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Champán, patatas y espumillón: el constante goteo de fotos comprometedoras de Boris Johnson

La Policía Metropolitana decide incluir en su investigación la fiesta del 15 de diciembre de 2020, después de que el ‘Daily Mirror’ publicara otra imagen polémica del primer ministro

Boris Johnson, este miércoles, en la sesión de control de la Cámara de los Comunes. Foto: UK PARLIAMENT/JESSICA TAYLOR HAN (EFE) | Vídeo: EPV
Rafa de Miguel

Se ha convertido casi en una cuestión de pura estadística. Si la Policía Metropolitana de Londres (New Scotland Yard, como se la conoce por la dirección de su sede central) dispone de más de 300 fotos de las supuestas fiestas en Downing Street durante el confinamiento, y este es el edificio donde vive y trabaja Johnson (y de donde apenas salió durante esos meses), las probabilidades de que el primer ministro británico salga en alguna de ellas son considerables. Y la voluntad del político conservador de intentar dejar atrás esta pesadilla que ha puesto en serio riesgo su carrera se va a chocar constantemente contra un muro. El tabloide Daily Mirror ha publicado este miércoles una imagen, aparentemente capturada por un teléfono móvil, de otra fiesta en la oficina del Gabinete de Johnson.

La fotografía es del 15 de diciembre de 2020. Un empleado está sentado frente a la mesa de trabajo, sobre la que hay un altavoz de los que permiten realizar llamadas de multiconferencia. También hay una botella de prosecco (vino espumoso italiano) abierta. Y una bolsa de patatas fritas. El empleado es Stuart Glassborow, vicesecretario privado de Johnson, y lleva un collar de espumillón. Detrás de él, el propio Johnson parece colocarse algo en la solapa de su chaqueta. Y un poco más atrás, se ve a otra persona con un gorro de Papá Noel.

Aquel día, algunos trabajadores de Downing Street habían organizado un quiz show (un concurso de preguntas y respuestas) virtual. Varios equipos de hasta seis personas se habían repartido frente a los ordenadores de las distintas oficinas del edificio para participar. En aquel momento, Londres estaba en Nivel dos de restricciones sociales por la pandemia: prohibidas las reuniones en interior de miembros de hogares distintos; límite de seis personas en exteriores; trabajo desde casa siempre que sea posible.

La fiesta-concurso, que incluyó alcohol y comida y se prolongó hasta casi las diez de la noche (se sugirió por correo a los participantes que salieran por la puerta trasera de Downing Street) estaba incluida entre los 16 eventos investigados por Sue Gray, la vicescretaria permanente de la Oficina del Gabinete encargada de elaborar el informe sobre las fiestas prohibidas. Pero en el documento preliminar que presentó hace una semana indicó que Scotland Yard no había hallado indicios, ni en la reunión del 15 de marzo ni en otras tres de las analizadas, como para abrir su propia investigación policial. Sí lo hizo, en cambio, con las otras 12 fiestas.

Johnson se ha aferrado a ese dato durante su comparecencia en la sesión de control de la Cámara de los Comunes para intentar restar hierro a la pregunta que le lanzaba el diputado laborista Fabian Hamilton: “En los últimos minutos, ha surgido otra foto del primer ministro en Downing Street, rodeado de alcohol, comida y gente que viste espumillón. Parece una fiesta. ¿Tiene el primer ministro intención de referir este incidente a la policía?, porque no está entre los que investiga actualmente”, lanzaba Hamilton su cuestión retórica.

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“Su señoría está completamente equivocado”, respondía Johnson. Horas después, sin embargo, Scotland Yard anunciaba que iba a “revisar” su decisión inicial de no incorporar esa fiesta a su investigación. “Los agentes determinaron, basándose en las pruebas disponibles en ese momento, que el evento no sobrepasaba el umbral para abrir una investigación criminal. Esa valoración inicial se ha sometido ahora a revisión”, decía la Policía Metropolitana en un comunicado público.

El exasesor estrella de Johnson e ideólogo del Brexit, Dominic Cummings, que está obsesionado con derribar al primer ministro después de perder su batalla personal contra la esposa de Johnson, Carrie Symonds, y salir de modo humillante de Downing Street, echaba leña al fuego. En su cuenta de Twitter restaba valor a la foto de la discordia: “Hay muuuuuchas mejores fotos circulando por ahí fuera, incluidas algunas del apartamento privado [la residencia oficial del matrimonio Johnson]”, apuntaba Cummings.

El primer ministro británico ha hecho en los últimos días una remodelación a conciencia de su equipo de Downing Street. Ha nombrado nuevo jefe de Gabinete, nuevo director de Comunicaciones y nuevo jefe de Personal. Ha incorporado además al Gobierno a euroescépticos del ala dura del partido, como Jacob Rees-Mogg o Chris Heaton-Harris para recuperar el apoyo de esa poderosa corriente dentro de los conservadores. Y ha anunciado el fin definitivo de las restricciones sociales por la pandemia que tanto irritaban al ala más libertaria de los tories. Pero no se quita de encima la sombra de las fiestas prohibidas. Ni podrá hacerlo hasta que no se publiquen íntegramente tanto el informe final de Gray (retenido mientras investiga Scotland Yard) como las pesquisas policiales. Johnson ha vuelto a comprometerse este miércoles en el Parlamento a dar a conocer el documento de Gray en cuanto esté listo. Mientras tanto, deberá hacerse a la idea de que sigan apareciendo fotos comprometedoras.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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