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Turquía vota con ganas: largas colas y deseo de cambio en unas elecciones muy reñidas

El candidato conjunto de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, aspira a arrebatar la presidencia a Erdogan, en el poder desde hace más de dos décadas. 64 millones de personas están llamadas a las urnas en el país y otros tres en el exterior

La gente forma una fila frente a un colegio electoral, en Ankara este domingo.
La gente forma una fila frente a un colegio electoral, en Ankara este domingo.YVES HERMAN (REUTERS)
Andrés Mourenza

Turquía ha acudido en masa a las urnas este domingo en el que se decidía la suerte del presidente Recep Tayyip Erdogan y su gobierno islamista tras dos décadas en el poder. Desde por la mañana se han formado largas colas en los colegios, con votantes ansiosos por decidir el futuro de su país, en una jornada electoral que ha transcurrido mayormente tranquila, pese a la tensión con que se vivió la última semana de elecciones y que llevó a varios candidatos de la oposición a aparecer en sus mítines protegidos por chalecos antibalas. Todo apunta a que estas serán unas elecciones muy reñidas. Las encuestas otorgan una ligera ventaja al candidato conjunto de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu. Si ningún aspirante supera el 50% de los votos, la presidencia turca se decidirá dentro de dos semanas en una segunda vuelta.

“Desde las 8.00 [hora de apertura de los colegios] había gente esperando”, explica un observador de la asociación independiente Öy ve Ötesi desplegado en un colegio electoral del distrito de Fatih, en la orilla europea de Estambul. En varios colegios de esta ciudad se formaron largas colas para votar, mayores que en anteriores comicios. En la escuela Ihsan Sungu, del distrito de Kadiköy, más de un tercio del censo había votado a las tres horas de la apertura. Y cerca de un centenar de personas esperaban para acceder a las aulas que acogían las urnas. A mediodía, en el cercano colegio Kandilli, más del 50% del censo había votado y decenas de personas formaban una fila que se extendían hasta la calle.

“¡Ya basta de esto, necesitamos un cambio! Ya basta de este coste de la vida que nos está ahogando a los pobres como yo”, justificaba la anciana Bedriye, a la salida de la escuela, tras depositar su papeleta por el candidato opositor Kiliçdaroglu. Una joven partidaria de la formación de izquierda socialista TIP también explicaba que había dado su voto por Kiliçdaroglu pese a no representar sus ideas: “Es necesario un cambio, y diferentes sectores de la sociedad nos hemos unido para apoyarlo”.

Las ganas de cambio se han reflejado a través de las urnas, que cerraron a las 17.00 (una hora menos en la España peninsular), en varios colegios electorales, donde los responsables de mesa han tenido que sustituir los sellos con los que se estampa la preferencia electoral tras romperse por la fuerza con la que los votantes emitían su voluntad. En un centro de Estambul, el presidente de mesa ha tenido que pedir calma a los votantes después de haberse visto obligado a reponer cuatro sellos rotos. En Diyarbakir, la prensa local informó de que una joven de 19 años se había roto la mano de la fuerza con la que estampó su voto al grito de: “Por mi madre, por mi padre y por mis hermanos”.

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En general, la participación en las elecciones suele ser muy alta, y en las últimas cuatro décadas ha fluctuado entre el 79% y el 93%. Para estas también se espera que se acerque al récord. El voto es obligatorio y la penalización por no ejercerlo es de unos 15 euros, pero normalmente no se aplican las multas o son fácilmente recurribles. Algo más de 64 millones de personas forman el censo en Turquía y otros tres millones en el exterior. En total se han desplegado cerca de 200.000 urnas, por lo que en cada una votan entre 300 y 400 personas.

Esta alta afluencia es una muestra de la importancia que dan los ciudadanos turcos a las elecciones, en un país en el que los resultados suelen reflejar fielmente la voluntad popular. Las misiones de monitorización internacional ―esta vez se han desplegado más de un centenar de observadores de la OSCE― han definido anteriores comicios bajo el gobierno de Erdogan como “limpios, pero injustos”. Consideran que los desequilibrios se producen durante la campaña: mediante el uso abusivo de recursos del Estado y de los medios de comunicación por parte del partido gobernante.

Aun así, ante el temor a posibles fraudes y dado que las encuestas preveían un resultado muy ajustado, tanto partidos de la oposición como asociaciones independientes han desplegado a cientos de miles de observadores para cubrir todo el país. En Hatay y Gaziantep, dos provincias afectadas por el terremoto del pasado febrero, responsables de Öy ve Ötesi explicaron que la afluencia ha sido masiva gracias a que se han fletado numerosos autobuses para que los damnificados pudieran regresar a sus localidades de origen y ejercer su derecho al voto, en muchos casos en barracones prefabricados instalados para ello.

La responsable en Hatay aseguró que se han detectado irregularidades en algunos distritos de esta provincia, como por ejemplo que personas tratasen de votar en lugar de otras o que los responsables de mesa cerrasen actas antes de la conclusión de la votación. En un pueblo de la provincia de Sanliurfa, también en el sudeste del país, el partido opositor CHP denunció que miembros de la mesa electoral habían estampado votos a favor del presidente Erdogan.

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