El jefe del grupo Wagner se enfrenta al ministro de Defensa ruso, al que culpa de la falta de munición
Yevgeny Prigozhin acusa al alto mando de querer acabar con la organización paramilitar, desplegada en el frente este de Ucrania. Moscú lo niega
El enfrentamiento entre el dueño de la compañía de mercenarios Wagner y el Ministerio de Defensa ruso ha alcanzado una cota impensable para el Kremlin, obsesionado con tener bajo control la agenda pública. La empresa de Yevgeny Prigozhin, apodado el chef de Putin por su empresa de catering, ha publicado una fotografía en la que aparecen supuestamente decenas de sus hombres muertos en una matanza en Ucrania, de la que culpa directamente al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú. “Estos compañeros murieron ayer. Por hambruna de munición, como se suele llamar. Una quinta parte, ¡una quinta parte! Madres, mujeres e hijos recibirán sus cuerpos ¿Quién es el culpable de sus muertes? El culpable es aquel que no resuelve el suministro de munición. Al final de la lista [de suministros] debería aparecer la firma de [el jefe del Estado Mayor ruso] Valeri Gerásimov, o de Shoigú. No quieren tomar la decisión. No quieren que Wagner exista”, ha expresado con una dureza inusitada, incluso para el empresario.
La tensión, latente desde hace meses, ha terminado por explotar estos últimos días. “No nos han dado munición ni nos la darán”, arrancaba el nuevo audio difundido por el empresario, cuyo poder no alcanza para acceder al primer círculo del Kremlin, pero cuya voz ha hecho temblar los cimientos de la estabilidad política. Prigozhin acusa a Shoigú y al general Gerásimov de no proveer de artillería a sus mercenarios, gran parte de ellos reclutados en las cárceles a cambio de la promesa del indulto si sobreviven seis meses en el frente ―la ONG Rus Sidiáshchaya (Rusia tras las rejas) cifra en unos 50.000 los presos reclutados por Wagner, de los que solo quedarían vivos unos 10.000―. “Hay munición”, ha lamentado el dueño de Wagner, que añadió a la impactante imagen de los fallecidos una lista de munición que exige para mantener su ofensiva en Bajmut, en el este de Ucrania. “Punto uno, necesitas 105.000 unidades, te dan 3.600. Punto tres, necesitas 7.600, pero te dan 600″, se ha quejado.
El empresario irrumpió en la escena política abiertamente en otoño. Primero encabezó las críticas contra el alto mando y uno de sus generales, Alexánder Lapin, por los reveses que llevaron a la retirada rusa de Járkov y Jersón. Después, Prigozhin se ha atribuido la primera victoria moral de las Fuerzas Armadas rusas desde entonces, la conquista de Soledar, en el este, aunque el Ministerio de Defensa ruso nunca lo citaba en sus partes diarios y ha señalado que aquel avance fue una acción conjunta de la galaxia de unidades que forman sus fuerzas, entre tropas regulares, batallones de movilizados, milicias de voluntarios y mercenarios.
Prigozhin ha encontrado un aliado en el presidente checheno, Ramzán Kadírov, quien también alzó la voz en septiembre. “Si hoy o mañana no hay cambios en la estrategia de la operación especial, me veré obligado a dirigirme al liderazgo del Ministerio de Defensa y al del país para explicarles la situación real sobre el terreno”, afirmó entonces el líder de la república del Cáucaso.
Tanto Kadírov como Prigozhin apostaron por otro general, Serguéi Surovikin, y lograron el primer premio con su nombramiento en otoño como jefe único de las Fuerzas Armadas rusas en la campaña de Ucrania. No obstante, su gozo duró poco: Shoigú encomendó a Surovikin la retirada ordenada de la orilla occidental de Jersón y afianzar la defensa de todo el frente mientras se preparaban los cientos de miles de civiles movilizados en otoño. En enero, concluida su misión, Surovikin fue destituido como máximo responsable de la guerra para situar al frente a Gerásimov, que sumó ese cargo al de jefe del Estado Mayor. El general Lapin fue ascendido a jefe de las fuerzas terrestres rusas.
En paralelo, Shoigú destituyó en septiembre al criticado jefe de la logística de las Fuerzas Armadas rusas, Dmitri Bulgákov. Precisamente este militar era uno de los principales enlaces de Wagner con el ejército, y su cese fue celebrado incluso en la Duma. ”He esperado esto muchísimo tiempo y estoy increíblemente feliz”, dijo entonces el general y diputado de la Duma Estatal Andréi Guruliov.
El Kremlin mantiene la distancia ante estas rencillas. Shoigú, muy criticado por el fracaso de la guerra relámpago lanzada hace un año, es una de las figuras más próximas a Putin y un fiel aliado suyo desde los noventa. “Se ha publicado un intercambio de declaraciones en los medios, pero este es un tema relacionado con el desarrollo de la operación militar especial, por lo que se lo dejo al Ministerio de Defensa. Le recomiendo que se ponga en contacto con ellos”, ha respondido este miércoles el portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov, sobre las críticas vertidas por Prigozhin.
Respuesta de Moscú
El departamento que dirige Shoigú respondió este martes públicamente a las quejas de Wagner. “A pesar de las difíciles condiciones climáticas en la zona de la ciudad de Bajmut, se han llevado a cabo 18 salidas de aviones de ataque para apoyar la ofensiva de los escuadrones de asalto. Por lo tanto, todas las declaraciones supuestamente hechas en nombre de las unidades de asalto sobre la carencia de municiones son absolutamente falsas”, señala un comunicado de Defensa.
El jefe de Wagner, que hasta esta semana había evitado poner nombres a sus cuitas, y solo criticaba a “la jefatura”, habló más claro este lunes. “No puedo resolver el problema [de la munición] a pesar de todos mis conocidos y conexiones. Todo se hunde y se arrastra. No se toman decisiones”, dijo en otro audio filtrado por su empresa Concord. Según el empresario, Wagner conoce hasta los números de lote de munición que tiene asignados. “Pero nadie sabe de dónde provienen las restricciones”, manifestó Prigozhin. “Todos señalan arriba con el dedo y dicen: ‘Yevgueni Víktorovich [Prigozhin], tienes una relación difícil allí, debes ir a disculparte, y así tus combatientes recibirán municiones”, añadió el chef de Putin.
La situación política de Prigozhin ha cambiado y poco a poco ha ganado adeptos que quieren fotografiarse con él por su pujante popularidad. Enfrentado desde hace años con el gobernador de San Petersburgo por denegarle contratos, el dueño de Wagner logró en enero que otro dirigente regional, el gobernador de Kursk, entrenase durante una semana con su grupo.
Adhesión de Kadírov
Otro espaldarazo lo recibió este pasado fin de semana del líder checheno. “No dejo de alegrarme por los éxitos de Wagner. Parece solo una empresa militar privada, pero ha logrado resultados impresionantes. Y esto a pesar de que sus brigadas de asalto asumen una parte extremadamente difícil del trabajo. A pesar de todas las dificultades, Wagner logra su objetivo en cualquier situación”, afirmó Kadírov en sus redes sociales, donde anunció su intención de crear en el futuro otra compañía de mercenarios: “Para competir seriamente con mi querido hermano”.
No obstante, en contra de Prigozhin y a favor de Shoigú juega la mala fama de las tácticas de Wagner. La Administración de EE UU estimó recientemente que más de 30.000 mercenarios de Wagner han muerto desde que comenzó la guerra, unos 9.000 de ellos desde mediados de diciembre en el frente de Bajmut. Las oleadas de soldados con escaso entrenamiento contra posiciones ucranias fortificadas han costado miles de muertos, según confirman las fuerzas armadas ucranias, y han diezmado sus batallones para conquistar una localidad, Soledar, que no es decisiva para la guerra, admiten fuentes del bando ruso como el primer comandante de los paramilitares de Donetsk, Ígor Strelkov. Por ello, el Ministerio de Defensa ruso puede argumentar que sus objetivos a largo plazo obligan a racionar la munición. La guerra, como dejó entrever Putin este miércoles en su mensaje a la nación, puede ser muy larga.
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