“Hay un nuevo ‘sheriff’ en este pueblo”: DeSantis acorrala a Disney por oponerse a sus “políticas ‘antiwoke”
El gobernador de Florida firma una ley que le permite tomar el control del distrito en el que está Disney World como represalia a la compañía, que criticó la ‘ley no digas gay’
La cruzada antiwoke (woke es un término que usa despectivamente la derecha en EE UU para los movimientos contra la discriminación) de Ron DeSantis, gobernador de Florida y probable candidato a la Casa Blanca por el Partido Republicano en 2024, no se detiene ante nada, tampoco ante la todopoderosa Disney, principal empleadora del Estado del Sol. DeSantis se la tiene jurada a la compañía de entretenimiento desde que el año pasado su entonces consejero delegado, Bob Chapek, criticó una ley educativa que se opone a la enseñanza en las escuelas de Florida hasta la edad de nueve años de temas relacionados con la orientación sexual e identidad de género. Sus detractores llaman a esa ley Don’t Say Gay (no digas gay).
DeSantis citó este lunes a los medios en Lake Buena Vista, cerca de Disney World, para firmar una norma que le permite tomar el control del órgano de Gobierno del Reedy Creek Improvement District (Distrito de Mejoramiento de Reedy Creek), un área de poco más de 100 kilómetros cuadrados en la que se asienta desde 1971 el parque de atracciones más famoso del mundo. El lugar, que pasa a llamarse Central Florida Tourism Oversight District (Distrito de Supervisión de Turismo de Florida Central) ya no estará regido por una junta integrada por personas cercanas a la compañía, sino por cinco miembros escogidos a dedo por el gobernador.
Al anunciarlo este lunes, DeSantis, que se prepara para una semana ajetreada, que continuará este martes con la publicación de su segundo libro de memorias, The Courage to Be Free (La valentía para ser libre), dijo: “Hay un nuevo sheriff en este pueblo”. Le está cogiendo gusto a la frase, que ya pronunció la semana pasada, cuando la ley pasó el trámite parlamentario en un Congreso cuyas dos cámaras dominan holgadamente los republicanos, lo que está permitiendo al gobernador cumplir los objetivos de su agenda a toda prisa, antes del previsible anuncio de su candidatura presidencial. DeSantis añadió: “El reino corporativo ha llegado a su fin”, en aparente referencia al Magic Kingdom (Reino mágico), de Disney World.
Experimento ultraconservador en Florida
En el reino de DeSantis, ese experimento ultraconservador que está llevado a cabo en Florida, no hay respiro para la “cultura woke”, término que la derecha estadounidense ha convertido en su insulto favorito y solía servir para definir a aquellos que “despertaron” a las injusticias para luchar contra el racismo y la desigualdad y a favor del feminismo o los derechos LGTBI, incluidos los de las personas trans. Todos esos colectivos se han convertido en obsesiones del gobernador, y de ellas parece haber obtenido un alto rendimiento, como demostraron los resultados de las últimas elecciones de noviembre, cuando ganó por un margen de 1,5 millones de votos sobre su contrincante.
“Disney se opuso a algo [la ley educativa] que solo pretendía proteger a los más pequeños y asegurarse de que los estudiantes puedan ir a la escuela a aprender a leer, escribir, sumar, restar y no tener un maestro que les diga que pueden cambiar de sexo“, afirmó DeSantis el lunes. “Creo que la mayoría de los padres están de acuerdo con eso”.
La medida contra Disney, por más severa que resulte, es solo una victoria a medias para DeSantis. Su idea inicial era haber hecho desaparecer el distrito, a partir del 1 de junio de 2023, que habría pasado a repartirse entre los condados de Orange y Osceola. Ambos habrían tenido que encargarse de pagar servicios municipales como la electricidad o el agua, así como los costes de la policía, de las ambulancias o de los bomberos, cuentas que desde 1967 han corrido a cargo de la empresa. Además, habrían heredado una deuda de aproximadamente 1.000 millones de dólares (más de 940 millones de euros). Esos pequeños detalles hicieron recular a los legisladores de Florida. Y por un momento del pasado otoño pareció que la multinacional y el Estado estaban listos para firmar la paz, tras la vuelta de Bob Iger a los mandos de Disney, en sustitución de un Chapek en apuros.
Aunque DeSantis no pudo despojar a la compañía californiana de las ventajas fiscales de las que gozaba, los nuevos miembros de la junta sí tendrán poderes para gravar, construir infraestructuras y pedir dinero prestado para proyectos relativos al parque temático. La ley también elimina los permisos, nunca usados, que Disney tenía para construir su propio aeropuerto o incluso una central nuclear.
Entre los perfiles escogidos para la nueva junta, que se reunirá por primera vez la próxima semana, destacan los de Martín Garcia, un abogado de Tampa, cuya firma de inversión contribuyó con 50.000 dólares (47.000 euros) a la campaña de reelección del gobernador, y Bridget Ziegler, fundadora de la organización conservadora Moms for Liberty, que está detrás de muchas campañas de veto a libros en bibliotecas y currículos escolares por todo Estados Unidos. Ante la perspectiva, DeSantis, un graduado por las universidades de Yale y Harvard que a menudo parece haber tallado su retórica en un multicine, viendo películas de los años ochenta, amenazó este lunes: “Así que abróchense los cinturones”.
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