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El recrudecimiento de los combates en Ucrania agrava los abusos contra los prisioneros de guerra

La ONU advierte de que la presunta decapitación de un militar ucranio es un caso más de los registrados de ejecuciones sumarias, torturas, y abusos sistemáticos contra combatientes apresados de ambos bandos

Vecinos de Bucha pasaban en marzo junto a carteles con imágenes de los soldados caídos en esa localidad ucrania cercana a Kiev.
Vecinos de Bucha pasaban en marzo junto a carteles con imágenes de los soldados caídos en esa localidad ucrania cercana a Kiev.SOPA Images (SOPA Images/LightRocket via Gett)
Cristian Segura (enviado especial)

El vídeo de la presunta decapitación de un soldado ucranio por parte de tropas rusas causó la semana pasada indignación en la comunidad internacional e incluso llevó al portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, a calificar las imágenes de “terribles”. La Fiscalía General de Rusia anunció que abriría una investigación para esclarecer los hechos, un gesto inaudito por parte de Moscú, según un informe reciente de Naciones Unidas sobre crímenes contra prisioneros de guerra en Ucrania. Lo que no es inusual, coinciden este informe, organizaciones de derechos humanos y testimonios consultados por EL PAÍS, son los abusos contra soldados hechos prisioneros en ambos bandos.

La dimensión de los crímenes de Rusia contra la población civil en Ucrania no tiene parangón con otras vulneraciones de los derechos humanos en la contienda. “Los 13 meses de la guerra de Rusia contra Ucrania han supuesto graves violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario que son sorprendentemente rutinarias”, afirmó el 31 de marzo Volker Türk, alto comisionado para los Derechos Humanos de la ONU. “Hemos documentado más de 8.400 civiles muertos y más de 14.000 heridos, la gran mayoría de las víctimas son consecuencia del armamento ruso contra zonas residenciales civiles. [...] En las zonas ocupadas por Rusia en Ucrania se han registrado ejecuciones sumarias y ataques deliberados contra la población civil”, recordó Türk.

Más desapercibidos pasan los crímenes de guerra contra soldados que se han rendido en el frente. En esta cuestión, las vulneraciones del derecho internacional, y sobre todo de la Convención de Ginebra que regula el trato a prisioneros, son sistemáticas en los dos ejércitos, según un informe divulgado a finales de marzo por la Misión de la ONU para la Monitorización de los Derechos Humanos en Ucrania (HRMMU, por sus siglas en inglés). El documento aporta conclusiones de 13 meses de investigaciones y los resultados son demoledores para los dos bandos.

El hallazgo del vídeo de la decapitación coincidió con otra grabación en la que aparecían cadáveres mutilados de supuestos militares ucranios. “Por desgracia, no son casos aislados”, según un comunicado de la HRMMU. En marzo, el vídeo de un soldado ucranio que se había rendido y que fue ametrallado por las tropas rusas, provocó indignación en Ucrania y en Europa. En febrero, se conoció otra grabación de una supuesta ejecución con tiros en la cabeza de tres militares rusos por parte de combatientes ucranios.

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El informe de la HRMMU confirma la autenticidad de varios de esos productos audiovisuales que aparecen en las redes sociales, compartidos por los soldados que los graban como una suerte de trofeo macabro y en un intento de amedrentar al enemigo, según denunció el miércoles Dariia Zarivna, asesora de la presidencia ucrania, refiriéndose a las acciones rusas. Sin embargo, tanto la HRMMU como la ONG Human Rights Watch (HRW) han advertido de que esta arma psicológica también se utiliza en el bando ucranio. En su informe sobre el primer año de la invasión, HRW hacía hincapié en el uso por parte de los dos ejércitos de escarnios públicos a prisioneros de guerra, algo que contraviene la Convención de Ginebra.

El informe de la ONU aporta varios ejemplos de ello. En el bando ruso, un caso extremo de humillación reportado por la HRMMU es el de dos prisioneros ucranios que fueron filmados mientras se les obligaba a recorrer medio kilómetro arrastrándose con la pierna rota. En el lado ucranio, HRW constata que se han identificado múltiples casos de prisioneros rusos bajo presión y en condiciones lamentables a los que se filma con móviles para exponerlos públicamente. El pasado sábado apareció en canales de Telegram, y fue difundido por medios del país invadido, el vídeo de tres militares rusos que se habían rendido en un bosque, en condiciones físicas deplorables por la dureza del combate, mientras la unidad ucrania que los había apresado se reía de su estado.

HRW subrayaba en su memoria un caso confirmado de escarnio y tortura filmado el pasado marzo en Mala Rohan, un pueblo de la provincia de Járkov en el que a tres soldados rusos —apresados después de que la localidad fuera liberada por las fuerzas ucranias— se les disparó en las piernas. EL PAÍS visitó Mala Rohan en julio y recogió el testimonio de dos mujeres que denunciaban que otras ucranias habían sido violadas por las tropas ocupantes. Los vecinos entrevistados sugerían que los militares ucranios actuaron con ánimo de venganza. El informe de la ONU recoge varios ejemplos de torturas contra prisioneros rusos como represalia por crímenes cometidos contra la población civil. En junio, un oficial ucranio apuñaló a tres soldados rusos rendidos en Sloviansk; a otro, se le asfixió hasta perder la conciencia y al día siguiente se le hicieron cortes en un brazo.

Las torturas son habituales, aunque mucho más extendidas en el lado ruso. La HRMMU concluye que más del 90% de los soldados ucranios apresados sufren torturas, frente al 49% de los prisioneros rusos. Un combatiente de la Legión Internacional ucrania explicaba la semana pasada a este diario que los soldados ucranios tienen pánico a ser apresados. Un oficial de los servicios de inteligencia ucranios admitía en febrero a EL PAÍS que en el frente de la provincia oriental de Donetsk ninguno de los dos contendientes “prioriza” hacer soldados prisioneros, solo oficiales porque estos cuentan con más información.

En ambos ejércitos la forma más común de tortura son las palizas, aunque los rusos utilizan más extensamente otras formas de maltratos, como electrocutar a interrogados o los abusos sexuales. La HRMMU reporta que en los dos bandos se han utilizado los viejos teléfonos militares TA-57 para dar descargas eléctricas a los reos. En el lado ucranio no se han identificado agresiones sexuales, mientras que en el bando ruso hay incluso constancia de la castración de un soldado.

Colaboración activa de Ucrania

La Misión de la ONU subraya que las autoridades ucranias colaboran “activamente” en facilitar su trabajo, a diferencia de la parte rusa, que ha restringido el acceso de observadores internacionales a sus centros de reclusión. La Cruz Roja también ha denunciado las dificultades que tienen para visitar a presos de guerra ucranios: Moscú solo ha dado acceso ocasional a la Cruz Roja en Donetsk y desde diciembre, 10 meses después de iniciarse la invasión.

La ONU asegura que las condiciones de vida de los presos rusos son mejores y que las autoridades ucranias permiten el contacto con sus familiares, a diferencia de los detenidos en el lado ruso. Además, la Fiscalía ucrania ha abierto cinco investigaciones para esclarecer la ejecución sumaria de 22 presos rusos, algo que la justicia rusa no había hecho hasta el caso de la decapitación hecho público la semana pasada. LA HRMMU sí lamenta que los progresos de la Fiscalía ucrania han sido inexistentes.

El suceso que evidencia mejor la falta de colaboración rusa fue la muerte el pasado julio de por lo menos 50 prisioneros de guerra ucranios internados en un edificio abandonado en Olenivka, municipio de Donetsk ocupado por Rusia. Un bombardeo ucranio acabó con sus vidas. Pocas semanas después del incidente, la ONU y Turquía anunciaban que había un acuerdo con las presidencias de Rusia y de Ucrania para esclarecer los hechos. Finalmente, la parte rusa se desdijo del pacto. El informe de la HRMMU sugiere que lo más probable es que el ejército ruso instalara baterías de misiles Grad en las inmediaciones de la colonia penitenciaria para que la artillería ucrania bombardeara el lugar y terminara, sin saberlo, con la vida de decenas de sus compatriotas.

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Sobre la firma

Cristian Segura (enviado especial)
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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