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Rafael Correa: “La integración latinoamericana es un destino ineludible que va más allá de ideologías”

El expresidente ecuatoriano reflexiona sobre la política de su país y de la región desde México, donde hace campaña al no poder regresar a su país después de una condena que él considera un montaje y una persecución

Juan Diego Quesada
Rafael Correa
El expresidente de Ecuador, Rafael Correa, durante una entrevista en 2020.Francisco Seco (AP)

Rafael Correa (Guayaquil, 59 años) sostiene que, de presentarse a las elecciones presidenciales en Ecuador, ganaría en primera vuelta, o sea, con holgura. “Y no es inmodestia”, aclara. El problema es que de entrar en su país sería detenido y encarcelado por una condena de ocho años de prisión que le impuso la justicia en un controvertido caso de corrupción. Eso hace que tenga que hacer campaña por su partido desde el exterior y en países donde sabe que no lo van a detener y extraditar. Para las elecciones locales que se celebran este 5 de febrero le preguntó al entorno de Gustavo Petro si podía hacer campaña desde las regiones colombianas que limitan con Ecuador, pero a última hora desistió al temer que el fiscal general Francisco Barbosa, puesto en el cargo por la anterior administración, lo mandara apresar. El expresidente entre 2007 y 2017 ha hecho campaña desde México, desde donde atiende esta entrevista por videoconferencia.

Pregunta. ¿Cuáles son los planes de su movimiento, la Revolución Ciudadana, con vistas a las elecciones de 2025?

Respuesta. Queremos recuperar la patria. Nuestro deseo es ganar esas elecciones. Hoy somos uno de los países más violentos de América Latina. De esa profundidad es el cambio que ha ocurrido en Ecuador.

P. ¿Cómo combatiría usted esos clanes de la droga que se han instalado en Ecuador y que tienen nexos con organizaciones criminales mundiales como el cartel de Sinaloa?

R. ¿Qué de nuevo tiene eso? Esa influencia del cartel de Sinaloa existe desde el año 2010, cuando hubo ciertos cambios y problemas en el mercado norteamericano y miraron hacia el sur y empezaron a invadir con nuevas clases de drogas sintéticas y a tratar de envenenar a nuestra juventud. Ahí no hay nada nuevo. Lo nuevo es que se desmanteló el Estado y ahora actúan en total impunidad. El ministerio de seguridad, lo desmantelaron. El de justicia, dedicado a las cárceles, lo desmantelaron. Teníamos uno de Interior dedicado a la policía con un civil a mando y lo desmantelaron. Hicieron lo mismo con el sistema de inteligencia. El crimen organizado no se combate solo con más pistolas. Se combate con tecnología, inteligencia. Todo eso lo desmantelaron y he aquí las consecuencias.

P. Ha habido roces dentro de su partido, como los que han protagonizado Andrés Arauz y Aquiles Álvarez. ¿Hay fragmentación en su partido?

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R. Siempre ha habido fricciones. Es un movimiento democrático. Hay que recordar que es más lo que nos une que lo que nos separa. Es muy marcada la diferencia regional costa-sierra. Yo soy costeño. Si habla con un serrano tendrá otra forma de expresarse, otra forma de pronunciar el español. Revolución ciudadana es un movimiento muy amplio y existen diferentes sectores. Aquiles representa un sector de empresarios de la costa, Andrés representa un viejo sector de intelectuales de izquierdas de la sierra. No puede haber extremos más encontrados. Es normal que se den estas fricciones.

P. ¿Se plantea un regreso a la política en el medio plazo?

R. A mí no me dejaron salir de la política. Quise salir, ingenuamente. Todo el mundo sabe, y no es inmodestia, que si yo me lanzara a las elecciones las volvería a ganar en una sola vuelta. Pero mis hijas estaban estudiando en Francia, mi mujer es belga. Mis suegros estaban mayores, era de justicia ir a vivir a Bélgica. Quise retirarme, al menos temporalmente, por el bien de mi familia y de mi país, porque mi figura era demasiado fuerte y perturbaba la marcha de los siguientes gobiernos que creí nuestros. Obviamente, nos traicionaron y eso fue otro problema. No me dejaron retirarme porque me empezaron a seguir y a difamarnos. Cada día me levantaba a ver qué juicio me habían puesto. Soy muy cartesiano y eso de estar apagando incendios no va conmigo. Es muy duro, muy desgastador. A mí me condenaron por influjo psíquico (así venía en la sentencia). Me han metido cerca de 50 juicios, hasta por mal manejo del avión presidencial. Me quitaron la pensión vitalicia, la seguridad presidencial, mi seguro. Me contaron hasta mi cuenta de Facebook. Ha sido una persecución brutal.

P. ¿Hay liderazgos en la izquierda ecuatoriana más allá de Rafael Correa?

R. Siempre hay liderazgos, pero tampoco hay que engañarse. La presencia de uno es bastante fuerte, son liderazgos fundacionales. Hugo Chávez era muy necesario en Venezuela y te diría que para la integración regional. Hay otros liderazgos, pero nosotros tenemos liderazgos fundacionales que son bastante necesarios.

P. Se enfrenta a una condena de ocho años de cárcel, ¿por qué nunca, ni siquiera al principio, optó por defenderse en los tribunales?

R. Ese es un error garrafal. Mira la desinformación que tú tienes. El juicio sobornos empieza en el año 2020. Salgo del país en 2017. Salgo sin una infracción de tránsito, con 70% de apoyo popular. Me empiezo a oponer a Moreno, que nos traiciona, de junio a julio, y en octubre, me dicen que me quieren ver preso y me empiezan a llover los avisos penales más ridículos. Recién en el 2019 hacen el montaje del caso de sobornos y en 2020, en plena pandemia, cuando todos los juicios estaban parados, el mío es el juicio más rápido de la historia para tener una condena el 17 de septiembre, cuando yo tenía que inscribirme de candidato el 18 de octubre. Más clara ni el agua. ¿Por qué no opté por defenderme? Estaba en Bélgica, me defendí de los tribunales belgas y le he ganado absolutamente todo. Pero ya la narrativa es que yo salí huyendo del país, yo no he salido huyendo de ningún lado.

P. ¿Qué balance hace de la cumbre de la Celac y de los equilibrios políticos regionales?

R. Tengo mucha esperanza en la Celac. La integración latinoamericana es un destino ineludible que va más allá de ideologías. Así fue el nacimiento de la Celac, se integraron todos los países latinoamericanos y el Caribe. Desde el 2014 viene esta restauración conservadora sin límite ni escrúpulos, muy servil y quiso atentar contra la Celac. La Celac es la alternativa a la OEA, un organismo dominado por EE UU, administra las colonias de EE UU. ¿Qué sentido tiene para El Salvador discutir un conflicto con EE UU en Washington en la OEA? ¿Qué posibilidades reales tiene de que su razón prevalezca? Siempre nuestra visión geopolítica fue consolidar la Celac, que se dé un espacio para discutir nuestras diferencias o coincidencias dentro de la región Latinoamericana y del Caribe.

Rafael Correa en La Habana (Cuba), en 2018.
Rafael Correa en La Habana (Cuba), en 2018.Ramon Espinosa (AP)

P. Usted alertó muy pronto de Pedro Castillo, en noviembre dijo que se había echado en manos de la derecha.

R. ¿Dije eso yo? Hay cosas que no se deben decir en público. Lo que siempre me incomodó es que era una izquierda que no estaba preparada para gobernar. Ganó la primera vuelta con menos del 20%; le seguía Keiko con el 13. ¿Qué representatividad tiene? No esperaban ganar, pero frente al fujimorato ganó. Improvisó mucho y tuvo que hacer grandes improvisaciones. Esa izquierda hace mucho daño. A nosotros no nos permiten cometer ningún error, si no los tenemos se lo inventan. No nos podemos dar el lujo de llegar al poder y fracasar. Incluso cuando somos exitosos buscan la forma de destrozarnos. Para mí sí era un peligro para el movimiento de izquierda de América Latina porque debemos ser gobiernos de excelencia. Era obvio que el movimiento de Pedro Castillo no estaba preparado para gobernar.

P. ¿Qué salida le va al país?

R. Perú necesita reformas de fondo. Es un país ingobernable, es un Frankenstein institucional. El presidente no tiene poder para algunas cosas. Le tienen que aprobar los ministros, tiene que pedir permiso para salir del país al Congreso. Han hecho todo para generar contradicciones dentro del Estado y que no se pueda gobernar.

P. El diálogo entre el chavismo y la oposición está parado porque Maduro considera que Estados Unidos no ha hecho lo suficiente por descongelar los activos venezolanos en el extranjero. Eso hace que el ambiente no sea tan propicio para crear esas elecciones de 2024 libres donde todos puedan competir en igualdad de condiciones

R. Lo que acaba de decir es un juicio de valor. Dice que Maduro está denunciando el incumplimiento de EE UU en la negociación y que es una estrategia para 2024... Espero que tenga pruebas.

P. No, no dije eso. Dije que el diálogo está parado por esta desconfianza.

R. Maduro tiene razón. Yo soy cartesiano en esto. ¿Por qué un Gobierno soberano tiene que estar negociando en México para que le devuelvan su plata, su oro, su refinería? Es escandaloso ¿Sabe lo que es eso? Eso es una brutal agresión contra la soberanía de Venezuela. ¿Con Franco alguna vez hicieron eso? Suponiendo que Maduro sea dictador —hay buenos y malos—, esto es lo que ha vivido América Latina eternamente. No es que Estados Unidos busque la democracia, sino que busca defender sus intereses. Y es capaz de derrocar a un Gobierno democráticamente electo como Allende y apoyar a un dictador como Pinochet. Y tiene razón Maduro en que habían quedado en devolverles una cantidad de recursos que necesita urgentemente Venezuela y no se ha cumplido. Le quitaron esos recursos al Gobierno legítimo de Venezuela para dárselos a esta ficción de Guaidó. Qué me decía, ¿si se pueden dar elecciones libres en Venezuela?

P. Esa era la pregunta a la que quería llegar.

R. He sido observador de las elecciones en Venezuela. Más libre no entiendo qué es. Lo que pasa es que no gana quien quieren que gane. Eso es otra cosa. En Venezuela hay elecciones libres, si no pregúntele a su presidente Rodríguez Zapatero. Lo que pasa es que las ganan los políticamente incorrectos.

P. Ahora ha llegado Lula al poder, después de haber pasado 580 días en la cárcel y que su condena fuera anulada. Entiendo que su problema es parecido. ¿No es una vía para usted lo que hizo Lula?

R. Estás totalmente equivocado. El caso soborno está cerrado, se juzgó en ausencia. Lula es mi gran amigo, un luchador, pero él estaba en Brasil, yo en Bélgica con mi esposa y mis hijos. ¿Qué voy a decir ciao, me voy a Ecuador para que me metan en la cárcel sin saber si voy a salir vivo para luchar con una justicia corrompida? Ilegalmente, destituyeron al 70% de la corte nacional y nombraron jueces a dedo, temporales, cuyo puesto dependía de los fallos que den. De los nueve jueces que participan en el caso Soborno, siete fueron puestos a dedo. Eso no lo digo yo, lo dice el relator para Naciones Unidas de los jueces. Tiene cuatro informes brutales contra Ecuador. Respeto mucho a Lula, pero para que veas la diferencia en Brasil no pudieron tumbar la corte constitucional. En Ecuador se han tomado todo. Lula hace seis, siete años, ya no era presidente. Lo condenan y lo meten en una cárcel especial, en un cuartel policial, con seguridad, gimnasio, todo eso. A Jorge Glas, vicepresidente reelecto en funciones de Ecuador, lo involucran en el caso Odebrecht, de forma infame, lo destituyen y lo meten en una cárcel común. Esa es la diferencia.

P. ¿Entonces cuál es su camino?

R. O ganarle las elecciones porque todo es político, o ganar a nivel internacional y veremos si hacen caso. Porque ya ha habido casos más graves donde se ha roto la Constitución y el Estado de Derecho.

P. ¿Cómo ha visto la llegada de Petro al poder? Tiene una buena relación con Lasso.

R. Petro es mi amigo, es uno de los presidentes más capaces de América Latina. Es muy inteligente, está muy preparado. Si me decía hace tres o cuatro años que la izquierda iba a ganar en Colombia le sugeriría un buen psiquiatra. Era algo impensable. Y por supuesto que tiene que tener buenas relaciones con Lasso, se trata del mandatario de un pueblo amigo, vecino, electo en las urnas. Otra cosa es lo que piense personalmente de Lasso, que le aseguro que no piensa muy bien de él.

P. ¿Usted le planteó a Petro residir en Colombia?

R. No, ¿por qué?

P. Porque eso tengo entendido, que hizo esa solicitud ahora.

R. Estoy en México unos 10 días por la campaña, para que haya coincidencia horaria, para poder participar virtualmente. Claro que hubiera sido mejor Colombia, pero hicimos una evaluación y no daba las garantías necesarias. Cualquier maldad se puede hacer. Hemos ganado todo a nivel internacional, Interpol da hasta vergüenza ajena ver cómo le rechazan las solicitudes de alerta roja al Gobierno. Pero si alguien quiere hacer daño, lo puede hacer unilateralmente. Yo no tengo alerta roja internacional, tengo asilo político de Bélgica, pero si hay un Gobierno hostil te pueden hacer una maldad de detenerte, esposarte y tomarte la foto para humillarte. Incluso en Colombia deportarte. Colombia es un gobierno amigo pero evaluamos y el fiscal todavía es el de la época de Duque.

P. Barbosa.

R. Sí, muy cuestionado. La Constitución y la ley de Colombia le permite actuar primero, de urgencia, y después informar a Cancillería. Evaluamos y vimos que todavía Colombia era demasiado riesgoso.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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