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La corrupción resquebraja el partido de Mandela

El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, lanza la batalla contra el fraude en el Congreso Nacional Africano, en medio del juicio a su predecesor, Jacob Zuma, y acusaciones contra el ex secretario general

Nelson Mandela Sudafrica
Cyril Ramaphosa comparecía el pasado abril ante la Comisión Zondo, que investiga la corrupción, en Johannesburgo.Themba Hadebe / POOL (EFE)

El caricaturista Brandan Reynolds publicaba recientemente en el periódico sudafricano Sunday Times a un afanado Cyril Ramaphosa, presidente de Sudáfrica, dibujando con el dedo “la línea que el CNA [Congreso Nacional Africano] ha marcado en la arena sobre la corrupción”, y detrás de él, un confiado Ace Magashule, secretario general del partido suspendido por un posible caso de corrupción, sosteniendo un saco de arena que la iba cubriendo. Durante este mes de mayo, los sudafricanos han mantenido debates encendidos en la televisión, lanzado mensajes acalorados en la radio y hecho bromas en alusión al juego de palabras al que invita el término “Ace”, que es tanto el nombre del exjefe del partido, acusado de varios delitos de fraude, como la palabra “as” en inglés.

La norma contra la corrupción “hacerse a un lado” (step aside rule), que invita ­a dejar todos los cargos oficiales en caso de ser imputado, promovida por Ramaphosa al ser elegido presidente del CNA en 2017, empieza a dar sus frutos. Más de 60 cargos del partido, sin contar los de las regiones de Gauteng (donde se encuentran Pretoria y Johannesburgo) y Free State, están acusados de corrupción, malversación de fondos, fraude o de otros crímenes graves. Muchos de ellos han cumplido ya con la norma.

Ocho años después de la muerte de Nelson Mandela, la lacra de la corrupción que empezó a extenderse en 2007, abarca a la mayor parte de las provincias del país, siendo los políticos del CNA, su partido y que gobierna desde 1994, los mayoritariamente implicados. De hecho, este lunes, la Corte Suprema de Pietermaritzburg reanudó el juicio por fraude, crimen organizado, corrupción y lavado de dinero –en total, 16 acusaciones– contra el expresidente Jacob Zuma, que gobernó el país de 2009-2018. Se trata de la figura más relevante en el CNA, cuyo liderazgo ejerció entre 2007 y 2017, que se sienta en el banquillo de los acusados, y lo hace 15 años después de que fuera procesado por primera vez. Es el tercer intento de la justicia sudafricana contra el exmandatario, quien logró que se retiraran los cargos en dos ocasiones alegando “motivaciones políticas” en su contra.

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Zuma ha mantenido en las últimas semanas un perfil bajo mientras Ace Magashule acaparaba todo el protagonismo. Durante el juicio contra Zuma, el Estado llamará a declarar a 200 testigos para analizar los presuntos casos de corrupción y soborno en los que también se incluirán las relaciones con empresas extranjeras como la armamentística francesa Thales, con cuyo contrato en 1999, cuando era vicepresidente, presuntamente se benefició de cuatro millones de rands (250.000 euros).

“El pequeño margen con el que el presidente Ramaphosa ganó la conferencia [del partido] de 2017 es la razón por la que su gestión es tan cuestionada. Y lo que estamos viviendo ahora es la ejecución de la promesa clara que hizo al llegar a la presidencia de la república en 2019”, explica Oscar van Heerden, miembro del CNA y autor de Two minutes to midnight. Will Ramaphosa´s ANC survive. “Dijo: ‘Voy a limpiar, a asegurarme de poner fin a la corrupción’. Y para eso tiene que aislar a ciertas personas de su propio partido y asegurarse de que son llevados ante la justicia”, añade.

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Ace Magashule, elegido en el congreso del CNA de 2017 como secretario general, uno de los seis cargos de la cúpula del partido, ha sido convocado para comparecer ante un tribunal en agosto de este año tras ser acusado de corrupción en su etapa como primer ministro en la provincia de Free State. La fiscalía considera que cometió varios fraudes, entre ellos haber recibido dos millones de rands (125.000 euros) para cambiar los tejados de amianto de viviendas de protección social, que nunca fueron sustituidos. En aplicación de la norma “hacerse a un lado”, Magashule fue invitado a dejar el cargo hasta que se celebre su juicio, pero se negó a hacerlo de forma voluntaria y el Comité Nacional Ejecutivo le comunicó su suspensión.

La reacción inmediata del aún secretario general del CNA fue enviar una carta en la que, a su vez, suspendía al presidente Ramaphosa de su cargo en el partido, asegurando que hay alegaciones por corrupción también en su contra. “La norma se aplica a los que han sido acusados y deben rendir cuentas ante la justicia, no a los que han podido recibir alegaciones, que son muchos, y a los que el Comité Disciplinario del partido deberá evaluar en su momento. Ese es el error de cálculo de Magashule que le puede costar incluso la expulsión del partido”, explica Van Heerden. La semana pasada, Ramaphosa dio 48 horas a Magashule para que se disculpase ante el CNA, un plazo que se cumplió sin que se retractara, por lo que fue sustituido en el cargo por su vicepresidenta, Jessie Duarte.

A principios de mayo los sudafricanos pudieron seguir en directo la declaración de su presidente ante el juez Raymond Zondo, al mando de una investigación pública creada por el expresidente Zuma en enero de 2018, para investigar las denuncias de captura estatal, corrupción y fraude en el sector público. Ramaphosa ocupaba en ese momento el cargo de secretario general del CNA, y en esa condición fue llamado a declarar. “Envió dos mensajes: que la CNA y el presidente apoyan a la Comisión Zondo, y que, aunque haya cadáveres en el armario, el CNA está preparado para hablar y debatir sobre el tema”, añadió Van Heerden.

Para Jakkie Cilliers, analista y fundador del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS, en sus siglas en inglés) el CNA vive “una intensa batalla de facciones que por ahora está ganando Ramaphosa”. Considera que la prudencia con la que el actual presidente está dando pasos en el partido, hará que sean otros los que le sugieran la expulsión definitiva de Magashule, sin tener que enfrentarse a ninguna facción. “Los partidarios de Zuma, con el que se relaciona a Magashule, no forman parte de una estructura unificada en el CNA, aunque sí que es una confrontación muy importante que aún no ha concluido”, explica Cilliers.

Destaca además que el apoyo amplio tanto por parte de la ciudadanía como en el partido protegen a Ramaphosa, quien está teniendo que gestionar que la formación más antigua de África haya pasado de ser de base no racial a una dominada por líderes tradicionales.


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