cacif (Comité Coordinador de Asociaciones Comerciales, Industriales y Financieras) se le percibe en Guatemala como favorable al corrupto Gobierno de Alejandro Giammatei, que ha concentrado poder, cooptado las instituciones democráticas y ha perseguido a jueces, magistrados y periodistas que apoyaron la lucha contra la corrupción entre 2015 y 2018. A la cúpula empresarial, que no ha dicho una palabra sobre el autoritarismo, el cierre de un diario por el encarcelamiento de su presidente ni por el exilio de decenas de antiguos fiscales, se le ve amigable con quienes roban dinero público.

Semilla y el mismo candidato Arévalo piden públicamente que se excluya de numerosas directivas de entidades públicas al representante del sector privado. En Guatemala, incluso la Junta Monetaria está integrada por un miembro proveniente del sistema bancario.

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El Movimiento Semilla es un pequeño partido político de corte urbano. Se declara socialdemócrata y aboga por ampliar la cobertura de seguridad social, salud pública y el fortalecimiento de los servicios de educación en un país del cual han desertado cuatro millones de migrantes ubicados en Estados Unidos.

En el año 2019, el sistema proscribió la participación de su candidata presidencial, la exfiscal Thelma Aldana que encabezó el embate a los corruptos.

La candidata guatemalteca Sandra Torres, tras votar en Ciudad de Guatemala
La candidata guatemalteca Sandra Torres, el domingo tras votar en Ciudad de Guatemala.JOHAN ORDONEZ (AFP)

De Sandra Torres, la candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza, que competirá junto a Arévalo en la segunda ronda electoral, socialdemócrata también y quien pertenece a la Internacional Socialista, nadie dudaba que lograría clasificar. Ha competido ya tres veces y en las dos anteriores había logrado ser finalista. Pero un poderoso rechazo en áreas urbanas le impidió en ambas ocasiones ganar la Presidencia. La cúpula empresarial la denostaba, sus críticos la señalaban sin pruebas como exguerrillera y la derecha, que hoy la ve como el mal menor, antes aborrecía de ella.

En áreas urbanas es justamente donde Semilla cosechó los votos necesarios para obtener poco más del 12% de la votación. Torres obtuvo el 15%. La mayoría relativa de los votantes (17%) se decantaron por el voto nulo como protesta a la manipulación del proceso. Y son esos votos y los de los candidatos excluidos los que estarán en disputa en la próxima elección.

El que dos candidatos de corte de centroizquierda lleguen a la segunda vuelta indica que no está en juego una batalla ideológica, sino la que se inició en 2015 contra la corrupción como motor principal de la política guatemalteca.

En el país se daba por muerta la protesta ciudadana contra la corrupción después que las últimas marchas fueron disueltas por la Policía lanzando bombas lacrimógenas hacia el rostro de los manifestantes. Dos muchachos perdieron uno de sus ojos. Y dos mujeres activistas opositoras fueron encarceladas y llevadas a proceso por realizar pintas en edificios públicos. Tras los sorprendentes resultados electorales, queda más claro que la corrupción rampante es motivo de rechazo de una parte significativa de la ciudadanía.

Los candidatos de derecha durante toda la campaña, sin embargo, obviaron en sus discursos el tema de la corrupción o solo aludieron a él de manera tangencial y vaga. Eso mismo hizo Sandra Torres. En parte por eso, y en parte porque los diputados de su partido apoyaron al régimen de Alejandro Giammatei mientras los del Movimiento Semilla lo fustigaban en el Congreso, ella es vista ahora como parte del statu quo.

Torres, apropiándose del discurso conservador que no le sirvió de mucho a los partidos de derecha en la primera vuelta, pronto se ha sumado al esfuerzo por estigmatizar a Semilla como un partido “antifamilia”, proaborto y favorable al reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo. Sugiere además que el régimen de propiedad privada puede estar en riesgo si Arévalo llega al poder.

Semilla, por su parte, sostiene que con el aborto terapéutico reconocido en la ley guatemalteca es suficiente por el momento, que no piensa llamar a una subida de impuestos mientras persista la corrupción, que sólo se inclina por la compra de tierras en el mercado para eventual repartición a campesinos y que no contempla expropiaciones.

Sandra Torres se ha expresado complacida con el trabajo de la Fiscal General Consuelo Porras, considerada un personaje corrupto y antidemocrático y por tal razón sancionada por el Departamento de Estado de Estados Unidos e incluida en la lista Engel.

Bernardo Arévalo, en cambio, ha dejado claro que no confía en la Fiscal (a quien por ley no puede destituir) y ha advertido que no la reelegiría de ninguna manera. Pero las élites guatemaltecas se sienten más seguras en el plano ideológico y ahora incrédulas ante el triunfo relativo de Arévalo, intentan por todos los medios frenar su paso a la segunda vuelta.

El partido oficial, acusado de pagar por votos, de usar recursos públicos para fortalecer la campaña de sus candidatos y sobre el cual pesan incluso señalamientos de haber sobornado a los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, ha salido a denunciar un posible fraude a favor de Semilla. Y exige un recuento de votos.

La más alta de las cortes, la de Constitucionalidad, ha resuelto a favor de un recurso interpuesto por la mayoría de partidos políticos que alegan un fraude. La Corte ordena que se evalúen todas las impugnaciones, incluso que se realice un recuento de votos de ser necesario. El temor de los seguidores de Semilla es que se intente excluir al partido de la segunda vuelta o incluso que se anule el resultado electoral y se convoque a nuevas elecciones, ya sin el partido de Bernardo Arévalo.

Pero esta nueva batalla se produce ya en un nuevo ambiente político. Algo importante ha cambiado en Guatemala. Ahora, surgen propuestas de profesionales y ciudadanos que quieren sumarse a un potencial Gobierno de Arévalo, cientos de voluntarios han saturado ya la página abierta para reclutar a quienes se prestan para ser fiscales de mesa en nombre de la organización y así cuidar sus votos. Se han abierto cuentas bancarias para recibir donativos a pequeña escala porque el partido no cuenta con respaldo de ningún gran financista. Y parece estar en marcha una especie de movimiento cultural que en redes genera videos, gifs, canciones a ritmo de cumbia, emojis y todo tipo de parafernalia con el símbolo del partido Semilla, que es el de una planta recién germinada.

El Movimiento Semilla, que no contó con la cobertura en medios de televisión abierta (propiedad de un monopolio favorable al statu quo), ni hizo propaganda en vallas, se limitó a una modesta campaña orgánica en redes sociales en la primera vuelta. El candidato se movilizó en un vehículo propio por todo el país para hacer campaña. Nunca usó helicóptero como sus advsersarios ni voló en avioneta a puntos del territorio donde, sin embargo, obtuvo votos —algo que sus competidores reclaman públicamente que les parece increíble.

¿Cómo una opción abiertamente antisistema, crítica de los más poderosos en Guatemala, esté cerca de alcanzar el poder para enfrentarse a la las instituciones cooptadas que son casi todas? Es un caso para estudio que ha superado todas las previsiones y roto todas las reglas.

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