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La policía desactiva un explosivo que habían atado unos ladrones a un guardia de una casa de empeño en Guayaquil

El hombre estuvo tres horas aguantando en la calle con una carga colgada que podía activarse por celular

Guayaquil
Un hombre es visto con un dispositivo explosivo adherido al cuerpo hoy, en Guayaquil (Ecuador).Jhonatan Miranda (EFE)

Cuando parecía que el crimen organizado en Ecuador había mostrado su peor rostro con la detonación de coches bomba en zonas pobladas, el asesinatos a policías, los ahorcados en los puentes peatonales, las extorsiones y los secuestros, la mañana de este jueves unos ladrones a le colocaron al guardia de seguridad de una casa de empeño una carga explosiva con la que amenazaban hacerle saltar por los aires.

Javier trabaja como guardia de un local que guarda sobre todo joyas en el sector de Sauces nueve, al norte de Guayaquil, la ciudad que en tres meses ha registrado 565 crímenes violentos. El joven fue secuestrado por criminales la noche anterior camino a su casa y lo dejaron esta mañana cerca del local donde trabaja, con explosivos envueltos con cinta en el cuerpo. Caminó desorientado por la calle de esa zona densamente poblada hasta que llegó la fuerza pública y acordonó el lugar.

Los comerciantes de los alrededores cerraron rápidamente las puertas, pusieron candados y el concurrido mercado de Sauces IX, que está a pocos metros donde estaba el hombre, fue evacuado. La escena parecía de ficción. Los policías ayudaron a un experto en explosivos a colocarse el traje para acercarse al sujeto con la bomba. Él aguarda nervioso con su frente en un poste de luz, le dijeron que intentara no moverse y que se quitara el abrigo para disminuir cualquier posibilidad de que el calor activara el artefacto. Javier pidió agua y que llamaran a su familia. La televisión transmitía en directo el momento dramático.

Vecinos rezan por el hombre al que habían colocado una carga explosiva en el pecho en las calles de Guayaquil, este jueves.
Vecinos rezan por el hombre al que habían colocado una carga explosiva en el pecho en las calles de Guayaquil, este jueves. Cesar Munoz (AP)

El policía antiexplosivo se acercó a él y le entregó una radio. Revisó el resto de su cuerpo. El dispositivo tenía una extensión amarrada en la pierna izquierda y un celular pegado en el pecho, que los criminales le dijeron que a través de una llamada a ese teléfono harían detonar el explosivo. Fueron tres horas de tensión hasta que la policía logró liberar a Javier del artefacto, ante la mirada de los habitantes del sector. Algunos lloraban. “Nunca vi algo así, un chico con explosivos en el cuerpo”, dice Melba, una mujer que presenció los hechos. “Se han pasado todos los límites”, remataba otra mujer llamada Lucía.

Las autoridades no han dado mayor información de los motivos de este macabro suceso. Los datos preliminares arrojan que se trataría del intento de robo en el local. Los ladrones sabían que Javier guardaba las llaves de la caja fuerte. Sin embargo, no se pudo llevar a cabo porque se necesitaba de otros códigos que estaban en manos de otra empleada.

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Con este hecho son las 40 alertas con explosivos que se han registrado en Guayaquil en lo que va del año, cuenta William Villarroel, comandante de Policía de la ciudad más violenta del país. Ecuador atraviesa una crisis de inseguridad que no logra ser controlada por el Gobierno de Guillermo Lasso, que tiene su batalla en lo político, con el impeachment al que será sometido en los próximos días en el Legislativo.

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