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Estados Unidos cifra en 20.000 muertos y 80.000 heridos las bajas del ejército ruso en Ucrania desde diciembre

Washington asegura que la ofensiva de invierno del Kremlin ha fracasado tras sufrir pérdidas extraordinarias, pero evita revelar las bajas de Kiev en el frente

Un hombre pasa por delante de un cartel propagandístico colocado en una calle de Moscú en el que se lee "Nuestra profesión, defender nuestra patria".
Un hombre pasa por delante de un cartel propagandístico colocado en una calle de Moscú en el que se lee "Nuestra profesión, defender nuestra patria".ALEXANDER NEMENOV (AFP)
Javier G. Cuesta

La guerra de desgaste que se libra en Bajmut, la ciudad convertida en símbolo de la resistencia ucrania, le está costando muy cara a Rusia. Estados Unidos calcula que las Fuerzas Armadas del Kremlin —sin avances destacados en el frente desde el pasado invierno— han sufrido desde diciembre unas 100.000 bajas, una abultada cifra que incluye a 20.000 muertos. Alrededor de la mitad de esos fallecidos procedían de la compañía de mercenarios Wagner, que se ha nutrido del reclutamiento masivo de presos en las cárceles rusas para lanzar una oleada tras otra de ataques sobre Bajmut, donde las tropas ucranias no solo resisten, sino que anuncian nuevos contraataques.

Más allá de estos datos ofrecidos sobre Rusia, que revelan las crecientes dificultades de las Fuerzas Armadas sobre el terreno, Washington se niega a informar de las pérdidas en el ejército ucranio durante estos meses de combates sangrientos. También Kiev evita informar sobre sus víctimas.

“El intento ruso de una ofensiva en Donbás a través de Bajmut ha fallado. Rusia ha sido incapaz de tomar ningún territorio significativo y estratégico”, manifestó el lunes el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby. “La conclusión es que el intento de ofensiva rusa ha fracasado tras meses de lucha y pérdidas extraordinarias”, agregó el alto cargo estadounidense, quien justificó no revelar las pérdidas ucranias “porque son las víctimas y Rusia es el agresor”. “No voy a hacer de dominio público información que dificulte la vida de los ucranios”, subrayó.

El Kremlin, por su parte, rechazó los cálculos aportados por la Casa Blanca. “Han sido llevados absolutamente más allá de su techo”, respondió este martes el portavoz de Vladímir Putin, Dmitri Peskov. “Washington no tiene la manera de dar las cifras correctas. No tiene esos datos, y así deben ser tomados en cuenta”, agregó el representante del presidente ruso, al mismo tiempo que recomendaba fiarse del Ministerio de Defensa ruso.

Moscú ha evitado hasta ahora ser transparente con sus bajas. Han sido muy pocas las ocasiones en que el Kremlin ha informado de esas pérdidas. La última fue el 21 de septiembre de 2022, el día que Putin decretó una movilización masiva de la población para reforzar el frente. Según el Ministerio de Defensa ruso, sus fuerzas habían sufrido hasta entonces 5.937 muertes en combate, mientras que Ucrania, según su versión, había tenido 61.207 muertos y 49.368 heridos.

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La cifra del Kremlin de bajas rusas contrasta con el flujo constante de necrológicas que aflora pese a la censura del Kremlin en los medios oficiales. Una investigación con fuentes abiertas de la BBC y Mediazona —un medio independiente declarado agente extranjero por Moscú— ha puesto nombre al menos a 21.700 muertos en las filas rusas hasta el pasado 28 de abril, aunque estiman que el número absoluto de bajas desde el inicio de la guerra—incluidos heridos— rondaría las 195.000.

Personal irremplazable

Según se constata en aquel proyecto, las cifras de fallecidos se han duplicado desde el pasado enero respecto a las 250 semanales que identificaban en 2022; y al menos un tercio del total de las bajas no eran militares que formasen parte del ejército antes de comenzar la guerra, sino supuestos voluntarios, presos y civiles movilizados. Asimismo, Rusia ha perdido un número nada desdeñable de personal irremplazable desde que comenzó la guerra. En concreto, 3.401 especialistas como pilotos, paracaidistas y miembros de las fuerzas especiales “que necesitan años de entrenamiento y millones de dólares para su formación”, según esa investigación de la BBC.

Kiev y Moscú libran también una batalla psicológica donde el desgaste de la guerra hace mella en sus tropas y puede ser decisivo en las futuras ofensivas. Salvo muy raras excepciones, la propaganda rusa no muestra imágenes violentas del frente ni de las larguísimas filas de tumbas y ramos de flores que han brotado por su territorio. A diferencia del inicio de la invasión, la columna dorsal de las fuerzas rusas se nutre ahora de civiles que fueron movilizados forzosamente hace algo menos de medio año.

La batalla por Bajmut, que cumple ya más de 10 meses, se ha convertido en la más cruenta de la guerra desde que el frente se estabilizó tras la exitosa contraofensiva ucrania en las regiones de Járkov y Jersón. La ciudad ucrania, situada en un cinturón de fortificaciones, se ha convertido por su derramamiento de sangre en un símbolo de esta guerra para ambas partes. Proseguir con los combates no ha sido solo una cuestión de honor para los dos países. Dentro de las filas rusas, Bajmut también ha sido un arma arrojadiza.

El jefe de la compañía de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, ha denunciado estos meses que sus tropas cargan con la parte más dura de la ofensiva, pero, según su versión, el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, les niega munición, lo que ha provocado una sangría en su unidad. “Rusia está al borde del desastre”, aseguró el empresario el pasado fin de semana, al mismo tiempo que amenazaba con retirar sus mercenarios y provocar así el colapso del frente. Un ejemplo de esas dificultades es que Prigozhin afirmó que sus tropas habían logrado avanzar unos 150 metros en Bajmut a costa de 94 muertos. “La cifra debería haber sido cinco veces menor si hubiéramos tenido suficientes proyectiles”, lamentó.

El gran rival de Prigozhin en esta guerra no es ucranio, es el ministro Shoigú, quien negó este martes que a sus tropas les falten proyectiles. “Las Fuerzas Armadas ya han recibido suficiente munición para infligir un daño efectivo al enemigo”, aseguró el general. Según sus cálculos, la industria bélica rusa produce 2,7 veces más suministros que al principio de la ofensiva, aunque este incremento podría quedarse corto: el propio Putin reconoció en el primer aniversario que sus fuerzas deben racionar su armamento para un conflicto que prevé largo.

grupo wagner rusia
El jefe de la compañía de mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin, el 3 de marzo en Bajmut.CONCORD PRESS SERVICE (via REUTERS)

La visión negativa de Prigozhin contrasta con el optimismo de Shoigú, compañero político de Putin desde los años noventa y uno de los pocos miembros de la élite que forma parte de su círculo más cercano. Según el ministro de Defensa, Ucrania perdió más de 15.000 hombres en abril, información totalmente contrapuesta a la de Kiev, que justifica su defensa de Bajmut en las enormes pérdidas que sufren las tropas rusas al intentar avanzar. Asimismo, según Shoigú, sus tropas están “destruyendo el armamento suministrado por Occidente que necesita Ucrania”.

Sin embargo, mientras Rusia apenas logra avanzar en el frente, Ucrania golpea su retaguardia y prepara su contraofensiva con armas con las que no había contado hasta ahora, como los modernos carros de combate occidentales M1–Abrams y Leopard 2

Estos últimos meses han sido muy sangrientos. Un enorme grupo de reclutas rusos celebraba el Año Nuevo en un edificio de Makiivka, en zona ocupada de la provincia ucrania de Donetsk, cuando un misil les sorprendió a medianoche matando a decenas —según la versión rusa— o cientos —según la ucrania— de ellos. Y más recientemente, este fin de semana, varios ataques golpearon los depósitos de combustible del puerto estratégico de Sebastopol, en la península anexionada de Crimea; y un aeropuerto en Berdiansk y una base militar en Melitópol, las dos principales ciudades bajo ocupación en la provincia de Zaporiyia.

La filtración estadounidense ha sido vista por algunos expertos rusos como un intento de desanimar a sus tropas. “La posición de Kirby, quien se negó a nombrar las pérdidas reales de Ucrania, es comprensible y encaja lógicamente con el trabajo de la Casa Blanca sobre las narrativas públicas del conflicto”, afirmó el director del Centro de Coyuntura Política ruso, Alexéi Chesnakov, en su canal de Telegram.

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