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Meloni: “Nunca he tenido simpatía por el fascismo”

La nueva primera ministra italiana reafirma en el discurso de investidura su compromiso con la UE y la OTAN y asegura que no cederá a la “extorsión” de Putin

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, durante la sesión de investidura en la Cámara de Diputados en Roma, este martes.Foto: ALESSANDRA TARANTINO (AP) | Vídeo: REUTERS
Daniel Verdú

La era Meloni comenzó este martes a las 11.00 desde el sillón de la presidencia del Consejo de Ministros en la Cámara de Diputados de Italia. Desde ahí desplegó la líder de Hermanos de Italia, en el inicio de la sesión de investidura, las líneas maestras de su mandato. Un periodo complicado en todos los frentes. También dentro de su propia coalición, donde sus socios (Forza Italia y la Liga) han comenzado ya presentando batalla a la nueva primera ministra ―ella ha decidido usar el masculino “il presidente del Consiglio”― para marcar un perfil propio. Giorgia Meloni, después de una década en la trinchera más feroz de la oposición en Italia, se encontró este martes al otro lado de la barricada pidiendo respeto y buenas maneras. También el apoyo para gobernar cinco años advirtiendo de lo complicada que será la gestión del próximo invierno. Fue un discurso largo (70 minutos), plano y sin vigor parlamentario, pero logró colocar casi todos sus mensajes.

Meloni, flanqueada por los vicepresidentes Antonio Tajani y Matteo Salvini, algo nerviosa en su arranque, comenzó agradeciendo su colaboración al presidente de la República, Sergio Mattarella, y a su predecesor en el cargo, Mario Draghi. “Ha ofrecido toda su disponibilidad para que hubiera una transición veloz y serena, a nivel nacional e internacional. Incluso siendo nosotros el único partido de la oposición a su Ejecutivo. Y así ha de ser siempre y así es en las grandes democracias”, señaló. “La situación difícil en la que se encuentra Italia no permite perder tiempo”, aseguró antes de anunciar que Italia entrará en recesión en 2023, ya mucho más serena y esbozando las claves de su mandato en un discurso en el que invocó la “libertad” y trató de espantar el miedo que genera su propia historia política en la oposición, en el exterior y en los sectores más débiles de la sociedad: “Nunca he tenido simpatía por ningún régimen antidemocrático, fascismo incluido”.

Meloni renegó públicamente del fascismo en el Parlamento este martes, como ya hizo antes Alianza Nacional (el partido al que perteneció previamente). En el pasado, sin embargo, ensalzó la figura del dictador Benito Mussolini. Así como lo hicieron miembros fundadores de su partido, como Ignazio Benito La Russa, actual presidente del Senado.

La nueva presidenta del Consejo de Ministros, en un tono algo profesoral durante todo el discurso, subrayó su condición de primera mujer en el puesto, un arma imbatible contra muchas de las críticas que recibe estos días por haber renunciado al sustantivo femenino de su cargo o por estar en contra de la discriminación positiva. “Entre los pesos que tengo sobre mi espalda está el de ser la primera mujer en ser jefa del Gobierno. Responsabilidad ante muchas mujeres que afrontan dificultades para afirmar su talento y ver apreciado su sacrificio cotidiano. Y las que hoy han creado la escalera que a mí me ha permitido subir y romper el pesado techo de cristal”, destacó para citar a continuación una lista de mujeres que contribuyeron a su llegada. Y ahí el Parlamento rompió en aplausos. En el turno de réplica, demostró lo complicado que será para la oposición criticarla en este asunto. A la socialdemócrata Deborah Serrachiani se lo recordó. “Míreme, ¿a usted le parece que soy una mujer que estará un paso por detrás de los hombres?”, le dijo mostrando a sus espaldas a sus dos vicepresidentes.

Giorgia Meloni conversa con Matteo Salvini, este martes en el Parlamento.
Giorgia Meloni conversa con Matteo Salvini, este martes en el Parlamento.ANDREAS SOLARO (AFP)

Meloni, obsesionada con los “prejuicios” que su mandato despierta internacionalmente, quiso confirmar desde el comienzo el vínculo de su Ejecutivo con la OTAN y la Unión Europea, a cuyos líderes agradeció su apoyo en estos primeros días. Pero con matices. No se me escapa la curiosidad que ha despertado la postura que tendrá este Gobierno hacia las instituciones europeas. Haremos oír nuestra voz fuerte, no para frenar o boicotearlas, sino para contribuir a mejorar su respuesta a las amenazas”, advirtió. Además, Meloni fue crítica con la incapacidad de sus socios para afrontar esta crisis energética: “Hace falta una integración más eficaz para los grandes desafíos. Respetaremos las reglas en vigor y ofreceremos nuestra contribución para cambiar las que no han funcionado”. Una idea fuerza dirigida a Bruselas y que repitió hasta la saciedad: respeto a las reglas y “cumplir los compromisos”.

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La otra noticia fue que, de momento, la única oposición que tiene Meloni en el Parlamento es la del Movimiento 5 Estrellas, cuyo líder, Giuseppe Conte, aprovechó su intervención y replicó con dureza y claridad. El resto hizo poco o nada. Meloni, de hecho, fue criticada por los parlamentarios por decir hoy una cosa y la contraria hace menos de un año sobre Europa. Por “dar bandazos”. Ella lo ve así: “Han construido la imagen del monstruo y cuando es difícil demostrar que el monstruo existe, se dice que el monstruo retrocede o da un bandazo. No esperen de nosotros ese tipo de bandazos. Pero miren, siempre citan a [Viktor] Orbán [primer ministro húngaro]. Pero lo que ha hecho Alemania en las últimas semanas, ¿es europeísmo? ¿Lo llamamos así? Mire, los trenes que ha perdido Europa no han sido por culpa de los soberanistas, que no gobiernan”. Y ahí, la cara de Tajani, sentado a su lado y representante de la filial del Partido Popular Europeo en Italia, era ya un poema.

La nueva primera ministra, y eso debió tranquilizar a su ministro de Exteriores, reafirmó el compromiso con el Gobierno de Ucrania y contra la invasión rusa de una manera rotunda. “La libertad tiene un precio. Y ese precio es la capacidad de defenderse y la fiabilidad de las alianzas. Seguiremos estando al lado del pueblo ucranio que se opone a la invasión de la Federación Rusa. No solo porque no podemos aceptar la violación de integridad de una nación soberana, sino porque es el modo mejor de defender nuestra integridad nacional”, apuntó. “Ceder a la extorsión de [Vladímir] Putin no aligeraría el problema, lo empeoraría”, añadió.

El discurso de la nueva primera ministra se apoyó continuamente en el concepto de “libertad”. Se la exigió a los jóvenes que saldrán a protestar a la calle contra ella y la utilizó para renegar de nuevo del fascismo, mensaje especialmente dirigido a la comunidad internacional y a la oposición. Rechazó leyes raciales, “punto más bajo de la historia italiana”. “Una vergüenza. Los totalitarismos del siglo XX han dañado toda Europa. El horror y el crimen no merecen justificaciones que no se compensan con otros crímenes. Combatiremos cualquier forma de racismo, antisemitismo, violencia política o discriminación”. En la inmigración, sin embargo, volvió a abogar por un bloqueo naval que impida a las embarcaciones de migrantes partir del norte de África.

En el apartado económico, Meloni pintó un panorama complicadísimo para el que anunció la recesión que llegará en 2023. La nueva primera ministra no dio prácticamente ninguna respuesta que se saliese de la retórica de mitin sobre cómo se afrontará. El rediseño de los proyectos del plan de recuperación para recibir los fondos europeos, avanzó, será discutido con Bruselas. Algo que está todavía por ver si será aceptado. Además, advirtió de que no entrará en políticas de austeridad ―”no es el camino para reducir la deuda”― y que estimulará la inversión extranjera. Quizá forzada por Salvini, defendió sin mucho convencimiento ni claridad la aplicación de una tarifa única de IRPF, una medida de imposible aplicación en este momento. Como una gran parte del programa de la coalición que, de momento, deberá contentarse con continuar la agenda que tenía Mario Draghi.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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