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Nadav Tamir, consejero del Centro Peres: “Israel vive un despertar liberal”

El responsable de esta organización que promueve la paz cree que su país atraviesa “uno de los momentos más optimistas de su historia” por la oposición popular a la reforma judicial del Gobierno de Netanyahu

Nadav Tamir
El responsable de asuntos internacionales en el Centro Peres para la Paz y la Innovación, en el Centro Sefarad-Israel, este 19 de junio en Madrid.Samuel Sánchez

Hay devoción en la voz de Nadav Tamir (Manara, 61 años) cuando habla del fallecido Simon Peres, el último de los fundadores del Estado de Israel, presidente del país entre 2007 y 2014 y Nobel de la Paz en 1994 por haber sido coartífice de los Acuerdos de paz de Oslo. El exasesor principal de Peres durante su periodo en la jefatura de Estado es ahora responsable de asuntos internacionales en el Centro Peres para la Paz y la Innovación, una ONG con dos enfoques transversales: la búsqueda de la paz y la preservación del legado del expresidente israelí. Nadav Tamir ha estado en Madrid este lunes para participar en la conmemoración del centenario del nacimiento de Simon Peres organizada por el Centro Sefarad-Israel, en cuya sede recibió a este diario. El también exdiplomático cree que su país vive un momento esperanzador por las manifestaciones masivas contra el impopular proyecto de reforma judicial del Gobierno de Netanyahu, que define como “un despertar de la mayoría liberal”.

Pregunta. Simon Peres defendió la paz y la solución de los dos Estados, pero antes contribuyó a crear el aparato militar israelí y autorizó, siendo ministro de Defensa, el primer asentamiento judío en Cisjordania.

Respuesta. Peres estuvo activo en política durante muchos años y tanto la política israelí como él evolucionaron. Un día le pregunté: “¿Cuándo cambió su enfoque desde la defensa a la diplomacia y la paz?”. Contestó que el día que comprendió que los israelíes somos suficientemente fuertes y que nuestros vecinos se habían dado cuenta de que estábamos aquí para quedarnos. Y la mejor manera de hacer que Israel sea seguro es tener paz con nuestros vecinos. En cuanto a los asentamientos, lo que hizo fue llegar a un compromiso político. Si estuviera vivo ahora, probablemente lo lamentaría, pero miraría al futuro y no al pasado.

P. Este lunes, cinco palestinos, incluido un adolescente, han muerto en una redada del ejército israelí en Yenín. ¿Qué queda de los acuerdos de Oslo?

R. Incluso durante esos acuerdos, el terrorismo estaba ahí, pero Peres nunca dejaría que el terrorismo destruyera el objetivo del acuerdo de paz y la solución de los dos estados.

P. ¿Cree que todos los palestinos que mueren en este conflicto son terroristas?

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R. Por supuesto que no. Hay muchos palestinos inocentes que sufren, al igual que hay muchos israelíes que no son soldados que sufren. Y esta es una de las razones por las que urge acabar con este conflicto. El problema es que hay quien piensa que, cuando tenemos terrorismo, no podemos hablar de paz. Quienes creemos en la paz tenemos que trabajar por ella, haya o no terrorismo.

P. ¿La solución de los dos Estados es aún posible o es ya irrealizable por los cambios provocados por políticas como la expansión de los asentamientos?

R. No solo es posible, sino que es inevitable. La cuestión es cuánta sangre y cuánto sufrimiento tendremos que pasar antes de llegar a ella. Existen soluciones sobre qué hacer con los asentamientos, recogidas en las negociaciones de paz. Lo que nos falta es voluntad política.

P. ¿Cómo es posible esa voluntad con el Gobierno más ultraderechista de la historia de Israel y con un liderazgo palestino en crisis de legitimidad?

R. Quizás debido a este Gobierno, Israel vive un despertar liberal de esa mayoría que estuvo años dormida, esperando la próxima salida de su start-up [empresa de nueva creación de alto perfil tecnológico] o disfrutando de la escena culinaria en Tel Aviv, mientras que ahora el voto ideológico está en las calles. Por eso creo que este es uno de los momentos más optimistas de la historia de Israel. A veces se necesita este tipo de Gobierno para despertar. Así que no basta con revertir el golpe legal del Gobierno, sino que hay que utilizarlo como un momento de comprensión de que, después de 75 años de independencia y 56 años de ocupación [en 1967, Israel ocupó la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, así como los Altos del Golán sirios y la península egipcia del Sinaí], es hora de cambiar de rumbo. En cuanto a Palestina, la comunidad internacional debe ayudar a los palestinos a celebrar elecciones democráticas, para que se forme un liderazgo que represente a la población tanto en Gaza como en Cisjordania.

P. ¿Con la expresión “golpe legal” se refiere a la reforma judicial de Netanyahu para debilitar el control del Poder Judicial sobre el Gobierno, que ha provocado una oleada de manifestaciones?

R. Lo que usted llama reforma judicial es para los manifestantes un golpe [de Estado] legal, que no creo que tenga éxito, y no lo tendrá porque los israelíes son liberales en su mayoría, quieren vivir en una democracia y no van a permitir que eso pase. Así que incluso si deciden sacar adelante esa legislación, creo que se llegaría a una crisis constitucional en la que el Tribunal Supremo y el fiscal general dirán que esa legislación no es constitucional. Los colectivos más importantes de la sociedad israelí estarán con la ley y no con el Gobierno.

P. ¿Cuál cree que será el coste político de esa reforma judicial?

R. No creo que la actual coalición de gobierno dure mucho tiempo. Creo que en las próximas elecciones Israel elegirá el centro-izquierda. Desde que comenzaron con ese proyecto, la economía se ha visto perjudicada y el liderazgo de esta alta tecnología en Israel, que es el sector más productivo del país, ha dicho que no se puede ser una “nación start-up” sin democracia. Incluso los reservistas de las unidades más importantes de las Fuerzas de Defensa de Israel [ejército] dijeron que eran patriotas, que estaban dispuestos a morir por su país, pero no por una dictadura.

P. El presidente de EE UU, Joe Biden, aún no ha recibido a Netanyahu, algo inédito tras la elección de un primer ministro israelí.

R. Que Netanyahu no haya sido invitado a la Casa Blanca demuestra que ha pagado un precio por ello [la reforma judicial]. Vemos en las encuestas que su partido y sus socios están cayendo, mientras el campo liberal está creciendo. En retrospectiva, la historia juzgará que este fue un momento muy importante para Israel. Espero que nunca lleguemos a una guerra civil, como los estadounidenses que necesitaron una para liberarse de la esclavitud y disfrutar de los derechos que tienen ahora. Por eso me animan tanto las manifestaciones y el apoyo que les brindan tantos judíos de la diáspora. Aprendí de Simon Peres que el optimismo es el mejor enfoque para cambiar el mundo a mejor. Soy muy optimista sobre el futuro de Israel, que debe ser la patria de todo el pueblo judío, pero a la vez una democracia en la que todos sean iguales, judíos y no judíos.

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