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Vincent Bevins, periodista: “Existe una conspiración internacional anticomunista”

El reportero investiga en el ensayo ‘El método Yakarta’ el asesinato un millón de personas con ideas de izquierda en Indonesia, a manos del ejército del país en connivencia con la CIA estadounidense, y cómo se expandió la metodología

Vicent Bevins El metodo Yakarta
El periodista estadounidense Vincent Bevins, autor de 'El método Yakarta', el 28 de febrero en Vigo.ÓSCAR CORRAL
Pablo León

Cuando el periodista Vincent Bevins (California, 38 años) fue enviado a Yakarta en 2017, como corresponsal del sudeste asiático para The Washington Post, enseguida, percibió que había una parte de la historia del país eclipsada y que resultaba clave para entender el siglo XX: el asesinato de al menos un millón de personas de izquierda (políticos, simpatizantes o civiles) orquestado entre 1965 y 1966 por una facción del ejército del país en connivencia con la CIA estadounidense. Esa estrategia ―que sumió al país asiático en una represiva dictadura militar de más de tres décadas, dirigida por el general Suharto, en el poder entre 1966 y 1998― fue luego exportada, como explica Bevins en su ensayo El método Yakarta. La cruzada anticomunista y los asesinatos masivos que moldearon nuestro mundo (editado por Capitán Swing tanto en España como en México, Argentina, Colombia o Chile).

Pregunta. ¿Qué es el método Yakarta?

Respuesta. Se podría definir como una metodología, basada en el anticomunismo radical, que buscaba silenciar las ideas de izquierda en Indonesia. En el país, como en muchos otros del Sur global, el concepto de nación surge como oposición a siglos de colonialismo, lo que podía denotar una disposición, casi instintiva, en contra de Occidente. El método Yakarta viene a decir que los países pobres necesitaban inspiración para no desviarse del camino.

P. ¿Cómo se aplicó?

R. El autoritarismo, la violencia y el asesinato eran herramientas válidas para guiar correctamente las revoluciones socioeconómicas de esas sociedades. Al considerarlos también amenazantes, el izquierdismo, el indigenismo, o el feminismo se incluyeron en la misma narrativa: todo se tildó de comunismo.

P. ¿Por qué se testó en Indonesia?

R. El país estaba en primera línea de liderazgo del movimiento Tercer Mundo [entendido como un nuevo polo de poder] con un discurso izquierdista y antiimperialista, pero no tanto comunista. Entonces, a cierta gente no me interesaba que los gobiernos democráticos socialistas inspirasen a otros países del Sur global. Lo querían parar de inmediato. La excusa anticomunista se utilizó para imponer con violencia un régimen autoritario y ultracapitalista.

P. También lo define como un fenómeno global.

R. La estrategia se exportó y tiene conexiones con más de una veintena de países. Su influencia está presente en las dictaduras del siglo XX en Latinoamérica ―desde Brasil hasta Chile, pasando por Guatemala―, pero también en la progresiva tolerancia de Estados Unidos a la España de Franco. Hay pruebas de que el método Yakarta fue base e inspiración de la Operación Condor [el uso de la represión política, el terrorismo de Estado, y el asesinato, promocionado y avalado por EE UU, en países como Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay o Uruguay, entre otros].

P. ¿Qué papel jugó la CIA?

R. En ese periodo es cuando la CIA ―y el Gobierno estadounidense― pasa de la adolescencia a la madurez. Tras la II Guerra Mundial, Washington se presenta en la escena global con poder, dinero, e influencia, pero escaso conocimiento real del mundo. El orden mundial cambia; a partir de los años cincuenta, queda marcado por la hegemonía estadounidense y el capitalismo global.

P. Ese anticomunismo radical, ¿perdura hasta la actualidad?

R. Sí. Después del colapso de la Unión Soviética, se ha seguido usando como estrategia política por su efectividad. Algunos sectores dominantes de la sociedad lo han aplicado para generar terror ante un supuesto enemigo externo; para desacreditar o criminalizar a la oposición; o para deslegitimar cualquier disenso. Y la crítica es fundamental en los sistemas democráticos; su ausencia, como el cuestionamiento de la verdad, los degrada. De hecho, en el mundo angloparlante permanece la idea no ya de que existió, sino de que aún existe una conspiración global comunista.

P. ¿A qué se debe?

R. Durante siglos, las élites en América, y también la de otros lugares, temían una posible revuelta desde abajo. Aprovechándose de eso, muchos grupos de extrema derecha radical ―y en algunos casos de derecha― han azuzado ese temor para asentar la idea de una supuesta conspiración comunista y diezmar a sus adversarios. La verdadera conspiración internacional es anticomunista. Esta sí que existe, se ha mantenido en el tiempo, ha contado con fondos, y ha ido perfilando las acciones que han funcionado en un país para aplicarlas en otros. Desafortunadamente, en los últimos años se ha hecho más común, como evidencian el trumpismo, el bolsonarismo, o el auge de la extrema derecha en Europa…

P. En Madrid, en las últimas elecciones regionales, los conservadores del PP usaron el eslogan: “Comunismo o libertad”.

R. No me sorprende que, en momentos de crisis global, esta táctica se utilice de manera similar a como se aplicó en el siglo XX.

P. ¿Lo relaciona con la polarización contemporánea?

R. Bajo el prisma Yakarta, solo existe el bien y el mal; lo correcto o lo incorrecto; el héroe y el villano. No hay grises. Los comunistas eran el enemigo, definidos como bárbaros, y como tal debían ser tratados.

P. ¿Se podría enmarcar el discurso de Putin en esta estrategia?

R. Putin ha combinado retóricas. Hablaba de “desnazificar” Ucrania, pero también de enmendar los “errores bolcheviques”, en referencia al reconocimiento de Ucrania como república soviética independiente de Rusia, tras la Revolución de 1917 y siguiendo las premisas de Lenin. Me parece muy cínico retorcer hechos, exagerar o instrumentalizar el miedo y el sufrimiento para justificar la imposición de más sufrimiento.

P. Si ha sido tan relevante, ¿por qué no se ha hablado más de esta metodología?

R. Se ha ocultado. En Indonesia era ilegal mencionar el comunismo, mucho menos investigar el asesinato de un millón de ciudadanos por su ideología de izquierda. Ese silencio ha suprimido una parte importante de la historia del siglo XX, pero también ha permitido el reciclaje de la metodología. Un ejemplo reciente: Eduardo Bolsonaro presentó un proyecto legislativo para, literalmente, criminalizar el comunismo en Brasil. Citó como inspiración la ley de Indonesia. Durante la Guerra Fría estábamos más pendientes de Vietnam, pero lo que pasó en Indonesia fue clave. Es necesario prestar más atención a esa época y entender sus consecuencias globales.

P. ¿Cuáles fueron?

R. El método Yakarta creó un mundo peor del que podría haber sido. Nada nos asegura que como sociedad no vayamos a liarla de nuevo. Por eso, es fundamental estudiar el pasado… Para asegurar un mejor presente y también futuro.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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