A Putin se le acumulan los reveses: seis frentes que no van como el Kremlin desearía
El ataque que Moscú planteó como una operación quirúrgica se le complica por factores como la resistencia militar ucrania, la dura respuesta occidental, la ambigüedad china o los tímidos síntomas de malestar en la sociedad rusa
En el quinto día del conflicto bélico desatado por la invasión rusa de Ucrania, las malas noticias sobre la mesa del presidente Vladímir Putin empiezan a acumularse. Si bien es demasiado pronto para trazar un balance en profundidad, los primeros compases de la guerra han arrojado muchos reveses y escasos logros para Rusia. A continuación, una mirada a lo ocurrido en términos militares, políticos, económicos y mediáticos.
1. Resistencia militar ucrania
La fuerza invasora rusa ha logrado penetrar en territorio ucranio en múltiples sectores de la mitad oriental del país, desde el norte, el este y el sur. Salvas de misiles —unos 350 hasta el domingo, según el Pentágono— han degradado la capacidad del Ejército ucranio. Este lunes, la agencia rusa Interfax informa de que los atacantes han conquistado supuestamente Berdiansk y Energodar, dos pequeñas ciudades en el sureste. Sin embargo, pese a la clara superioridad militar, a estas alturas Rusia no puede exhibir ninguna victoria de peso. No ha conquistado ninguna ciudad grande; no ha podido, según coinciden los servicios de inteligencia militar occidentales, establecer el control del espacio aéreo; no ha golpeado de forma significativa el mecanismo de mando y control de las fuerzas ucranias.
La resistencia ucrania, en cambio, es firme, y las informaciones que llegan del país invadido apuntan a un creciente espíritu de combate, también en el sector civil, con voluntarios dispuestos a empuñar las armas. La moral de unos —que constatan que logran resistir y tienen una motivación insuperable— va al alza, y la de otros probablemente decae al constatar las dificultades. Mientras, los países occidentales incrementan los suministros de armas, y Turquía ha decidido impedir el paso de buques militares a través de los estrechos del Bósforo y los Dardanelos (por los que se accede del mar Mediterráneo y el Egeo al mar Negro), de acuerdo al poder que le confiere la Convención de Montreux. La medida afecta tanto a Rusia como a Ucrania, pero es más dañina para Rusia, ya que la Armada ucrania es casi irrelevante. Rusia ya tiene desplegada una importante flota bélica en el mar Negro, pero la prohibición dificultará movimientos futuros.
Todo esto no debe inducir a conclusiones apresuradas. Es muy pronto y, ante la resistencia, el Kremlin puede optar por recrudecer la violencia, multiplicando los bombardeos. Para asegurarse la victoria, Putin puede estar dispuesto a infligir enorme sufrimiento a los civiles, como hizo en Chechenia, pero se trataría de una opción pésima para él. Cada bomba en una ciudad es mayor odio hacia el Kremlin, que repercutirá en el futuro en una hostilidad difícil de contener.
2. Las sanciones
Sin duda Rusia tenía prevista una firme reacción sancionadora a la invasión por parte de los países occidentales, que así lo habían anunciado. Es probable, sin embargo, que Moscú no contemplara una represalia de la intensidad que se está materializando. Incluso si lo hubiese previsto, el mazazo es realmente notable. La acción dirigida a obstaculizar el uso de las reservas del Banco Central Ruso es una medida que no estaba en muchas quinielas y con un potencial demoledor.
El rublo ha llegado a caer un 30%, forzando al Banco Central a subir los tipos de interés del 9,5% al 20%, su nivel más alto en lo que va de siglo. Se acumulan síntomas de duda, cuando no de pánico, alrededor de la sostenibilidad de las entidades financieras rusas. Rusia puede pedir ayuda a China, donde están depositadas un 14% de sus reservas en divisas extranjeras, pero es posible que las entidades chinas actúen con mucho cuidado temiendo sanciones secundarias occidentales que le compliquen el acceso a esos mercados. Moscú puede también vender sus ingentes reservas de oro, pero no va a ser una operación fácil, según los expertos. La situación es crítica para Rusia.
Pero hay más. BP ha anunciado que retirará sus inversiones en el mercado ruso —posee un 20% de Rosneft—, igual que hizo el fondo público noruego, el mayor del mundo. El fondo soberano australiano también sopesa la misma opción. Son pasos que pueden fomentar una gran estampida de capital y conocimiento industrial. Empiezan a tomar cuerpo la miríada de derivadas que las sanciones producen, entre ellas la congelación de los leasings de aviones, que no podrán ir más allá de finales de marzo. Además de la prohibición de volar en cielos europeos, pues, las compañías rusas afrontan el riesgo de una grave escasez de aparatos. Las empresas rusas cuentan con un millar de aviones comerciales, de los cuales la mitad son alquilados por compañías extranjeras, según la consultora Cirium, citada por Reuters.
En términos geopolíticos, además, países relevantes como Japón o Corea del Sur se van sumando a las medidas de represalia occidentales.
3. Rearme occidental
Occidente ha respondido con firmeza no solo en la dimensión económico-sancionadora. También está tomando medidas de carácter militar que son todo lo contrario de lo que podría desear el Kremlin. El más evidente es el histórico, hasta hace pocos días impensable, giro alemán. El Gobierno dirigido por Olaf Scholz ha anunciado que elevará el gasto militar anual por encima del umbral del 2% del PIB —frente al alrededor del 1,5% actual— y la creación de un fondo especial de 100.000 millones de euros para fortalecer las Fuerzas Armadas alemanas. Además, ha dado un golpe de timón con respecto a la tradición alemana, y ha autorizado la entrega de armamento letal a Ucrania.
También destaca la vigorosa reactivación de la OTAN, tras años de trayectoria desdibujada, y el claro espíritu de unión entre sus socios. Ya se han producido varias rondas de refuerzo del flanco oriental, y el comité militar tiene previsto aprobar otra este lunes. Putin buscaba alejar a la Alianza de sus puertas, y todo apunta a que la tendrá mucho más presente, no solo en esta contingencia, sino de forma persistente en el tiempo. Además, su acción tiene otro efecto indeseado para Rusia: el gigantesco salto hacia adelante en la configuración de la UE como actor geopolítico. Los Veintisiete están respondiendo con unión, rapidez, y moviéndose en territorios inexplorados, como financiando la entrega de armas a Ucrania.
4. Ambigüedad china
Uno de los aspectos cruciales del pulso de Putin es constatar el grado de apoyo internacional que concita. Sin duda, el acercamiento de posiciones con China que cristalizó en la declaración conjunta chino-rusa del 4 de febrero reforzó el convencimiento del Kremlin para activar la invasión. Pero, ante la misma, la actitud de Pekín no debe de resultar del todo satisfactoria para Moscú.
Es cierto que el régimen chino ha evitado calificar de “invasión” la ofensiva rusa, que recalca la legitimidad de las preocupaciones de seguridad de Moscú y que ha condenado las sanciones occidentales. Pero, significativamente, ha optado por la abstención, en vez del rechazo, ante la iniciativa de resolución condenatoria en el Consejo de Seguridad de la ONU, que no fue aprobada por el veto de la propia Rusia; y en sus declaraciones recuerda de manera reiterada su apego al principio de la integridad territorial de los Estados. De ello no puede deducirse que Pekín abandonará del todo a su suerte a Moscú, pero sí es evidente que hay reparos y límites en la disposición a cooperar.
El Consejo de Seguridad de la ONU ha convocado para este lunes una sesión extraordinaria de la Asamblea General para abordar la crisis de la invasión rusa. En este tipo de votaciones procedimentales no existe posibilidad de veto, así que el rechazo ruso no ha podido impedir la convocatoria, que dará paso a una votación sobre una resolución que no será vinculante, pero tendrá un gran peso político, y aclarará el grado de aislamiento de Rusia.
Algunos detalles significativos: países africanos como Kenia, en vez de quedarse en una posición de cierta indiferencia ante lo que podría verse como un pulso lejano entre potencias, ven en la agresión a Ucrania un atropello a un proceso de descolonización posimperial; y Kazajistán, país cuyo régimen autoritario ha sido recientemente rescatado por Rusia ante una ola de protesta popular, no ha secundado a Moscú en el reconocimiento de la independencia de los territorios separatistas del Donbás. Una empresa kazaja del sector televisivo y de internet ha decidido este lunes bloquear cadenas rusas alegando su rechazo a la propaganda bélica.
5. La batalla mediática
La lucha por convencer a la opinión pública tampoco ofrece buenas noticias para el Kremlin. Las noticias procedentes de Ucrania han creado un profundo sentimiento de rechazo e indignación en las sociedades occidentales, lo que constituye una sólida base para que los ejecutivos de esos países adopten medidas duras que, en muchos casos, acarrean consecuencias problemáticas.
En términos personales, además, para Putin es realmente devastadora la diferencia de imagen entre su figura temerosa de contraer el virus, con colaboradores serviles y a veces ineptos —como demostró en una patética comparecencia un alto mando de inteligencia— alejados a muchos metros del líder, y la del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, demostrando valentía, vigor y humanidad, modulando con gran habilidad su discurso para los medios.
Tampoco llegan buenas noticias para Rusia del deporte, donde se multiplican los síntomas de aislamiento y desprecio. Aunque no revista importancia estratégica, esto tiene un fuerte impacto mediático y no debe subestimarse su peso.
6. Síntomas de malestar interior
El escenario interno tampoco es tranquilizador para el jefe del Kremlin. Pese al ambiente opresivo en el que vive la sociedad rusa, ya se han detectado brotes de protesta contra la guerra. No han sido masivas, pero unas 6.000 personas han sido detenidas, según la organización OVD-Info, que supervisa estos datos. Algunos magnates en el exterior ya se han pronunciado en contra de la guerra.
Además, las colas para retirar efectivo en los bancos han empezado ya el fin de semana, y la perspectiva de una inflación disparada y una pérdida de poder adquisitivo añade mucha presión a la olla.
Conviene no apresurarse en juicios y no subestimar la capacidad de control de Putin y del régimen que ha construido. Pero es evidente que los primeros compases de la invasión distan de ser un paseo triunfal.
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