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El Congreso de EE UU hace historia y convierte los linchamientos en delito federal

La legislación ha tardado en aprobarse más de 100 años y ha sido llevada ante las Cámaras más de 200 veces

Yolanda Monge
Linchamientos en Estados Unidos
El congresista Bobby Rush, demócrata de Illinois, habla sobre la ley que lleva el nombre del adolescente asesinado en 1955, Emmett Till, en Misisipi, en una foto de archivo.J. Scott Applewhite (AP)

La ley ya está sobre la mesa del Despacho Oval del presidente Joe Biden para su rúbrica. Cien años y más de 200 intentos fallidos después, el Congreso de Estados Unidos ha aprobado por unanimidad la ley que convierte los linchamientos en un delito federal. La normativa lleva el nombre de Emmett Till, un chico negro de 14 años que fue secuestrado y linchado en 1955 en el Estado sureño de Misisipi. Esta ley llega tarde para la familia de Till, que buscó durante más de 66 años justicia y no la encontró. El pasado diciembre, el Departamento de Justicia daba carpetazo definitivo al salvaje linchamiento, ya que la Fiscalía consideró que no existían pruebas suficientes para presentar cargos, tres años después de que se reabriese el caso tras la confesión de una testigo que dijo haber mentido ante el jurado que exoneró a los dos hombres blancos que torturaron al joven hasta la muerte.

“Después de más de 100 años y más de 200 intentos fallidos de prohibir los linchamientos, el Senado ha dado el paso tan esperado de aprobar la Ley Anti-Linchamiento Emmett Till”, dijo el jefe de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer. “Este es un gran paso, pero el hecho de que haya tardado tanto tiempo es una mancha para Estados Unidos”, remarcó en su cuenta de Twitter. El Senado aprobaba la norma por unanimidad en la noche del lunes, después de que la semana pasada fuera adoptada por la Cámara de Representantes.

La ley castigará con hasta 30 años de cárcel los linchamientos, “la ejecución sin debido proceso y tumultuariamente de un sospechoso o un reo”, algo que sucedió por motivos racistas en el sur del país en miles de ocasiones hasta que comenzaron a disminuir tras el movimiento de los derechos civiles en los años sesenta del siglo pasado.

La normativa convierte el linchamiento en un “crimen de odio” para las autoridades federales, una categoría separada de delitos penales en los que las víctimas tienen en común que han sido atacadas por su pertenencia, real o supuesta, de un grupo racial o de una religión, o por su identidad sexual o su discapacidad. En 1900, el que entonces era el único congresista negro de Estados Unidos, George Henry White, presentó el primer proyecto de ley para criminalizar los linchamientos, que fracasó, igual que lo hicieron otros 200 intentos en los siguientes 121 años.

Nadie pasó un solo día en la cárcel ni pagó de ninguna otra manera por la muerte cruel y despiadada de Till a manos de Roy Bryant, y el hermanastro de este, J.W. Milam, Roy Bryant, y el hermanastro de este, J.W. Milam, ambos fallecidos y que confesaron su crimen después de que un jurado compuesto por 12 hombres blancos los eximiera de culpa. Todo lo que hizo Till, según sus familiares, fue silbar a manera de piropo a Carolyn Bryant Donham, en un país donde la segregación era oficial y un niño negro no podía hablar a otro blanco.

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Till se encontraba en Misisipi visitando a unos familiares y procedía de Chicago. La madre del joven, Mamie Bradley, reclamó en su momento que el cadáver mutilado de su hijo fuera trasladado a esa ciudad y expuesto en un féretro abierto, para que el país pudiera ver en la irreconocible cara del adolescente el resultado del racismo. La determinación de Mamie Bradley logró que uno de los miles de linchamientos que existieron entre 1870 y la década de los años sesenta del siglo pasado (se cifran en más de 4.000) lograra poner a la sociedad estadounidense frente al incómodo espejo del racismo. La sádica muerte de Till fue un acicate para el nacimiento del movimiento de los derechos civiles, que acabó con la segregación legal de los negros en EE UU. Pero la muerte de Emmett Till sigue y seguirá por siempre sin culpable.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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